Elián Valenzuela y su historia de vida y éxito están en boca de todos pero, ¿qué hay detrás del fenómeno musical del momento? Por Andrea Estrada
Creo que todos conocemos la frase “ponerse picante” aplicada a una situación devenida inesperadamente intensa o incómoda. Pero la expresión a la que hago referencia en el título “C-PIKO” es algo distinta, aunque tenga un significado “similar”; y entrecomillo esta palabra porque, en realidad, los sinónimos no existen desde el punto de vista discursivo.
La primera diferencia entre ambos términos es la referida a la grafía, una cosa es “se picó” y otra C-PIKO, que refleja un código propio del ámbito de las redes donde suele aparecer, junto con otros recursos heteroortográficos, también llamados desde el punto de vista lingüístico “ideofonemáticos”, porque hace prevalecer las ideas y los sonidos antes que la correcta escritura, lo que habilita a echar mano de cualquier recurso que le haga saber al destinatario el contenido emocional del mensaje, como acortamientos, cambio de letras, emojis, mayúsculas corridas, memes, etcétera. No se trata, entonces, de formas incorrectas, sino de un nuevo código para comunicarse en un nuevo medio a mitad de camino entre la oralidad y la escritura.
Volviendo al C-PIKO o “se picó”, he escuchado esta expresión en gente joven con el sentido que señalé al principio de ‘situación que se sale de control’, que ‘se pone picante’, pero también en el ámbito cumbiero, rapero, o en esa especie de reguetón bien argento, uno de cuyos máximos exponentes son “L-GANTE qué lo qué” y “BZRP” (Bizarrap), dos veinteañeros con mucho talento. El primero de ellos, hace las letras y Bizarrap, las pistas.
EL ORIGEN DE LA CUMBIA 420
El nombre L-GANTE proviene de la frase de la mamá del “cumbiero” ‒como se define él mismo‒, quien al verlo todas las mañanas un tanto desalineado en la mesa de la cocina con la netbook del gobierno le decía en forma irónica: “Qué elegante, ¿eh?”. Pero, resulta que con esa netbook y un micrófono de tan solo mil pesos, este joven grabó su primer tema.
Volviendo a la palabra C-PIKO, en el hit del momento L-Gante || BZRP Music Sessions #38, aparece la frase “Pide que le haga to to to to / mientras yo me pico otro co co co co co”, “dos de tetrabrick y una jarra y picándo me el ‘rick’”. Picar un co co co, en este contexto, se refiere a picar la marihuana, y de la mejor, es decir, “rick”. El término “picar” adquiere entonces en el slang del rap, hip hop, trap o cumbia 420, como la define el propio L-GANTE, un sentido propio.

Los temas de este género hablan de la calle y la delincuencia, de allí también el nombre de “cumbia del maleanteo”, o sea de “maleantes” o “picantes”. Pero en los ejemplos anteriores, ambas palabras también aluden al “picachu”, como se le llama comúnmente al picador de marihuana.
L-GANTE Y EL SLANG PORTEÑO
La palabra “slang” proviene del inglés y se refiere, inicialmente, a las palabras o expresiones de grupos marginales y de delincuentes, que son utilizadas con
una fuerte impronta identitaria para no ser comprendidos por los otros grupos sociales. La cumbia 420 es slang puro, incorpora muchas palabras en inglés, pero pronunciadas deficientemente, jater (hater), pipol (people), ser el king, level, y también, términos de otros ámbitos, gato (novio), patinar (equivocarse), jomi (amigo),
berretín (que no significa ‘capricho’ como en el tango sino ‘actitud provocadora’), ruchi (‘traidor’, alusión política), pinchar (‘acuchillar’ pero también ‘disparar’), rastrillo (de rastreros, ‘ladrones de poca monta’), rochos (‘chorros’), etcétera.
En conclusión, cuando un término como “se picó” se instala en el habla popular, es muy probable que comience a adquirir nuevos significados e, incluso, que pase a otros ámbitos de uso, de allí, mi afirmación del comienzo: los sinónimos no existen, cada palabra tiene un contexto de aparición específico.
Pero además, esta especie de slang porteño es inherente a L-GANTE, a su nivel sociocultural (sociolecto), su edad (cronolecto) y su lugar de pertenencia (dialecto),
por lo cual no puede modificarse.
Sin embargo, lo que se llama “registro de habla”, y que es la adecuación de lo que decimos y de cómo lo decimos, al lugar en el que estamos y con quién estamos hablando, sí puede y debe adaptarse. Y creo que parte del éxito de este joven es su capacidad de comprender estas cuestiones, de sentirse cómodo en un bar o en un lugar cheto, porque si bien reconoce que tiene su parte “cachivache” y habla con palabras extrañas: “sabe hablar bien y sabe hablar mal” y “si nos entendemos y no nos
faltamos el respeto, joya”.
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