“La crisis del mundo árabe será recordada como la primera revolución de la era 2.0”
Por Martín Lucas
El chiste circuló por la web unos días antes de la caída de Mubarak. Decía así: “Luego de morir, el líder derrocado se encuentra en el más allá con Nasser y Sadat (dos ex presidentes egipcios asesinados) quienes le preguntan al recién llegado la razón de su muerte. ‘¿Fue envenenado como yo’, le preguntó Nasser; ‘¿fue baleado como yo?’, inquirió Sadat. ‘No, nada de eso camaradas’, replicó Mubarak. ‘¡Lo que me liquidó fue el Facebook!’.
Es el signo de los tiempos. La influencia de las nuevas tecnologías resulta tan decisiva a la hora de acelerar procesos políticos y sociales que la crisis del mundo árabe será recordada como la primera revolución de la era 2.0. Tampoco fue el milagro de las redes sociales o de la comunicación global. Al fin y al cabo, Internet sólo ayudó a catalizar lo inexorable: la necesidad de cambio de sociedades que ya no quieren vivir bajo regímenes basados en la represión y el miedo, sin libertad de expresión ni oportunidades. Túnez, El Cairo, Trípoli, Manama y Rabat hablan de un nuevo orden, de una transformación profunda que nace en el interior de los países y se manifiesta desde abajo hacia arriba, donde agoniza un poder que ya no tiene respuestas.
Curiosamente, las revueltas en el Magreb son seguidas de cerca por Beijing. El caso de China siempre es interesante. Su consolidación como segunda economía mundial y la progresiva apertura de su mercado contrastan cada vez mas con la censura y el férreo control informativo que ejerce el Estado. Aunque la realidad del mundo islámico es distinta a la de China, desde que comenzaron las protestas en la plaza Tahrir, el gobierno bloqueó la palabra “Egipto” de todos los buscadores de internet.
Facebook no mata, pero está poniendo nerviosos a muchos.