El autor del best-seller “Start-up Nation” brindó una serie de conferencias en Buenos Aires, destinadas a promover el espíritu emprendedor a la luz de la experiencia israelí.
Redactor Jefe Editorial de The Jerusalem Post y colaborador frecuente en Wall Street Journal, Newsweek y la cadena de noticias CNN, Singer está dedicado a expandir la cultura de las start-ups, aquellas empresas de reciente creación y con grandes posibilidades de crecimiento, generalmente asociadas a la innovación y al desarrollo de nuevas tecnologías. Israel, el país con mayor concentración de empresas de este tipo en el mundo, recibe dos veces y media más inversiones de capitales de riesgo que los EE. UU. Tal vez por ello se ganó el sobrenombre de Start-up Nation, una nación emprendedora.
Singer viaja por el mundo explicando el secreto que hace que un país de 7,1 millones de habitantes, sin recursos naturales y rodeado de enemigos se destaque económica y tecnológicamente. DEF tuvo la oportunidad de dialogar con el autor y conocer de manera más profunda algunos conceptos expuestos en sus charlas y en el libro.
Granjeros de la alta tecnología
“Las ideas son un recurso renovable”. Con esta idea fuerza comenzó su exposición Saúl Singer ante un auditorio variopinto colmado de empresarios, profesores y estudiantes convocados por la Asociación de Amigos de la Universidad de Tel Aviv. El punto era demostrar que incluso en un escenario adverso se puede desarrollar un modelo exitoso de país: Los recursos naturales pueden escasear o acabarse, pero siempre hay nuevas ideas que se convierten en materia prima para innovaciones.
Singer aclaró que tiene que haber un ambiente propicio para que surjan esas ideas. En ese sentido, según el periodista, Israel lleva la innovación en su ADN. “El país mismo fue una start-up: los fundadores fueron ‘emprendedores nacionales’” que se atrevieron a pensar y llevar a cabo un nuevo país en la región de la que se habían exiliado sus ancestros.
Por ello, Dan Senor y Saul Singer hacen una analogía en su libro entre los emprendedores de hoy en día y los colonos agrícolas que forjaron el moderno Estado israelí en la primera mitad del siglo XX. “Existe un claro vínculo entre los tiempos en los que los fundadores drenaban ciénagas y cultivaban naranjas y la era actual de start-ups y diseñadores de microprocesadores”, afirman los autores en Start-up Nation. Los empresarios actuales serían “granjeros de la alta tecnología”.
Espíritu disconforme
Pero lo que Salul Singer busca en todo momento va más allá de una historia económica del Estado de Israel. Trata de observar la idiosincrasia que da lugar a la efervescencia emprendedora. “Lo que hace que el espíritu de Israel sea hoy tan fuerte es que se ha formado con una mezcla de patriotismo de sus fundadores, la iniciativa, la conciencia constante de la escasez y la adversidad, además de la curiosidad y la inquietud enraizadas en la historia judía e israelí”, dijo Singer.
Esta idea está refrendada por el propio Simon Peres, premio Nobel de la Paz, dos veces primer ministro y actual presidente de Israel, en una entrevista que mantuvieron los autores a propósito del libro: “La gran contribución del pueblo judío en la historia es la insatisfacción. Es mala para la política, pero muy buena para la ciencia”, dijo en aquella oportunidad.
Singer se expresó en la misma línea: “Nos gusta confrontar, discutir, preguntar. Por eso somos buenos para las start-ups, pero por eso mismo no tenemos grandes compañías”. Según el periodista israelí las grandes empresas ofrecen un complemento ideal para a la economía de su país ya que dan “la posibilidad de crear escala, algo que para una start-up es difícil”.
Hoy en día la adquisición de empresas de innovación israelíes por parte de multinacionales es una práctica generalizada. IBM, por ejemplo, compró once start-ups en Israel.
El secreto
Un caso que Singer citó como paradigmático a la hora de explicar el desarrollo innovador es el de Fraud Sciences, una pequeña empresa dedicada a investigar el fraude con tarjetas de crédito. Fue creada por Shvat Shaked y Saar Wilf, quienes sirvieron juntos en la Unidad 8200, un equipo de inteligencia de elite del Ejército israelí dedicado a rastrear terroristas. La experiencia adquirida en las Fuerzas Armadas les sirvió para desarrollar un sistema que permite detectar con un altísimo porcentaje de efectividad los usuarios fraudulentos de las tarjetas de crédito. Los resultados impresionaron a tal punto a Scott Thompson, presidente de PayPal, la empresa de pago on-line más grande del mundo, que decidió comprar Fraud Sciences antes que lo hiciera su competencia. La transacción se acordó por 169 millones de dólares.
Esta experiencia muestra, según Singer, uno de los elementos clave que hacen al espíritu emprendedor de Israel: el paso por el Ejército. “Más allá de la alta tecnología que hay allí involucrada, el servicio militar es una etapa de la vida y de la formación de los ciudadanos. Allí aprenden liderazgo, aceptan sacrificio, experimentan la idea de la misión -donde para alcanzar objetivos hay que tomar riesgos- y la idea de trabajar por el país”, relató el autor.
El modelo favorece que cuando una vez cumplido el servicio militar, si se tiene una buena idea, sea relativamente fácil crear una start-up, ya que durante esa etapa se crean muchas relaciones. “Todo el mundo conoce a alguien en su familia, universidad o unidad militar que es un emprendedor o que sabe cómo ayudar a alguien con iniciativa”.
En este punto, Singer subrayó una idea fundamental: “Tenemos una idea errónea de innovación. No se trata solo de patentes, que son básicamente ideas y que tenemos al nivel de los diez primeros países. Para start-ups hace falta decisión y estar dispuestos a tomar riesgos”.
Por lo tanto, “el secreto de Israel es una combinación de los elementos clásicos de cluster tecnológico con aspectos propios de la cultura israelí que amplían las habilidades y la experiencia de los individuos, consiguen que trabajen en equipo de manera eficiente y ponen a su disposición contactos que pertenecen, al igual que ellos mismos, a una comunidad que sigue creciendo”, aseguró Singer.
Cambio subcultural
Ahora bien, ¿es esta fórmula exclusiva de Israel y su cultura? ¿Se puede transpolar? Consultado por DEF, Saul Singer reconoció que “en la mayoría de los países la cultura general de los mismos no es afín al espíritu emprendedor”; y dio un ejemplo: la cultura de Silicon Valley no es igual a la cultura norteamericana promedio.
“Entonces, en orden a crear un ecosistema de innovación –continuó Singer-, lo que se debe nutrir es una subcultura, diferente a la cultura general, donde esté bien tomar riesgos, empezar nuevas empresas y perseguir nuevas ideas”. No hace falta que cambie todo el mundo, pero sí es necesario que una porción de la población acepte los peligros y se anime.
“Esas subculturas tienden a ser similares en todos lados”, agregó. “Es como una cultura internacional. Creo que eso es una de las cosas más apasionantes para los emprendedores que van a Israel, se sienten como en casa aunque provengan de otro lugar”, sostuvo.