Entre 2021 y 2022, estos tokens digitales se pusieron en boca de todos y amenazaron con romper un sistema tradicional; hoy prácticamente no tienen valor.
Por Dolores Barón
En los últimos años, surgieron los NFTs, tokens digitales en distintas plataformas de criptomonedas. Se popularizaron, se empezaron a comercializar como obras de arte y prometían desterrar el sistema tradicional de los museos. Sin embargo, este año sufrieron una abrupta caída y, en su gran mayoría, ya no tienen valor.
Pero antes de empezar, ¿qué es un NFT? Su primera aparición fue en 2017 en Ethereum, una plataforma digital con tecnologías blockchain y sus siglas significan “Non Fungible Token”, es decir, token no fungible.
Los bienes fungibles son aquellos que pueden “reemplazarse”, como el dinero, y los no fungibles, los que no. Un ejemplo muy común sería una obra de arte, porque no se puede consumir y no puede ser sustituida por otro cuadro al tener todos un distinto valor.
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El origen de los NFTs y su inserción en el arte
La primera aparición de estos tokens fue en 2014. Jennifer y Kevin McCoy crearon una obra de arte animada de manera digital llamada Quantum. A la hora de querer comercializarla, se dieron cuenta que no podían demostrar su autoría al no tener una certificación oficial. Junto al empresario Anil Dash, encontraron un potencial en la economía blockchain. Así fue como se ofreció a través de la plataforma Namecoin, donde el gráfico monetizado fue vendido.
Como las obras de arte, no hay un NFT exactamente igual a otro y como ellas, los NFTs suelen estar pegados a una ilustración digital. Los primeros coleccionables de Ethereum fueron los Cryptopunks en donde se veían imágenes de jóvenes aunque también había otros tipos como zombies, monos o aliens. La muestra fue considerada “arte pop”.
El arte y la tecnología en un ecosistema blockchain
Los NFTs, en este caso, tienen mucho que ver con las criptomonedas, por más que, por ejemplo, el Bitcoin sea un bien fungible; son dos caras de la misma moneda, en cuanto a tecnología nos referimos. Ambas conviven en un ecosistema blockchain y de manera digital. Hay muchos elementos que se pueden tokenizar: desde obras de arte y automóviles hasta contenidos digitales de imagen y video.
En el mundo del arte, por ejemplo, hace que muchas obras sean más accesibles, ya que están al alcance digital de todo el mundo y no hace falta pagar una entrada o viajar cientos de kilómetros para verla.
Recientemente, la familia de Frida Kahlo mostró obras de arte inéditas en un evento exclusivo lanzado en la plataforma digital Decentraland que cuenta con una vitrina para mostrar sus obras de manera 3D.
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La abrupta caída de los tokens no fungibles
El mayor auge de este tipo de moneda digital se dio en la pandemia. Uno de los casos más notorios fue en marzo de 2021: se compró el NFT de la primera publicación de Twitter hecha por Jack Dorsey al precio de 2,9 millones de dólares. Aquí, el formato atravesó uno de sus mejores momentos.
Sin embargo, este usuario quiso revender este mismo NFT años después y no pudo hacerlo a más de 280 dólares. Si bien la caída general de las criptomonedas tuvo un papel importante en la baja del valor, se trataba de un sistema que suponía una especulación y un riesgo muy alto.
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El 95% de los NFTs hoy en día no tiene ningún valor en el mercado. No quiere decir que vayan a desaparecer, porque sigue habiendo interés y comercialización, pero definitivamente no es lo que era en su pico de precio y furor. Esto no significa un fin, pero dio incertidumbre y resonó negativamente luego de esta caída. Sin embargo, la tecnología que rodea los NFTs es más que interesante y podría convertirse en una nueva manera de certificar elementos digitales.