En las últimas semanas, el ejército estadounidense asentado en Medio Oriente mantuvo enfrentamientos con fuerzas afines al régimen iraní en Siria e Irak.
Por Nataniel Peirano
Mientras Medio Oriente se encuentra atento a la incursión terrestre de Israel en la Franja de Gaza, Estados Unidos libra una lucha distinta cerca del centro del conflicto. Las bases norteamericanas en Siria e Irak recibieron cerca de 45 ataques por parte de grupos ligados a Irán, que evidencian un crecimiento desde el ataque de Hamas el 7 de octubre.
La base militar de Ain al Asad, controlada por las fuerzas iraquíes y estadounidenses, fue uno de los principales objetivos de los ataques por su ubicación estratégica en la gobernación de Ámbar, al ser la más extensa y limitar con Siria.
La presencia estadounidense en Medio Oriente, amenazada por grupos paramilitares pro Irán
Desde la declaración de guerra por parte de Israel, Medio Oriente y el resto de la comunidad internacional esperaba una intromisión de Irán. A pesar de las reiteradas amenazas de involucrarse si el ejército israelí invadía Gaza, operación que se encuentra en curso, el gobierno iraní se mantiene al margen de un enfrentamiento armado.
Si bien el Estado encabezado por el líder supremo Alí Hoseiní Jamenei desistió de causar una escalada, es conocida su relación con la agrupación terrorista Hezbollah y su apoyo incondicional, tal y como dijo Hassan Nasrallah, principal figura de la agrupación terrorista. La organización ataca a Israel desde El Líbano para desgastar a la defensa israelí mientras Hamas lucha en la Franja de Gaza y los libaneses financian las operaciones de otros grupos esparcidos por la región.
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Este es el caso del grupo Resistencia Islámica Nacional Iraquí, autor de los recientes ataques a las bases militares estadounidenses en Irak que reivindica un país libre de la “ocupación” extranjera y cuenta con el apoyo financiero y militar de Irán. Se opone al gobierno nacional, heredero de la inestabilidad política producto de la invasión de Estados Unidos a principios de siglo.
En el país también funcionan las Fuerzas de Movilización Populares (FMP), una liga que aglomera distintas milicias y que mantiene una estrecha relación de Irán y Hezbollah. Al igual que Hamas, tiene un brazo armado y otro político, con el cual fueron la segunda fuerza del Parlamento iraquí en 2018.
La situación es similar en Siria, pero tiene un actor diferente, histórico y complejo. La Guardia Revolucionaria Islámica es uno de los brazos del ejército iraní cuyo propósito es la defensa del sistema islámico en Irán y en la región, principalmente en territorio sirio. Se destacan por su rol activo en el entrenamiento de las tropas libanesas, entre ellas Hezbollah, durante la invasión de Israel en 1982 y por su intervención en la guerra civil siria en apoyo al gobierno.
En Irak, la Guardia Revolucionaria forma parte del frente en contra de la independencia kurda, los rebeldes y de la expansión del ISIS al mismo tiempo que mantiene enfrentamientos aislados con las fuerzas estadounidenses.
En respuesta a los ataques, Estados Unidos bombardeó posiciones de la Guardia Revolucionaria Islámica en Irak y de la Resistencia Islámica en Siria dejando en claro que no tolerará acciones contra su personal e intereses. Desde el gobierno norteamericano, también apuntaron que las acciones defensivas buscaron ser lo suficientemente limitadas para evitar una escalada de violencia mayor en la región.

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Irán: en un juego de ajedrez para alinear a la región contra Estados Unidos e Israel
La rivalidad con Estados Unidos e Israel tiene una larga historia. La fundación del Estado de Israel puso en contra a gran parte de Medio Oriente, pero la entrada de Irán en el conflicto no se dio hasta la Revolución Islámica de 1979, que depuso al gobierno apoyado por Estados Unidos y Gran Bretaña.
En reemplazo, surgió el liderazgo del ayatolá Ruhollah Jomeini que representaba y sigue representando, incluso después de su muerte, los interés islámicos, muy ligados a una identidad regional que se opone a la creación de Israel y al desplazamiento de la población palestina.
La invasión israelí al Líbano en 1982 y el saboteo del Programa Nuclear iraní que prosiguió a la Revolución Islámica son algunos de los hitos de la tensa relación que existe desde fines de la década del ’70.
Desde su radical conversión al islamismo, Irán es una brújula para el resto de los opositores a Israel de la época y actualmente alineó al Líbano, Siria, Irak y Yemen en contra de Israel. Con Hezbollah, grupos paramilitares y ramas no convencionales del ejército, el régimen iraní logró construir una notable influencia en Medio Oriente.

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Hezbollah funciona como un emisario de Irán en la región, con evidentes conexiones con Hamás y la Yihad Islámica en Gaza, y presencia en el Líbano. Mientras, entrena grupos paramilitares en Siria y Yemen, como es el caso de los hutíes.
Indirectamente, los intercambios entre Estados Unidos y estos grupos juegan un papel más que importante para detener la expansión de Irán en Medio Oriente y una, por ahora improbable, intervención en la guerra con epicentro en Gaza.




