“El horizonte de la criminalidad transnacional latinoamericana está sufriendo una profunda y violenta evolución”, señala un informe publicado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS), que ahonda en la expansión de los cárteles mexicanos en otros países de la región. “La nueva élite criminal transnacional mueve múltiples productos que van más allá de las fronteras geográficas y de los mercados que solía manejar en el pasado reciente”, añade sobre los responsables del narcotráfico mundial.

Citando fuentes locales y funcionarios de la DEA estadounidense, el informe advierte sobre la proyección regional del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) y el Cártel de Sinaloa. Aunque ambos siguen recibiendo importantes ingresos del tráfico de cocaína, sus actividades se han diversificado y, entre sus nuevos negocios, se destaca el de la comercialización de drogas sintéticas.
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“El CJNG y el Cártel de Sinaloa compran y movilizan las drogas sintéticas a granel y reciben como pago una prima por sus servicios”, señala el informe. Y agrega que la venta al pormenor de esos estupefacientes está a cargo de redes criminales locales.
El informe menciona a Argentina, Chile, Paraguay y Uruguay como países donde ya hay presencia de redes del CJNG. “Ninguno de estos países está preparado para el rápido surgimiento de este tipo de grupos armados no estatales en el futuro cercano”, alerta el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS).
El CJNG y sus múltiples ramificaciones
Surgido de un desprendimiento del Cártel de Sinaloa, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) es hoy un actor protagónico en el suministro de metanfetaminas y fentanilo al mercado estadounidense. El acceso a precursores químicos procedentes de China, India y Turquía y el control parcial de puertos de ingreso de la droga le ha permitido al CJNG afianzar su dominio del negocio.

Entre las actividades ilícitas conexas al narcotráfico, el informe del IISS menciona el tráfico de seres humanos y el control de rutas migratorias en Centroamérica y México. Además, se incluyen sus actividades de minería ilegal del oro en Ecuador y Venezuela y el comercio de productos farmacéuticos falsificados.
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Entre las alianzas criminales internacionales que ha tejido el CJNG, cabe mencionar sus vínculos con el Primeiro Comando da Capital (PCC) brasileño, que le brinda acceso a armas y puertos. También mantiene estrechas relaciones con la ‘Ndrangheta, lo que le permite lavar dinero y ampliar sus mercados; y, en Ecuador, ha confluido en actividades conjuntas con el grupo Los Lobos, la pandilla que conmovió al país a comienzos de 2024 al desatar una ola de violencia en Guayaquil que desafío a las fuerzas policiales y obligó al presidente Daniel Noboa a recurrir a las Fuerzas Armadas para restablecer el orden.

El Cártel de Sinaloa y su emporio criminal
El otro grupo narco mexicano que ha ampliado su radio de acción en América Latina es el Cártel de Sinaloa, principalmente gracias a su dominio del tráfico de drogas sintéticas y sus conexiones con el Ejército de Liberación Nacional (ELN), que le permite acceder a la cocaína producida en Colombia. El informe del IISS menciona también la protección que el régimen de Nicolás Maduro brinda al ELN, lo que le permite operar en zonas selváticas en la frontera colombo-venezolana.

También funcionan como proveedoras de cocaína del Cártel de Sinaloa otras dos organizaciones colombianas: el Cártel del Golfo y el autodenominado Estado Mayor Central (EMC), desprendimiento de las desmovilizadas Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Mientras tanto, en el vecino Ecuador, esta organización criminal mexicana ha establecido una alianza con el grupo Los Choneros, que desató, junto a Los Lobos, la ola de violencia criminal que sacudió a Ecuador en los últimos años y tuvo su pico en enero de 2024.
“Los cárteles mexicanos importan los proveedores químicos y producen sus propias drogas sintéticas, que por lo general se comercializan en forma de píldoras, con un precio de venta de entre 5 y 25 dólares cada una”, señala el informe, citando a funcionarios de la DEA estadounidense. También se hace referencia a la dark net o “Internet oscura”, donde también se comercializan los precursores químicos que estas redes criminales utilizan para la producción de esos estupefacientes.