En medio de la guerra con Ucrania, Rusia abandonó el Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales tras una evaluación que hizo el país desde su suspensión en 2007. El acuerdo se basaba en limitaciones cuantitativas en cinco categorías de equipo armamento: carros de combate, vehículos acorazados, artillería, helicópteros y aviones.
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El Ministerio de Relaciones Exteriores ruso expresó en un comunicado que “EE.UU., convencido de su ‘victoria’ en la Guerra Fría, lanzó el proceso de ampliación de la OTAN y, como consecuencia, los países de la alianza empezaron a eludir abiertamente las restricciones de grupo del Tratado. Así, el Tratado FACE en su forma original perdió contacto con la realidad”.
El Consejo Atlántico, órgano de la OTAN, anunció la suspensión del acuerdo y esperan una reconfiguración del mismo, en términos que se rijan por el contexto de la región y por la decisión de las autoridades rusas. El fracaso de este acuerdo implica la posibilidad de un futuro desarrollo militar sin control alguno y una escalada en las tensiones, un peligro para Europa y para todo el mundo.

¿En qué consiste el Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales?
El Tratado sobre las Fuerzas Armadas Convencionales en Europa (FACE) es un convenio firmado en 1990 entre los 16 países originales de la OTAN, entre los que se encontraban Reino Unido, República Federal de Alemania, Francia, Italia y Estados Unidos, y el acuerdo de cooperación llamado Pacto de Varsovia, integrado por la Unión Soviética, Rumania, Hungría, Bulgaria, Checoslovaquia, Polonia y la República Democrática Alemana.
El FACE establecía límites en categorías claves del equipamiento militar en los países europeos e indicaba la destrucción del excedente. No se podía superar los 20.000 carros de combate, los 30.000 vehículos acorazados, las 20.000 piezas de artillería, los 6.800 aviones y los 2.000 helicópteros de ataque.
El propósito era equilibrar la balanza y apaciguar los resquemores de la Guerra Fría, que enfrentó a los soviéticos y estadounidenses sin un conflicto armado, pero que se dirimió en el espacio de la geopolítica.
La caída y el desmembramiento de la URSS en 1991 corrió el límite de Europa del Este hacia Occidente y dejó a Rusia y a los aliados que le quedaron en una situación desigual en este tratado. A raíz de esto, se renegocia en 1999 el Acuerdo de Adaptación, pero nunca se ratificó debido a incumplimiento de las partes. Los rusos siguieron teniendo presencia militar en Georgia y Moldavia a pesar de haber acordado su retirada, mientras que la OTAN concretaba la cuarta y quinta expansión, sumando a República Checa, Eslovaquia, Bulgaria y Rumania, ex asociados a los soviéticos, como estados miembros. Estas adhesiones alejaban a la Alianza del Atlántico y acercaba la tensión a Rusia.
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En 2007, Vladimir Putin decide suspender el acuerdo y la escalada que se produjo desde el comienzo de la guerra con Ucrania en 2022 terminó por concretar la salida de su país.
En este período de 16 años, hubo intentos de revitalizar el acuerdo FACE y ante la negativa de Rusia, los otros países firmantes siguieron aplicando los convenios firmados hasta la fecha.

La Guerra Fría, Estados Unidos y la expansión de la OTAN
La Guerra Fría sigue teniendo sus repercusiones en la actualidad, que si bien no se expresa en una disputa militar vigente, el tablero de ajedrez que es la geopolítica explica mucho de los conflictos actuales.
Estados Unidos y Rusia integran y colaboran en muchos tratados y organismos mundiales, como el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Sin embargo, en cada guerra, disputa territorial, confrontación diplomática e incluso en las alianzas, se puede ver una línea divisoria que separa ambas potencias. El bloqueo a Cuba, las sanciones a Venezuela, la guerra con Ucrania, el apoyo selectivo a alguna de las dos Coreas y la situación en Medio Oriente son algunos de los escenarios que enfrentan a estadounidenses y rusos por medio de “intermediarios”.
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La Alianza Atlántica, mejor conocida como la OTAN resultó ser un espacio donde los estadounidenses expresan el deseo de extender el alcance de su influencia. Como país fundador y vigente gigante de la política internacional y armamentística, hizo valer peso en las expansiones del Siglo XXI. Un bloque que unía a los países que rodean el Océano Atlántico, pero que hoy empuja los límites hacia el centro y el este de Europa.

La situación límite fue Ucrania. La “operación” rusa para anexar Donetsk y Lugansk, también fue una demostración de fuerza ante las continuas expansiones, las más importantes en 1999 y 2004, que acercaron a la OTAN hacia Rusia y que pretendían sumar a los ucranianos a la alianza tras declararlos “país aspirante”.



