InicioActualidadEl mundo en peligro: Narcos por doquier

El mundo en peligro: Narcos por doquier

spot_img

“¿Qué tentación nos puede venir de ambientes dominados por la violencia, la corrupción, el tráfico de drogas, el desprecio por la dignidad de la persona, la indiferencia, ante el sufirimiento y la precariedad? Esa tentación es resignarse, lo cual paraliza e impide no solo caminar, sino también hacer el camino”.

Palabras del Papa Francisco en Morelia, capital del estado de Michoacán (México). Febrero de 2016

 

Gustavo GorrizEl mundo vive tiempos de intensa complejidad, con algunas noticias trascendentes y otras que provocan un profundo temor en toda la comunidad internacional. Entre las primeras, podemos destacar el extraordinario descubrimiento de las ondas gravitacionales que confirma la teoría de la relatividad de Albert Einstein, compleja investigación liderada por una científica argentina –Gabriela González– que se encamina hacia el Nobel. Y también la histórica reunión que en Cuba tuvo el Papa Francisco con el líder de la iglesia ortodoxa rusa, el patriarca Kiril, primer encuentro oficial luego de un cisma que duró hasta aquí 962 años. Ambos hechos muy diferentes entre sí auguran, en el mediano y largo plazo, cambios trascendentes para el mundo en que vivimos. Entre las muy malas noticias, no podemos dejar de enumerar los peligros que representan la propagación del virus del zika, con el terror que ello implica por las consecuencias de la microcefalia en los niños en gestación de mujeres embarazadas. También la gravísima inquietud que provoca la posesión de la bomba de hidrógeno por parte de Corea del Norte, en una zona sensible y donde gobierna el inestable líder Kim Jong-Un. Debe sumarse a esta situación el accionar cada vez más globalizado del Estado Islámico (ISIS), ya en una guerra internacional plena. Su fanatismo y determinación hacen imprevisibles las consecuencias e incluso amenazan con modificar hasta las costumbres cotidianas de todos los países desarrollados. A este panorama por cierto poco alentador lo acompaña de manera cotidiana, intensa y permanente el accionar del narcotráfico a nivel mundial.

El problema de esa intensidad y permanencia del narcotráfico en las noticias y en el quehacer cotidiano de la sociedad es el riesgo de que empiece a formar parte de nuestras vidas y terminemos acostumbrándonos a este flagelo. Valga como ejemplo el periodista James Foley, primer decapitado por ISIS cuyo dramático video recorrió el mundo como un reguero de pólvora, o Aylan Kurdy, el inmigrante sirio de tres años que conmocionó al mundo ahogado en las playas de Turquía. A cuántos más ISIS decapitó, quemó, arrojó desde las alturas y otras barbaridades, cuántos niños más murieron ahogados después de Aylan sin que recordemos sus nombres ni les hayamos dedicado siquiera una plegaria. A ese temible riesgo me refiero al hablar de la cotidianeidad con que nos llegan las noticias del narcotráfico y las consecuencias de las tragedias que provoca. Tampoco aquí podemos dejar de considerar cierta laxitud en nuestras costumbres, en nuestra forma de ver occidental y en la fácil aceptación que muchas de estas malas artes tienen en importantes capas sociales en nuestro continente y también en el resto del mundo.

Porque lo cierto es que el drama y la muerte se nos presenta muchas veces edulcorada por una superficialidad que suele ser intencionada y pagada por los líderes del narcotráfico y otras veces por la propia tontería de la conveniencia o del negocio, sin medir ninguna de sus consecuencias. A eso nos referimos con las narconovelas, con la comercialización de productos que exaltan a los narcos, con las series colombianas y mexicanas que exaltan la riqueza y la vida fácil de estos personajes e incluso con series de influencia mundial, como Braking Bad y su personaje icónico Mr. White. Imposible no citar aquí los narcocorridos, esas canciones que recorren Centroamérica exaltando las ausentes virtudes del narcotráfico y cuyos títulos hablan por sí solos: Dame veneno, La puta policía, Ambiente cadáver, solo para citar algunos.

Lejos de alardear, en DEF nos lamentamos de llevar más de una década alertando sobre este fenómeno que atraviesa todas las capas sociales y encuentra espacio en todos nuestros países. Hemos tenido el privilegio laboral de recorrer las favelas de Río de Janeiro, también la selva colombiana y los suburbios de El Salvador y Guatemala, entre muchos otros países, incluidos Perú, México, Bolivia y Paraguay. También nuestras propias villas, que repiten los códigos y la violencia de los más peligrosos énclaves del delito en Latinoamérica. Ello nos permite dar testimonio directo de lo que ocurre y también de sus consecuencias. La droga es un disparador que nunca corre solo, sino que es acompañado por la corrupción, el lavado de divisas, el tráfico ilegal de personas y de armas, la prostitución y la connivencia con fuerzas de seguridad y policiales. A ello debe sumarse el enquistamiento en las clases dirigentes, en políticos, jueces, empresarios y banqueros, interesados en el dinero fácil y sus beneficios. Este último aspecto, el que involucra a los dirigentes, es el que facilita la laxitud general para enfrentar el problema, el que detiene procedimientos en marcha y los obstaculiza en la Justicia, el que siempre genera las condiciones adecuadas para este “negocio” extraordinario. Este es su costado glamoroso; mientras tanto, miles y miles mueren y matan por nada, por una dosis. La gravedad de la situación también se extiende como una mancha de aceite sobre la gente común, sobre los inocentes y sobre los honestos que, agotados por la ineficiencia del Estado o directamente por la ausencia de él, actúan por mano propia, forman fuerzas de protección y se defienden. Ello indefectiblemente finaliza en abusos, en incidentes, en linchamientos. Es allí donde muchedumbres impotentes liberan sus peores demonios ante quien fuera, aun sean ellos inocentes, como ocurre las más de las veces.

Refrescar los índices y cifras de este monumental fenómeno del narcotráfico puede resultar frío y hasta escaparse de la imaginación de una persona común, aquella que se asombra con las habitaciones llenas de dólares de Pablo Escobar ayer, de El Chapo Guzmán hoy y del próximo por venir, a quien seguro muy pronto veremos. Pero aquí la realidad supera la ficción y esas habitaciones podrían ser estadios y esos recursos seguro podrían sacar de la pobreza a muchos países. Solo algunos ejemplos para mensurarlos:

Según las últimas estimaciones de la ONU, los ingresos anuales provenientes de las drogas en los países de nuestro continente ascienden a 150.000 millones de dólares, prácticamente la mitad de los 320.000 millones que generaría ese negocio a nivel mundial, según la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC).

El valor del mercado minorista de la marihuana se estima en 141.000 millones de dólares anuales, siendo los EE.UU. la plaza más rentable, con unos 64.000 millones, en tanto que el sudamericano llegaría a 4.200 millones de dólares. Pensemos que, de legalizarse su uso medicinal en más países o de despenalizarse su consumo recreativo (como ya ha ocurrido en los estados de Colorado y Washington), podría convertirse en un apetecido mercado legal. Sin ir más lejos, en 2014 la venta de marihuana legal en EE.UU. alcanzó los 2.700 millones de dólares y, según estimaciones del ArcView Group, en 2016 podría acercarse a los 4.500 millones de dólares.

En el caso de la cocaína, esta droga mueve alrededor de 84.000 millones de dólares en el mundo, de los cuales 34.000 millones se concentraría en EE.UU. Para hacernos una idea del fenómeno, pensemos que por un kilo de cocaína pura en Colombia o Perú se le paga al productor unos 700 dólares. En México, llega a cotizar 18.000 dólares. Al cruzar la frontera con EE.UU., pasa a 30.000 dólares en el mercado “mayorista” y en el “menudeo” puede ascender a unos 100.000 dólares. Es decir, desde su lugar de producción hasta llegar al consumidor final, el precio se multiplicó 142 veces.

Si analizamos el caso de la heroína, en el estado de Guerrero, donde se siembra buena parte de la amapola mexicana, cada campesino puede llegar a recolectar hasta 300 gramos de goma de opio por día, a cambio de 275 dólares. Al llegar al mercado estadounidense, el kilo de heroína –para cuya producción se requieren necesitan 10 kilos de goma de opio– tiene un precio de 35.000 dólares en México, pero llega a los 80.000 a 100.000 dólares en el mercado minorista estadounidense. Aquí también el precio se multiplica, a lo largo de toda la cadena, entre 290 y 360 veces.

Un negocio muy apetecible es también el de las drogas sintéticas, mercado dominado por la metanfetamina. Se calcula que este mercado deja ganancias por 28.000 millones de dólares a nivel mundial, de los cuales el 60 por ciento –es decir, unos 17.000 millones– se obtienen en el mercado minorista de EE.UU., abastecido principalmente por el Cártel de Sinaloa.

Como dijimos, las cifras son el frío resultado de las estadísticas, solo números que las más de las veces hasta resulta difícil imaginar. Pero, a medida que acercamos la lente, uno empieza a ver a las víctimas hasta llegar a individualizarlas, hasta llegar a verlos uno por uno. Ahí podemos ver los ojos adolescentes y ya sin vida de los mareros en Centroamérica, ver a los excluidos de Medellín o a los rostros iluminados por el dolor de padres y hermanos de los estudiantes de Ayotzinapa en México. Imágenes que también se repiten en nuestra Villa 31 en Buenos Aires y en el desaliento de las “madres del paco” ante sus realidades casi irreversibles. Aquí se acaba la última fascinación por la droga, donde muere la diversión, la alegría, el sexo y el lujo. Se pierde todo, simplemente para volverse solo dolor y final. ¡Nada!

Muchas veces nos preguntamos en la redacción si no somos reiterativos, si no encontraremos lo que escribimos en otras de nuestras propias publicaciones. Siempre nos respondemos, desde ya hace muchos años, que nos repetimos porque vemos que los años pasan y los cambios de fondo no llegan. Que alertamos sobre cuánto más grave se puede poner, cuánto más grave puede ser la situación. Que intentamos contribuir a generar esa agenda cotidiana para la Argentina y para toda la región. La indiferencia mata; mata porque nadie amanece un día y descubre que vive en un “narco-Estado”. Ello ocurre en un proceso lento, imperceptible, pero diario y constante. Nuestros hermanos mexicanos viven hoy su hora más difícil, con sectores de su país fuera de su propio control, con una encarnizada represión y una violencia entre Cárteles que supera cualquier ficción. Una sociedad con altísimos porcentajes de descontento con su propio Gobierno y con fuerzas policiales a las que consideran corruptas y generadoras de violencia descontrolada. Salir de allí será muy difícil, porque cuando uno batalla en las puertas del propio infierno, siempre es factible que “mañana sea peor”.

También hemos repetido mil veces, como ya ocurriera en Colombia, que el narcotráfico no respeta fronteras y que, como el peor de los virus, se instala allí donde encuentra las mejores condiciones ambientales, y donde la debilidad es más manifiesta. El poco control sobre el territorio, una precaria radarización, fronteras porosas, migraciones libres y relaciones entre bandas locales e internacionales son un caldo de cultivo más que propicio. A ello se le suma el incremento del delito, de la violencia y del consumo en todas sus formas. Entonces, todo pareciera indicar que estamos ante un camino que se transformará pronto en una gran avenida para nuestras vidas. Muchos distraídos, poca colaboración internacional e interna, falta de inteligencia criminal y de una acción judicial estricta e inapelable, no son buenos indicios para nadie, salvo para los narcotraficantes. Un Estado presente, educando y generando empleo y fundamentalmente, sacando razones de la calle para que el delito encuentre adeptos, es un sendero que debiera ser transitado de manera inmediata.

Argentina y la región exigen consciencia, responsabilidad y trabajo coordinado. DEF será portador de este mensaje cuantas veces lo crea necesario, sin importarnos otra cosa que generar consciencia plena del reto que debemos enfrentar. Entrar en el problema es triste y doloroso, pero salir del problema es trágico e imprevisible.

Artículos más leídos

Orgullo y reconocimiento: así fue la entrega de estatuillas a Veteranos de Malvinas a...

Héroes que dieron su vida en defensa de la soberanía y más de una decena de Veteranos de Guerra, cuyas hazañas inspiran las más...

Radares, INVAP y Fuerza Aérea: ¿cómo se vigila y controla el espacio aéreo argentino?

Los 365 días del año, durante las 24 horas del día, la Fuerza Aérea vigila y controla el espacio aéreo. Lo hacen, además, con...

Henry Kissinger, una personalidad que marcó la historia de la diplomacia en el último...

La muerte del controvertido académico y hombre de Estado llega en pleno proceso de reconfiguración del orden político internacional. Kissinger fue un protagonista de...

Taiwán, Medio Oriente y fentanilo: los ejes del encuentro entre Joe Biden y Xi...

El presidente norteamericano, Joe Biden, y su par chino, Xi Jinping, se reunieron por segunda vez y dialogaron sobre el tráfico de drogas, acuerdos...

Búsqueda y rescate en la alta montaña: ¿cómo operan los helicópteros y pilotos de...

¿Hay riesgos al volar en la cordillera? Conocé los detalles según el jefe del Escuadrón de la Fuerza Aérea abocado a la búsqueda y...
spot_img

Contenido mas reciente

Búsqueda y rescate en la alta montaña: ¿cómo operan los helicópteros y pilotos de la Fuerza Aérea Argentina?

¿Hay riesgos al volar en la cordillera? Conocé los detalles según el jefe del...

Terrorismo ambiental: la minería presiona al gobierno boliviano por las áreas protegidas

La minería ilegal provocó incendios en parques nacionales para presionar al gobierno de Luis...

El poderío militar iraní: ¿una amenaza inmediata para Medio Oriente?

La influencia de Irán en la región sobrevuela la guerra de Israel y Hamas...

Radares, INVAP y Fuerza Aérea: ¿cómo se vigila y controla el espacio aéreo argentino?

Los 365 días del año, durante las 24 horas del día, la Fuerza Aérea...
spot_img

Contenido Relacionado