El 11 de marzo de 2011, un terremoto y posterior tsunami provocaron el mayor accidente nuclear desde la catástrofe de Chernobyl en 1986. El ingeniero argentino Antonio Godoy, que participó del informe oficial del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), explicó a DEF qué falló en Fukushima.
Por Mariano Roca
El viernes 11 de marzo de 2011, poco después de las 14:46, la tierra tembló en Japón. Un terremoto de 9 grados en la escala de Richter sacudió la costa oriental de la isla de Honshu. El saldo fue de 18.498 muertos. El epicentro del sismo se ubicó en el mar, a 130 kilómetros de la ciudad de Sendai.
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Cincuenta y cinco minutos más tarde, a las 15:41, un devastador tsunami inundó la zona. Como consecuencia, se generó un grave accidente en la central nuclear de Fukushima Daiichi. En la escala internacional de eventos nucleares, que va de 0 a 7, fue clasificado como un evento de nivel 5.
¿Qué ocurrió en la central nuclear a partir de ese momento? La serie televisiva “Los días”, lanzada este año en Netflix, nos dio una idea cercana a los momentos dramáticos que vivieron los trabajadores de Fukushima.
Más cerca de todos nosotros, el ingeniero nuclear argentino Antonio Godoy, participó en la elaboración y redacción del informe del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), sobre el accidente y nos brindó detalles de sus conclusiones.

Fukushima: una sucesión de hechos desafortunados
Tal como señala el informe del OIEA, el tsunami provocó una destrucción sustancial de la infraestructura operacional y de seguridad ¿Cuál fue el resultado? El efecto combinado de la pérdida de la alimentación eléctrica dentro y fuera del emplazamiento generó daños en tres de los seis reactores de la central. Los otros tres estaban inactivos debido a paradas técnicas programadas previamente.
En diálogo con DEF, Antonio Godoy señaló: “El gran problema fue que, al diseñar la central en la década del 60, la estimación que se hizo para su construcción tuvo en cuenta el mayor tsunami que había vivido Japón, que alcanzó los 3,12 metros en 1960”, explicó.
Y agregó: “La altura de diseño de la planta fue de 4,3 metros; pero la ola del 11 de marzo de 2011 tuvo una altura de entre 14 y 15 metros, lo que significa una diferencia de cuatro veces entre el valor original y el valor real del tsunami”.
¿Qué sucedió entonces? “La ola prácticamente inundó las instalaciones y esa inundación fue la que generó los daños”, detalló. Ante un accidente de esta magnitud, Godoy explicó las tres medidas a implementar: “La primera es detener el reactor; la segunda, refrigerarlo; y la tercera es contener la radiactividad para evitar fugas”.
En Fukushima solo funcionó la primera de estas medidas, ya que los reactores de las tres unidades en funcionamiento se detuvieron automáticamente. Sin embargo, fallaron las otras dos: no se pudo refrigerar el reactor ni contener la radiactividad.

Fallas en las bombas de refrigeración y alertas tempranas
Con respecto a las fallas en la refrigeración, el especialista detalló: “El problema fue que no hubo potencia eléctrica para hacer funcionar las bombas del sistema de refrigeración. Los generadores diésel quedaron destruidos porque fueron inundados. Entonces, todos los sistemas de generación y control quedaron totalmente dañados. Al no tener potencia, las bombas no podían funcionar y no se podía refrigerar el reactor”.
En otro orden, el investigador precisó: “Las centrales nucleares japonesas no tenían en 2011 un sistema de aviso de tsunamis”. Aclaró que sí contaban con instrumentos de detección sísmica en la sala de control y un sistema de parada automática luego de un terremoto.
“Al llegar la onda del terremoto, el reactor se detiene en unos pocos segundos”, indicó. En las usinas nucleares de otros países, en cambio, se ha preferido un sistema manual y la decisión de la “parada de planta” es del operador.
Por lo tanto, hubo un aviso de emergencia civil que permitió proteger a la población tras el terremoto y fue relativamente exitoso. En cambio, la central no contaba con un sistema informático de advertencia temprana de tsunamis.
“La gran anécdota es que ellos lo supieron por un aviso del departamento de mantenimiento, donde un operador estaba viendo la televisión pública y, al enterarse del alerta de tsunami, llamó a la sala de control para que actuaran”, detalló.

Las lecciones aprendidas en Fukushima
En el informe del OIEA, se hace mención a las lecciones aprendidas. Allí se constató que “al establecer la base de diseño de centrales nucleares, la consideración de datos principalmente históricos no es suficiente para caracterizar los riesgos de peligros naturales extremos”.
El organismo también señaló que en la evaluación de los peligros naturales se deben tener en cuenta “las posibilidades de que estos ocurran de forma combinada, ya sea simultánea o secuencialmente, y sus efectos combinados en una central nuclear”.
Por otra parte, advirtió, “los sistemas de instrumentación y control que sean necesarios durante los accidentes, y que sobrepasen la base de diseño, tienen que mantenerse en condiciones de funcionar a fin de monitorizar los parámetros esenciales de la seguridad de la central y facilitar las operaciones en la planta”.