El desarrollo del biogás, al que el consultor David William House definió como “la Cenicienta de las energías renovables”, se ha expandido en todo el mundo en los últimos años. El proceso consiste en el aprovechamiento del gas metano generado por la fermentación de la materia orgánica, en lo que se conoce técnicamente como “biodigestión”. En ausencia de oxígeno, cuando la biomasa se descompone, comienzan a actuar las bacterias que producen el biogás. Existen distintos insumos a partir de los cuales se puede obtener este combustible ecológico, entre los cuales destacan el estiércol de animales de granja, los residuos domiciliarios y los desechos agroindustriales.
A nivel latinoamericano, el primer proyecto de estas características se llevó a cabo en Uruguay y contó con la financiación parcial del Fondo para el Medio Ambiente Mundial (FMAM), que cubrió el 66% de la inversión inicial. El programa se viene ejecutando desde hace una década en el relleno sanitario del departamento de Maldonado, ubicado en el paraje Las Rosas. Allí se encuentra en operación desde 2005 una planta de generación eléctrica alimentada por el biogás producido en el lugar. Su capacidad instalada es de 1 MW y la energía que allí se produce es adquirida por la empresa estatal UTE, que abastece con ella a unas 700 viviendas.
OLAVARRIA, A LA VANGUARDIA
En nuestro país, Olavarría fue la primera ciudad en avanzar en una iniciativa similar. La idea surgió en 2002, cuando la Municipalidad local encargó a la Facultad de Ingeniería de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires (UNICEN) un estudio de factibilidad para analizar las distintas posibilidades tendientes a la gestión integral de los residuos sólidos urbanos. Entre las propuestas elaboradas por el grupo de trabajo liderado por los ingenieros Gabriel Blanco y Estella Santalla, destacó el proyecto de captura del biogás del relleno sanitario existente en esa localidad. El gobierno municipal aceptó el desafío y firmó un nuevo acuerdo con la Facultad, que se hizo cargo del desarrollo técnico y de la ingeniería del proyecto.
La planta de biogás comenzó a funcionar a comienzos de 2006. ¿Qué se hace con el combustible obtenido? “En principio, el biogás era quemado en una antorcha para destruir el metano”, explicó a DEF el ingeniero Blanco. “En una segunda etapa se va a realizar un aprovechamiento energético de ese biogás, que será utilizado para alimentar un horno pirolítico, que es aquel en el que se realiza el tratamiento de los residuos patogénicos de los hospitales de la ciudad”, agregó. A una tasa promedio de generación de aproximadamente 282 metros cúbicos de biogás por hora, y asumiendo una eficiencia de quemado del 97%, el promedio anual de reducción de emisiones contaminantes asciende a 17.300 toneladas de dióxido de carbono equivalentes.
LA VENTA DE “BONOS VERDES”
Este impulso del biogás ha permitido a Olavarría transformarse, además, en el primer municipio argentino en tener acceso al mercado de bonos de carbono de Naciones Unidas. La idea había sido planteada por el propio grupo de trabajo de la UNICEN, al momento de elevar su informe al municipio. A través del Mecanismo de Desarrollo Limpio (MDL), por un procedimiento contemplado en el Protocolo de Kioto, los países desarrollados pueden financiar proyectos para la reducción de gases de efecto invernadero en los países en desarrollo y recibir, a cambio, certificados de reducción de emisiones, más conocidos como bonos de carbono o “bonos verdes”.
“Los órganos de contralor del Mecanismo de Desarrollo Limpio establecen pautas muy rigurosas a la hora de monitorear las emisiones”, señaló Gabriel Blanco, quien aclaró que el certificado recién es entregado una vez efectuadas las auditorías internacionales de Naciones Unidas que acrediten fehacientemente esos resultados. Los fondos ingresan directamente a la Municipalidad de Olavarría, que ya invirtió parte del dinero en localidad rural de Espigas, distante 75 kilómetros de la cabecera del municipio, donde se ha instalado una red de agua potable y un calentador solar destinado a una escuela y un hospital de la zona.
“La experiencia ha sido muy positiva por el aprendizaje que hemos hecho todos los que estuvimos involucrados en el proyecto, tanto desde lo técnico como desde la gestión”, manifestó satisfecho el ingeniero Blanco. Reconoció, asimismo, que tras la puesta en marcha de la planta de biogás en Olavarría, han recibido consultas de otros municipios argentinos y han asesorado a distintos países de la región, entre ellos Uruguay, Bolivia y México.