Los brutales ataques perpetrados por el grupo terrorista Hamas a población civil israelí no solo conmovió a la comunidad internacional, si no que también alteró al sector agropecuario. Los detalles.
Los eventos del 7 de octubre, donde el grupo terrorista Hamas atentó contra miles de israelíes y posteriormente mató y secuestró a otros tantos, además de conmover a la comunidad internacional, desataron una serie de desafíos significativos para el sector de la agricultura en Israel.
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Muchos agricultores se vieron afectados por la violencia, algunos perdiendo la vida y otros permanecen secuestrados, a seis meses del ataque. Hubo daños generalizados en infraestructuras agrícolas, robos de equipos y una pérdida considerable de animales, especialmente en los hatos lecheros. Además, Israel enfrentó ataques por parte de Hezbolá en su frontera con el Líbano, afectando otra área agrícola clave.
A pesar de los esfuerzos por mitigar las pérdidas, los agricultores en el norte y en áreas cercanas a Gaza continúan desplazados, con incertidumbre sobre su futuro debido a las hostilidades persistentes y la destrucción resultante del conflicto. Existen impactos directos en términos económicos debido a las pérdidas notables en la producción.

Las consecuencias directas e indirectas en el agro de los ataques de Hamas
Es importante considerar no solo lo que no se pudo cosechar, sino también lo que no se pudo sembrar, lo que destaca la complejidad del impacto en el sector. Esta realidad está demostrando que las influencias del conflicto sobre el sector agrícola no tienen “fecha clara de vencimiento” y la verdadera obligación de los diferentes actores, especialmente del gobierno, es buscar cumplir con la obligación básica de garantizar que todas las personas tengan acceso físico, social y económico a alimentos suficientes, seguros y nutritivos que satisfagan sus necesidades energéticas diarias y preferencias alimentarias, como lo establece la Cumbre Mundial sobre la Alimentación (1996).
Ante la crisis, el gobierno, liderado por el primer ministro Benjamín Netanyahu, creó diferentes incentivos y compensaciones como medios para poder hacer frente a la crisis y asegurar la resiliencia del sector. Compensaciones directas e indirectas a los daños que la guerra está produciendo, incentivos especiales para la siembra de trigo, conversión de parcelas relevantes para la producción de papas y zanahorias, incentivos especiales para la siembra temprana de tomates, creación de fondos para la modernización de instalaciones agrícolas, modernización de invernaderos y adopción de tecnologías, etc.

En el campo de las importaciones se aumentaron las cuotas que aseguran la oferta continua de productos acorde a la demanda de los consumidores.
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Además, uno de los impactos más importantes del ataque del 7 de octubre fue el observado sobre la fuerza laboral en la agricultura. Independientemente de los efectos sobre los trabajadores locales, el conflicto expuso la fuerte dependencia de la agricultura a la mano de obra extranjera.

Un problema que complica al agro israelí
La agricultura de Israel enfrentó una reducción de facto de más del 50% de la fuerza laboral, casi de la noche a la mañana. Por lo tanto, quedó claro desde el principio que la cuestión de la fuerza laboral agrícola era uno de los principales problemas que Israel necesitaba abordar urgentemente. Así se agudizaron las consecuencias que la agricultura israelí ya había comenzado a transitar con la secuencia de crisis y las secuelas desatadas a nivel mundial, que afectaron directamente a los sistemas alimentarios.
El suministro de alimentos en la mayoría de los países del mundo se basa en una combinación de producción local e importaciones, por lo cual garantizar la seguridad alimentaria a menudo no es una tarea fácil que pueda basarse únicamente en la producción local, si bien, dentro de las metas a alcanzar tenemos que la expansión de la producción local es un objetivo prioritario y estratégico.

La combinación ideal entre la producción local y la importación se ve influenciada por múltiples factores y consideraciones, tales como la capacidad de producción de alimentos del país, los costos de producción, las ventajas comparativas de la producción local, la ubicación geográfica, las opciones de importación, las preferencias de los consumidores y aspectos estratégicos como el fomento de la agricultura local.
Cuáles son los desafíos para la agricultura en tiempos de crisis
La importancia de garantizar el suministro de productos frescos se hace especialmente importante en situaciones de crisis. El trazado de estrategias de seguridad alimentaria deberá también, evitar la dependencia del suministro de un número limitado de países, intentando generar una propuesta de fuentes de importación suficientemente diversificada.
Las crisis de los últimos años se caracterizan por su gran alcance y sus efectos en la producción de alimentos en el mundo, lo que perjudicó la capacidad de producir cantidades suficientes de alimentos y, además, provocó frecuentes interrupciones en la continuidad del suministro de muchos cultivos.
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Situaciones como las crisis económicas ocurridas en el año 2008, la pandemia de COVID-19 y los conflictos regionales, como el ocurrido entre Ucrania y Rusia, subrayan la importancia de una respuesta gubernamental adecuada frente a eventos que pueden afectar la seguridad alimentaria y las cadenas de suministro.
Esto es particularmente relevante en sectores donde la dependencia de importaciones es alta y la interrupción de las cadenas de suministro puede tener consecuencias significativas, como se ve reflejado en el caso de Israel durante estos últimos meses, luego del estallido ocurrido a partir del 7 de octubre.

El condimento del cambio climático
Israel, además, es considerado un punto crítico de las consecuencias del cambio climático (Hotspot), ya que el aumento de temperatura en el país es casi el doble del promedio mundial: dos grados desde el inicio de las mediciones. El Servicio Meteorológico de Israel estima que la temperatura media en Israel aumentará otros 4° para el año 2100.
Si bien la agricultura israelí ha acumulado vasta experiencia en producir alimentos bajo condiciones de climas cálidos y bajos recursos hídricos, es un país mayormente dependiente de las importaciones, especialmente en sectores como los granos básicos y la carne.
A lo largo de los años, se han implementado diversos programas de desarrollo agrícola que han permitido aprovechar tierras en zonas marginales, logrando avances significativos en términos de autoabastecimiento, particularmente en el sector hortícola y frutícola, donde más del 90% del mismo proviene de producción local, en parte, gracias a la adopción de tecnologías para el uso eficiente del agua, la mejora en la eficiencia del trabajo, así como el desarrollo de técnicas de manejo autónomo de cultivos y la búsqueda de alternativas con sustentabilidad económica y ambiental.

Israel satisface más del 92% de sus necesidades de productos de origen animal, como la leche y los huevos. No obstante, es crucial señalar que más del 90% de los granos empleados en la alimentación animal son importados. De aquí que la proporción de autoabastecimiento en Israel es relativamente pequeña en comparación con el nivel internacional.
Un objetivo clave: equilibrar la producción local con las importaciones
El equilibrio entre la producción local y la importación ha sido crucial para mantener activo el sector agrícola a lo largo del tiempo. Durante décadas, la agricultura fue protegida mediante aranceles y prohibiciones de importar productos alimenticios baratos, con el objetivo claro de salvaguardar la agricultura local, que no solo garantiza parte de la canasta de alimentos, sino que también tiene un valor estratégico en el desarrollo económico y la seguridad nacional.
A lo largo de los años se han implementado eficientes estrategias de manejo de las reservas de alimentos permitiendo mantener un fluido suministro también en periodos de crisis, con bajos porcentajes de pérdidas, garantizando un suministro continuo de granos tanto para la industria animal como para el consumo humano. Paralelamente, se ha desarrollado una infraestructura de investigación robusta, que constantemente proporciona nuevas tecnologías en busca de una agricultura sustentable en condiciones de clima cambiante y baja disponibilidad de recursos.

A pesar de ello, los cambios negativos en la política gubernamental hacia este sector han sido evidentes durante los últimos años. Esto se debe a una idea equivocada que busca resolver el aumento del costo de vida sacrificando a los agricultores, sin tener en cuenta los desafíos persistentes que enfrenta el sector agrícola en Israel, especialmente generados por cuestiones geopolíticas.
Reformas arancelarias y apertura casi indiscriminada de las importaciones, junto con la destrucción de tierras agrícolas con fines de construcción y desarrollo de infraestructuras, como la sustitución de tierras con cultivos agrícolas por campos de producción de energías renovables, encontraron al sector agrícola desprotegido.
La guerra que estalló el 7 de octubre, los cambios geopolíticos, las pandemias, las crisis económicas recurrentes, además del cambio climático, son parte de las causas de la actual crisis. Agudizó la necesidad de una continua evaluación de posibles escenarios futuros para el suministro de alimentos. Asimismo, la necesidad de establecer una preparación adecuada, mediante programas de seguridad alimentaria, a fin de evaluar los riesgos respecto a la dependencia de las importaciones de alimentos.
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Del mismo modo, examinar la combinación deseada entre producción local e importaciones para permitir la persistencia de un sector agrícola productivo y sustentable, económica y ambientalmente.