La Central Buen Ayre es una planta de generación eléctrica que utiliza como combustible biogás del Complejo Ambiental Norte III C del CEAMSE. Construida y operada por Benito Roggio ambiental (BRa), estará en pleno funcionamiento en marzo de 2013, con una potencia total de 11,7 MW. Se trata de una de las tres plantas más grandes de Sudamérica. Por Mariano Roca. Foto: Fernando Calzada.
Transformar los residuos sólidos urbanos en energía. Esa es la premisa del proyecto encarado por Enerco2, la división de negocios de Benito Roggio ambiental (BRa) dedicada a las energías renovables, en el Complejo Ambiental Norte III C del CEAMSE en Campo de Mayo. Con un área de captación efectiva de 82 hectáreas, este relleno sanitario fue abierto en abril de 2008 y se espera que finalice sus operaciones en junio de 2013. La Central Buen Ayre fue habilitada comercialmente el pasado 5 de octubre y desde ese momento vuelca la energía producida al sistema interconectado nacional. DEF visitó el lugar y observó cómo funciona esta moderna planta que permite aprovechar el poder calorífico del biogás del relleno sanitario y generar energía eléctrica para alimentar un consumo medio equivalente al de una población de unos 15.000 habitantes.
¿CÓMO SE CAPTA EL BIOGÁS DEL RELLENO SANITARIO?
El biogás es el combustible que se obtiene a partir de la biodegradación de la materia orgánica en condiciones anaeróbicas, es decir, en ausencia de oxígeno. Tal como explica el ingeniero Juan Pablo Weihs, subgerente de Ingeniería de BRa, el biogás producido en el CEAMSE surge de “la descomposición de la fracción orgánica de los residuos sólidos urbanos que se disponen dentro del relleno sanitario”. Su composición depende de las características y volumen del residuo, su compactación y la edad del relleno sanitario. El poder calorífico es aportado por el metano, que representa alrededor del 55 por ciento de la composición del biogás de relleno sanitario. Cerca del 45 por ciento es dióxido de carbono y existe también un pequeño porcentaje de siloxanos, compuestos sintéticos orgánicos que se encuentran en estado gaseoso a la salida del pozo pero se solidifican al ingresar a la cámara de combustión y su arenilla produce una abrasión que daña los motores. Por eso es importante el filtrado de ese elemento para utilizar el biogás en la generación de energía eléctrica.
¿Cómo es el proceso de captación y tratamiento del biogás, previo a su ingreso a la Central Buen Ayre? El subgerente de Ingeniería de BRa y responsable del proyecto nos comenta que el biogás es extraído a través de una red de alrededor de 300 pozos de captación. Posteriormente se lo conduce hacia los colectores, cada uno de los cuales presenta un cárcamo de condensado. “Al salir a la superficie, el biogás lo hace a 40 o 45 grados y ahí se condensa, es decir, el vapor se convierte en líquido; y, con este mecanismo, lo que buscamos es evitar que ese líquido obstruya las tuberías”, explica, y añade que “en el punto más bajo del sistema, ya dentro de la central, hay una cámara de condensado que consiste en la última trampa para evitar que el líquido que pueda haber llegado hasta allí ingrese a los sopladores”.
Los sopladores son los encargados de succionar el biogás en todo el sistema de tuberías de recolección e impulsarlo al sistema de aprovechamiento. “Cada uno de los sopladores tiene un variador de velocidad que asegura que la planta de generación reciba el biogás a una presión lo más constante posible”, detalla el ingeniero Weihs, quien señala que durante la primera etapa de generación de electricidad “tenemos presión positiva en los pozos” y “lo que hacen los sopladores es regular”. Con el correr de los años, esos mismos sopladores tendrán que “hacer un poco más de succión para forzar al sistema a captar el biogás”. La Central Buen Ayre consume unos 6000 metros cúbicos de este combustible. “Hay una válvula inteligente -agrega- que detecta si se supera ese volumen y se encarga de enviar el excedente a la antorcha de quemado, que tiene un 99,5 por ciento de eficiencia; es decir, que de la cantidad de metano que ingresa, se quema el 99,5 por ciento”. El sistema cuenta, específicamente, con dos antorchas de llama oculta que aseguran la combustión del metano en algún punto del trayecto previo a su salida.
ENERGÍA ELÉCTRICA Y BENEFICIOS AMBIENTALES
Pasando a la etapa de generación eléctrica, la Central Buen Ayre consta de seis motogeneradores Caterpillar de 1,96 MW de potencia cada uno, con un rendimiento eléctrico del 39 por ciento, lo que arroja una potencia total de 11,79 MW. “Son motores de combustión interna, adecuados para este tipo de gas, con sus camisas reforzadas y que trabajan a un poco más de temperatura que lo habitual”, detalla Juan Pablo Weihs. El motor mueve al generador, que genera en baja tensión, a 400 volts, y va a una sala de transformación, donde la tensión se eleva a 13,2 kV. La energía generada es transportada mediante una línea subterránea de 7,2 kilómetros a la Subestación Rotonda de Edenor, que se encuentra conectada a la red eléctrica nacional.
La Central Buen Ayre, cuya construcción demandó unos diez meses con una inversión total de 150 millones de pesos, está entregando actualmente al sistema interconectado nacional una potencia de 7,1 MW y se estima que en marzo de 2013, en pleno funcionamiento, estará llegando a los 11,7 MW finales. El contrato firmado con Enarsa, en el marco del Programa de Generación Eléctrica a partir de Fuentes Renovables (Genren), asegura una tarifa fija de 123,97 dólares por MW/hora durante un período de 14 años, con un compromiso de provisión de 10 MW. El remanente de generación eléctrica, cerca de 1,7 MW, podrá ser comercializado directamente en el mercado spot, cuyos precios están hoy en el orden de los 120 pesos por MW/hora.
Cabe destacar que la generación de energía eléctrica a partir de biogás no solamente desplaza el uso de combustibles fósiles de una central termoeléctrica tradicional, con la consiguiente reducción de emisiones contaminantes a la atmósfera; sino que, por otro lado, la captación y combustión del biogás evita las emisiones de metano que se hubieran generado en el relleno sanitario. Todo el proceso permite una reducción total de emisiones equivalente a 6,04 millones de toneladas de dióxido de carbono durante los próximos diez años. Por eso el proyecto ha sido registrado por nuestro país en el Mecanismo de Desarrollo Limpio del Protocolo de Kioto, de manera de poder generar certificados de reducción de emisiones (CER), más conocidos como “bonos verdes”.