InicioActualidadEducación: un modelo para pensar

Educación: un modelo para pensar

spot_img

DEF tuvo la oportunidad de visitar Israel, no como un turista convencional, sino acompañando a funcionarios y empresarios en una gira maratónica que nos permite intentar, no sin esfuerzo, comprender el éxito de este país. Esta joven Nación de solo 62 años, enclavada en un desierto sin recursos naturales, con una población que no llega a los 8 millones de personas y en un estado de conflicto permanente, es una potencia mundial en campos como el desarrollo económico, la cultura, la tecnología y la ciencia. Una Nación que, a pesar de su constante vínculo con lo bélico, vive en un sistema democrático permanente.

El lector encontrará en nuestra nota central un largo desarrollo sobre esta visita y, también, un análisis profundo de cuáles son las posibilidades argentinas que permiten pensar en una complementariedad, en aspectos económicos y de servicios, muy importante y beneficiosa para ambos países.

Como verdad de Perogrullo, todos sabemos que la vivencia personal es irreemplazable y es por eso que, quizás, la mayor sorpresa de este viaje fue conocer in situ las condiciones de excelencia educativa y el valor asignado a la investigación y a la ciencia que Israel ha logrado crear dentro de su territorio, transformando casi todo defecto en virtud por la vía del conocimiento. Siendo este tema materia de análisis permanente en la Argentina, motivo de críticas, pero fundamentalmente de una controversia constante, me permitiré una mínima opinión desde el respeto y el análisis de quien no es experto en el tema, atado además a la tiranía del espacio en la letra escrita.

Israel obtuvo su independencia en 1948; asistían entonces a sus universidades 1600 jóvenes; en la actualidad cuenta con 265.000 estudiantes y de acuerdo con datos proporcionados por la Unesco, destina el 6 % de su PBI a la educación y el 4,5 % a Ciencia y Tecnología. Los resultados de este nivel de inversiones abruman:

  • Entre 2006 y 2009, las exportaciones de alta tecnología crecieron un 26 %, en tanto las de mediana tecnología lo hicieron un 24 %.
  • El país tiene la mayor concentración de empresas fuera del Silicon Valley de California y más de 60 de sus compañías cotizan en el NADAQ.
  • Con la mayor proporción de ingenieros per capita por planeta y a través del estrecho vínculo de la universidad con la empresa, la cantidad de patentes inscriptas en desarrollo científico de todo tipo, ubica al país entre los más destacados del mundo. Solo la Universidad Hebrea de Jerusalén tiene el record de 6100 patentes y 1750 invenciones.
  • Israel, posee, además, el número más alto del mundo en cuanto al desarrollo de compañías de emprendimientos (Sart-up) tecnológicas del mundo. Quizás, sea este el ejemplo más obvio del modo en que un estado guía desde lo público y lo privado su educación hacia las necesidades reales de una sociedad que a través de sus impuestos le asigna importancia vital a la educación y a la ciencia.

La situación de la Argentina es bien diferente, tal como lo demuestran los datos que analizaremos a continuación. Se trata de datos duros, reales, estadísticos que deberían analizarse sin cuestiones políticas de por medio, sino tan solo como un modo de reflexión.  Compararnos a países como Israel, tal vez nos permita promover el cambio y lograr recuperar la calidad educativa que nuestro país supo tener en el pasado, ya que de lo que no carecemos, sin duda, es de la materia prima necesaria para lograrlo.

Si bien nuestro país viene mejorando sus niveles de inversión en educación, creo que todos resultamos sorprendidos por los resultados de las últimas evaluaciones internacionales. En la última clasificación del programa PISA nuestro país quedó ubicado en el puesto 58, detrás de vecinos como Chile, Uruguay, México, Colombia y Brasil que alguna vez supieron mirarnos con envidia. Como dato adicional y preocupante, por cierto, en los últimos diez años se produjo un retroceso en la evaluación del mismo programa de 418 a 398 puntos. No resulta esto muy difícil de explicar si en tantas oportunidades la educación queda rehén de mezquindades políticas y sindicales y enredada, además, con hechos reales dramáticos como la pobreza edilicia, la falta de insumos o el reemplazo de la enseñanza por la necesidad primaria de dar de comer.

El panorama en la educación superior tampoco es alentador. Ingresan por año a nuestras universidades 360.000 alumnos, pero solo se gradúan 87.000. La relación entre estudiantes que se gradúan cada año y el total de alumnos es muy baja, apenas el 3,8 en las universidades públicas y el 7,2 en las privadas. Quizás, una de las características y defectos más grandes resida, tal como lo explica Alieto Guadagni en diversos artículos, en que ni siquiera existe un balance entre las necesidades de desarrollo de país y las carreras elegidas por los estudiantes. Algunos datos:

  • En el 2007, de los 63.000 graduados en universidades públicas, apenas el 5 % provenía de las distintas especialidades de Ingeniería. Esa cifra caía hasta el 1,3 % en las universidades privadas. Con esa cifra, la Argentina se encuentra muy detrás de Brasil y Chile y, ni qué decir, de la comparación con países desarrollados.
  • Según estadísticas del 2007 del Ministerio de Educación, en nuestro país se reciben 177 psicólogos por cada experto en estadística, y 44 médicos por cada físico. Según datos oficiales de la UBA, se gradúan 1500 psicólogos en esa universidad y solo 500 ingenieros por año. (Consignemos que hay 145 psicólogos cada 100.000 habitantes en nuestro país y en EE. UU. solo 31, según datos de la OMS).

Estos escasos datos, subordinados a la mezquindad de una nota breve, quizás puedan despertar la semilla de un debate serio sobre el tema. La situación es muy grave y repercute como es obvio en todas las posibilidades futuras de nuestro país. Sin embargo, quizás lo peor sea, tal como lo manifiesta Gustavo Iaies, en una nota publicada en estos días en un periódico matutino, que además no tenemos ninguna noción de la crisis ni de sus dimensiones, lo que resulta algo muy parecido a tener todos los síntomas de un cáncer e ignorarlos, o quizás, tan solo, intentar resolverlo con aspirinas o flores de Bach. Según afirma en su nota este especialista, el mismo informe PISA consigna también que los directivos y los docentes argentinos son más optimistas que sus pares de EE.UU., Canadá e Italia y que el 54,46 % de los maestros creen estar en mejor situación que hace diez años. Según Iaies, es nuestra costumbre “creer que la realidad es como nosotros creemos y no como realmente es”. Corroborando esto último, acaba de salir el barómetro global de optimismo realizado por la Red Mundial de Investigación de Mercados donde los argentinos obtuvimos una muy buena calificación del 60 % de optimistas cercano esto a los países del BRIC (Brasil, Rusia, India y China).

Lo cierto es que para que estos pronósticos con los cuales autoproclamamos nuestras probabilidades futuras pudieran acercarse a nuestra realidad y no a una nueva frustración, deberíamos apuntar a realizar cambios muy profundos. Es cierto que el mundo proclama que Sudamérica vive un momento excepcional y que la Argentina, en particular, con el valor de la soja arrastra un crecimiento espectacular de años. Sin embargo, como dice la conocida canción “Nada es para siempre” y, una vez más, pasa el tren de la alegría y nosotros deberíamos trabajar duro para la hora de la congoja que siempre, pero siempre, finalmente llega. Ocurre que Dios parece que no es argentino, a pesar de nuestra insistencia. Hacer ese esfuerzo implica ponerle valor agregado a nuestras exportaciones primarias, una obviedad de la que hablamos hace tan solo… ¡100 años! ¿Cómo hacerlo? Todavía ningún genio inventó nada que no sea apoyar la educación, el desarrollo científico, planes de mediano y largo plazo que se cumplan y sostener los procesos de investigación que sean útiles a los objetivos del país.

Debemos, entonces, rever completamente nuestro sistema educativo global, volverlo infinitamente más equitativo, acercarlo a nuestras necesidades reales e intentar que la inteligencia de la que tanto nos jactamos se vuelva productiva y efectiva para poder brindarle bienestar a la población. Ese pareciera ser el camino más serio para volver a una senda que hace mucho, pero mucho, supimos tener.

Intentarlo tendría que estar fuera de toda discusión electoral, de cualquier chicana política o disputa de intereses entre sectores y debería ser el gran tema de la década para todos los argentinos.

En ello se va el porvenir.

Artículos más leídos

Aviones de sexta generación: ¿cuántos proyectos militares hay en curso?

Desde hace varios años, las potencias mundiales llevan adelante la concepción de los aviones de la próxima generación. Estados Unidos es el que más...

Malvinas, en las manos de Pedro Miranda: entre bombas, segundos contados y la presión...

De bajo perfil y con la humildad característica de los grandes, el Veterano de Guerra de Malvinas Pedro Prudencio Miranda insiste en que su...

Armas nucleares: ¿cuáles son los países con mayor cantidad de ojivas?

Desde Hiroshima y Nagasaki, pasando por la Guerra Fría, el mundo está en alerta a los desarrollos nucleares que llevan adelante las distintas potencias...

La era de la IA: ¿qué datos le estamos dando a las empresas y...

A través de escaneos biométricos y de iris, es mucha la información que se le brinda a diferentes compañías, sobre todo a aquellas orientadas...

Qatar, el poderoso emirato que medió en la liberación de rehenes israelíes en Gaza

Este minúsculo país árabe, ubicado estratégicamente en la costa oeste del golfo Pérsico, asume un papel clave en la diplomacia regional. A su poder...
spot_img

Contenido mas reciente

¿Qué hay detrás del Esequibo, la región de Guyana que Venezuela pretende anexar?

El gobierno de Nicolás Maduro convocó a un plebiscito para saber cuál es la...

Armas nucleares: ¿cuáles son los países con mayor cantidad de ojivas?

Desde Hiroshima y Nagasaki, pasando por la Guerra Fría, el mundo está en alerta...

Hamas y Yihad Islámica: similitudes y diferencias en el combate contra Israel

El Estado de Israel le declaró la guerra a Hamás tras más de 30...

Malvinas, en las manos de Pedro Miranda: entre bombas, segundos contados y la presión de salvar vidas 

De bajo perfil y con la humildad característica de los grandes, el Veterano de...
spot_img

Contenido Relacionado