Las empresas de telecomunicaciones chinas Huawei y ZTE están en la mira de EE.UU. y sus aliados, que alegan amenazas a su seguridad nacional y un uso opaco de los datos personales de los usuarios. Por su parte, el gigante asiático rechaza las acusaciones y redobla su apuesta por el liderazgo de un sector estratégico de la futura revolución tecnológica
Por Mariano Roca
La red de quinta generación de telefonía móvil –más conocida como “5G”– es uno de los múltiples ámbitos tecnológicos en los que se dirime la disputa entre EE.UU. y China. Asociada al Big Data, la Internet de las Cosas, la Computación en la Nube y la Inteligencia Artificial, la red 5G forma parte del combo de la “cuarta revolución industrial”. Los expertos coinciden en que será el vehículo de esa revolución tecnológica en el mundo de las telecomunicaciones.
El camino hacia la “conectividad inteligente” está en el centro de la puja entre las dos superpotencias. Tal como señaló a DEF el experto y secretario académico del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), Juan Battaleme, “toda contienda tecnológica es una disputa por el futuro”. Así lo entienden los gobiernos de EE.UU. y China: saben que quien controle las tecnologías más sofisticadas estará mejor posicionado en esta competencia por el liderazgo global.
¿Una cuestión de seguridad nacional?
Tanto EE.UU. como sus socios más estrechos alegan que el ingreso de los gigantes chinos del sector, Huawei y ZTE, entraña graves riesgos para la seguridad nacional de sus países. Los opacos manejos del régimen de Pekín y los potenciales vínculos con agencias de inteligencia y con el complejo militar son las razones esgrimidas por Washington y sus aliados para restringir el acceso de estos actores a sus mercados. Entre ellos, se encuentran el Reino Unido, Japón, Canadá, Australia y Nueva Zelanda.
En un documento presentado en marzo de este año por el Congreso de EE.UU., se advierte sobre “un número de potenciales aplicaciones militares de la tecnología 5G, en particular para vehículos autónomos, comando y control (C2), logística, mantenimiento, realidad aumentada y realidad virtual, y sistemas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento”. Todos ellos se beneficiarán de la velocidad en el procesamiento de datos y la baja latencia, tal como se conoce técnicamente al tiempo que insume la transferencia de un paquete de datos.

También la Unión Europea (UE) ha encendido la luz de alerta. El comisario europeo con competencias sobre Mercado Interior y Servicios, Thierry Breton, expresó al respecto: “No podemos darnos el lujo de mantener dependencias críticas que puedan convertirse en un arma contra nuestros intereses”. En concreto, Breton invitó a los socios de la UE a adoptar “medidas para evitar la exposición de sus comunicaciones corporativas a las redes móviles utilizando Huawei y ZTE como proveedores”.
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La tecnología como arma geopolítica
“El 5G ha llevado las tensiones entre las dos grandes potencias a un nuevo nivel geopolítico”, afirma el especialista del Instituto Francés de Relaciones Internacionales (IFPRI), Julien Nocetti. “La lógica que subyace a la actual competencia entre Pekín y Washington podría entenderse mejor como un ‘imperativo de la innovación’, que va más allá de una clásica rivalidad militar o una mera disputa comercial entre los dos países”, añade.
Tal como la define Nocetti, en una columna publicada en el diario La Vanguardia de Barcelona, se trata de una “verdadera batalla de inversiones, seguridad y prestigio tecnológico entre EE.UU. y China”.

“Instrumento de poder y prestigio, medio de promover su propia visión del orden internacional, la tecnología es para Beijing una herramienta al servicio de la búsqueda de una posición dominante”, observa este analista. Cita, en ese sentido, el plan Made in China 2025, que busca, entre otros objetivos, “reducir su dependencia de tecnologías extranjeras y desarrollar sectores estratégicos” en su economía.
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“El objetivo de Beijing es desafiar el monopolio tecnológico de los países occidentales, cerrando la brecha con EE.UU. y luego superando a ese país en el 2050”, sostiene el experto francés. Por su parte, en el caso de EE.UU., señala, “el temor a perder una ventaja competitiva en materia de vigilancia ha sido ‘empaquetada’ dentro de una guerra comercial más amplia”, que Nocetti define como “una guerra fría tecnológica”.

Las restricciones a los gigantes chinos del 5G son solo la punta del iceberg de esta competencia, que tiene al resto de los países como peones de un juego de ajedrez que definirá el dominio de la futura revolución tecnológica.