En el marco del Día Internacional de la Mujer, DEF homenajea a cuatro pioneras que marcaron hitos en la medicina, astronomía, Fuerzas Armadas y en la guerra de Malvinas. Conocé sus historias.
Mabel Bianco, Miriani Pastoriza, Liliana Colino y Sofía Vier, son cuatro ejemplos de historias de vida de mujeres pioneras, que con sus acciones, arduo trabajo, siendo innovadoras y creativas, cambiaron la realidad, mejoraron e hicieron de la Argentina un país mejor. Vaya en ellas, un homenaje de DEF a todas.
Es que el 8 de marzo de cada año se conmemora el Día Internacional de la Mujer. No es una celebración, dado que el origen de esta efeméride radica en un trágico suceso: el 25 de marzo de 1911, 123 jóvenes trabajadoras y 23 trabajadores murieron en el trágico incendio de la fábrica Triangle Shirtwaist en Nueva York. Reclamaban mejores condiciones laborales e igualdad.
Si bien se “celebra” todos los 8 de marzo, fecha institucionalizada por la Organización de Naciones Unidas (ONU) en 1975, es importante remarcar que pasaron 113 años y se ha avanzado en varios aspectos. Pero queda mucho camino aún por recorrer para saldar las deudas pendientes.
Mabel Bianco: “Siempre tuve en claro que me interesaba la docencia y la investigación”
En este contexto, emerge la historia de Mabel Bianco, médica, feminista, presidenta y fundadora de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM). Fue elegida en 2019 entre las 100 mujeres más influyentes del mundo por la BBC, tradicional medio público del Reino Unido.
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¿Cómo nació FEIM y por qué fue tan importante desde sus inicios? “A partir de un fondo común salido de nuestros propios bolsillos, comenzamos a realizar talleres y a vincularnos con otros grupos de la sociedad civil, llevando actividades a colegios, clubes e instituciones para todo el espectro etario femenino”, recordó.
“Muy pronto, tuvimos numerosos pedidos de municipios orientados a la capacitación de los jóvenes. En un principio, nos enfocamos en salud sexual y reproductiva, pero rápidamente incorporamos VIH, SIDA, temas que nos sumaron muchísimos participantes”, amplió la investigadora.
Es que desde FEIM realizan talleres para padres y docentes, y el mayor éxito vino de la mano de un proyecto de capacitación de pares. Bianco destacó que en 1999 crearon una red de jóvenes por los derechos sexuales y reproductivos que tiene 14 grupos en distintos lugares del país. Luego sumaron talleres con salida laboral y para promover los derechos de las mujeres.
Porteña, hija de una familia tradicional de clase media, Bianco se caracterizó desde chica por su determinación. Aburrida de la escuela primaria, dio libre sexto grado ante el asombro de su familia que desconfiaba de su decisión.
Luego, se recibió de bachiller a los 15 años y se anotó en la carrera de Medicina en la flamante Universidad de El Salvador, a la vez que rendía el ingreso en la Universidad de Buenos Aires. Durante tres años estudió en ambas facultades, hasta que optó por la primera porque tenía, a su juicio, una educación más integral.
A los 23 años, ya médica, estudió medicina preventiva en Cali, Colombia, donde también realizó una maestría, y más adelante Epidemiología en Londres. “Esa fue mi formación. Siempre tuve en claro que me interesaba la docencia y la investigación”, contó a DEF.
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De regreso en Argentina, trabajó en la Academia Nacional de Medicina –donde creó el Centro de Investigaciones Epidemiológicas– y, con el regreso de la democracia en 1982, decidió que era tiempo de participar a nivel público y empezó a trabajar en el Ministerio de Salud y Acción Social de la Nación, donde coordinó el Programa Alimentario Nacional, PAN, creó el Programa Mujer, Salud y Desarrollo y fue responsable de la Dirección de Relaciones Internacionales.
Ese fue tan solo el puntapié inicial de un trabajo de casi medio siglo relacionado con los derechos de la mujer. Pretender abordarlo de modo exhaustivo es casi imposible.
Hoy en día, sigue trabajando a destajo en lo suyo: la medicina, la docencia y la investigación. Es coordinadora de la Campaña Internacional ‘Las Mujeres No Esperamos. Acabemos con la Violencia y el VIH. YA!’ y coordinadora del Grupo Internacional de Mujeres y el Sida –IAWC-, además preside la Coalición de Mujeres y Sida.
Miriani Pastoriza, una mujer que soñó con el cielo y logró alcanzarlo
Miriani Griselda Pastoriza, astrónoma, profesora titular en el Departamento de Astronomía del Instituto de Física, en la Universidad Federal de Río Grande do Sul (Brasil), es miembro de la Academia Brasileña de Ciencias. Dedicó gran parte de su vida a intentar entender mejor al espacio que está por arriba de todos nosotros.
Vive desde hace más de cuarenta años en Brasil. Su historia refleja la realidad de muchos intelectuales quienes, lejos de ser valorados, fueron relegados dentro de su propio país. “Es difícil la vida de una mujer que no renuncia a lo que cree”, dijo en su momento en diálogo con DEF.
Fue la primera licenciada en Astronomía del país, publicó más de 200 artículos científicos, dirigió 15 tesis de doctorado, 17 de maestría y, gracias uno de sus descubrimientos, una galaxia fue bautizada con su nombre. En el 2018, la Universidad de Córdoba la distinguió con un doctor Honoris Causa. Se trata de la historia de una mujer que soñó con el cielo y logró alcanzarlo.
Nacida en Loreto, un pueblo pequeño de Santiago del Estero, Pastoriza leía las revistas Billiken y Mundo Infantil, y siempre le llamaba la atención el cielo. Desde su adolescencia tuvo claro que su destino era la astronomía.
Gracias a su pasión y dedicación se convirtió en la primera mujer que consiguió ser astrónoma en la Universidad Nacional de Córdoba e incluso logró una hazaña única: descubrió una galaxia que ahora lleva su nombre.
La historia de Miriani Pastoriza parece salida de una película: hija de una maestra que quedó viuda muy joven, se esforzó para llevar adelante sus estudios en la provincia de Córdoba, trabajó como profesional en su área, fue madre de dos hijos y nunca de perseguir su sueño, el de ser una estudiosa del espacio.
Liliana Colino, la única mujer de las Fuerzas Armadas que pisó Malvinas
En 1982, María Liliana Colino tenía 25 años y era enfermera, jefa de Terapia Intensiva del Hospital Aeronáutico Central. ¿Cómo terminó allí?, por culpa del destino. Antes de Malvinas, ya se había recibido de veterinaria y enfermera. Estaba decidida a cumplir sus sueños: quería ser guardaparque, por eso, un día tomó un colectivo hacia las oficinas de Parques Nacionales.
Sin embargo, fue en el tiempo equivocado: le dijeron que no incorporaban mujeres. Allí fue cuando tomó la línea 132, de regreso. Mientras la impotencia y desilusión buscaban adueñarse de sus pensamientos, notó un afiche de la Fuerza Aérea Argentina: ellos sí estaban buscando mujeres (enfermeras) para incorporarlas a sus filas. Liliana ingresó.
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En mayo de 1982, mientras recrudecían los combates, Liliana formó parte del grupo de enfermeras militares trasladadas a Comodoro Rivadavia, ciudad donde se había instalado el hospital reubicable.
“Era el momento de reivindicar algo que sabíamos que era nuestro; eso me dio muchísimo orgullo”, cuenta Liliana, al tiempo que subraya que, desde los tiempos de la escuela primaria, ella creció sabiendo que “las Malvinas son argentinas”.
Hacia el 21 de mayo, y tras el desembarco británico, aumentó la cantidad de heridos, muchos de los cuales eran atendidos en el hospital de Puerto Argentino. “Pidieron una evacuación aeromédica porque estaban saturados”, recuerda Liliana, quien, al principio, no estaba designada para ser parte de la tripulación que realizaría la maniobra.
“Esa madrugada, el capitán Smith me preguntó si lo podía acompañar porque iban a traer muchos pacientes. Durante el tiempo que estuvimos en Malvinas, sucedieron cosas, como el hecho de las alertas rojas en la pista de aterrizaje y el momento en el que tuvimos que despegar de urgencia: nos persiguieron tres Sea Harrier y debimos cambiar el itinerario para llegar a Comodoro”, recuerda.
“Felizmente, logramos concretar la evacuación”, relata sobre aquella jornada que la llevó a convertirse en la única mujer de las Fuerzas Armadas que pisó las Malvinas en la guerra. Sobre aquel momento, agrega: “Sentí un orgullo total. Haber pisado las islas en el momento en el que eran argentinas es algo que no se compara con nada”.
Al regresar, aparecieron los reconocimientos. El primero llegó de manos de la Fuerza Aérea Argentina, en 1985. Años más tarde, vinieron los del Congreso de la Nacióny el Ministerio de Defensa. Un detalle: sus padres jamás supieron que había estado en Malvinas hasta que llegó la primera distinción. “Ellos fueron al acto y ahí lo mencionaron. ‘¿Vos estuviste en Malvinas?, ¡¿cómo no dijiste nada?!’… pero yo no dije nada porque estaba en tantas cosas que no se me ocurrió que era importante decirles”.
Sofía Vier, la primer teniente que voló alto con aviones caza-bombarderos
En el año 2020, la primera teniente Sofía Vier, también conocida como “Marvel” -según su apodo de vuelo– se convirtió en la primera mujer piloto de aviones caza-bombarderos de la Fuerza Aérea Argentina. Para llegar a ese punto de su carrera, debió aprobar el exigente curso que la Fuerza realiza para estos tipos de aviadores.
Un dato: cuando Sofía ingresó dio sus primeros pasos en la carrera, solo había varones dentro de esta especialidad. Lo que podría haber sido una barrera, fue un desafío. Además, lleva las alas en su sangre: su papá es miembro de la Fuerza y su abuelo, si bien perteneció al Ejército, fue parte de quienes fundaron la Escuela de Aviación Militar.
Tiempo antes, y cuando soñaba con poder hacerlo, DEF la entrevistó. Días antes de aquel histórico momento había regresado de Estados Unidos, donde realizó un curso de aviación. De hecho, fue la primera mujer argentina en concretar el programa, conocido como Aviation Leadership Program, y convertirse así en la primera aviadora en finalizar la capacitación en la Fuerza Aérea de Estados Unidos.
“En total, en Estados Unidos, estuve un año y ocho meses, egresé como aviadora militar con aproximadamente 180 horas de vuelo”, añadió.
“Siempre me gustó el ámbito aeronáutico. Cuando cumplí 15 años, mi papá me llevó a volar en planeador. Desde ese día, se generó dentro mío una fascinación por el tema y supe que quería ser piloto, pero en el marco de la Fuerza Aérea. Yo miraba los aviones de caza y los uniformes y, por dentro, pensaba: ‘Esto es lo mío’”, dijo en aquella oportunidad.
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Durante aquel encuentro con DEF, Sofía fue contundente con respecto a las posibilidades profesionales dentro del ámbito castrense: “Yo creo que todos los que trabajamos en la Fuerza le dedicamos nuestra vida. Es muy importante para nosotros, es una parte de nuestro ser. Es difícil entenderlo si uno no está adentro. Yo siento amor por la Fuerza Aérea Argentina y por todo lo que se relaciona con ella. De eso se trata la vocación. Uno lo siente dentro y por eso le dedica tanto esfuerzo”.
