En diálogo con DEF, el diputado nacional por el Frente Renovador criticó la falta de planificación estratégica en el vínculo entre la Argentina y China.
Convencido de la importancia de profundizar los lazos con China a partir de sus propias visitas a Pekín, el diputado nacional por el Frente Renovador José Ignacio De Mendiguren destacó que esto solo puede lograrse si se tienen claros los objetivos de manera previa. “Argentina tiene que definir su plan de desarrollo, que es endógeno, va de adentro hacia fuera, no se importa”, aseveró. Asimismo, subrayó que agregarle valor a las exportaciones es el único camino posible para el crecimiento del país. Crítico de la política del gobierno de Cristina Kirchner hacia China, y de la del presidente Mauricio Macri, a la que considera de continuidad, el expresidente de la Unión Industrial Argentina (UIA) abogó por avanzar hacia una relación virtuosa, equilibrada con el gigante asiático, y hacerlo de la mano de Brasil.
-Hoy tenemos un déficit comercial con China. ¿Cómo lograr equilibrio en la balanza?
-Estuve hace poco en China en un viaje con (el diputado) Sergio Massa y con (el expresidente del Banco Central) Martín Redrado, invitado por el Partido Comunista Chino. Tuvimos reuniones con los empresarios y con las más altas autoridades. Fueron muy sinceros con nosotros. Nos dijeron que Argentina, en particular, y la región en general, están en la agenda estratégica china. Nosotros planteamos que Argentina necesitaba una relación equilibrada, que necesitaba la promoción de su industria, de su valor agregado, de su ciencia y tecnología. La respuesta de los dos altísimos funcionarios fue unánime: “La relación es estratégica. No es nuestra intención tener un superávit de 10.000 millones de dólares con la Argentina ni destruir o afectar su industria”. Nos dijeron que sus intereses van mucho más allá, pero que corresponde a la Argentina plantear estas cosas. Es una definición muy valiosa, nos quieren decir que la importancia de la relación es tal para China que no están enfocados en sacar estas dos ventajas, sino en un plan a largo plazo, sobre hidrocarburos, proteínas, granos… Siendo que hay tanta complementariedad, la consecuencia lógica tiene que ser el equilibrio en la relación.
-Sin embargo estamos lejos de eso…
-Lo que a nosotros más nos alarma es que lo que se firmó en el gobierno de Cristina Kirchner, donde en vez de buscar ese equilibrio, Argentina por una necesidad puntual de plata, entregó todo. Se firmaron acuerdos donde se decía, en letra chica que muchas veces no se conoció, que en caso de que hubiera una obra en común y los chinos aportaran el financiamiento, se podía adjudicar de forma directa e, inclusive, podía hasta traerse mano de obra de China. Cuando en una obra pública, como pueden ser las represas, se hace adjudicación directa, no sale más barato. Primero, porque la financiación es a tasa internacional, no es económica, y además, porque no hay competencia ni transparencia en el precio de las turbinas o los bienes de capital que se aporten. Esto fue lo que negoció el gobierno anterior, a lo cual yo siempre me opuse y lo dejé claro en la Cámara de Diputados.
-¿Cuál es su posición ahora, con la visita del presidente Macri a China?
-Ese espíritu no ha cambiado. Cada vez que Argentina tuvo necesidad de plata, por la urgencia y por la necesidad, siempre negociamos mal, desde el Tratado Roca-Runciman hasta las privatizaciones de los 90. Sumado a esto, si uno no tiene previamente un plan nacional de desarrollo, es muy difícil negociar. Por ejemplo, China ya es una realidad, ya está en la Argentina, y ha entrado sin que nadie se plantee un plan.
-¿Cómo se corrige esto?
-China, de acuerdo con cómo negociemos, puede ser una gran oportunidad para el desarrollo argentino o la entrada más directa a la primarización de la economía argentina. Es una oportunidad y un enorme riesgo. Si Argentina consolida una relación como la actual, implicaría volver a la relación con Inglaterra del siglo XIX, con la diferencia de que entonces éramos cuatro millones. De instalarse ese modelo, significa en términos prácticos que 20 millones de argentinos sobran. Así, Argentina va a quedar posicionada como un país que compite por bajos salarios, un país barato, que no puede agregar valor. Pero este es un tema de nuestra negociación, una negociación en la que seremos más fuertes si vamos con Brasil.
-Pero la negociación en bloque parece ya no ser una opción. ¿Cree que se puede retomar?
-En 2011, como presidente de la UIA, convoqué a las presidentas de Argentina y Brasil y a ambos gabinetes a una cumbre, donde surgieron medidas de acción común para la negociación. La voluntad política estaba, los empresarios estaban de acuerdo, se planteó trabajar para una estrategia en común, pero luego, por problemas internos en los países, el plan se abandonó. Hoy China negocia por separado y los dos países estamos teniendo los mismos problemas. Creo que se debe retomar una negociación regional. Si existiera esta firmeza, China lo aceptaría, no tendría otra alternativa.
-Teniendo en claro el problema, ¿cuál es la receta para salir de esta situación?
-A la Argentina le falta un plan estratégico. Hay que conocer primero para deliberar después, y poder plantear con claridad lo que queremos. En lo que es infraestructura, una participación progresiva de asociaciones de los chinos con empresas locales. Con respecto a los cereales, tenemos que definir una proporción que, progresivamente, iremos colocando en biocombustible. En cuanto a la asistencia tecnológica, tenemos que ver cómo generamos tecnología acá. Por último, nunca se planteó el rol de China, y de golpe tenemos que lidiar con que ya está adentro. China ya es el principal productor de petróleo de la Argentina, es socio de Pan American Energy y tiene más poder petrolero que YPF; posee los principales bancos; tiene el Ferrocarril Belgrano, que es el que baja el cereal del norte argentino y, por ende, fija el precio a la producción; compró Nidera, una de las principales cerealeras del mundo; va a tener su propio puerto; tiene una base en el sur, que construyó bajo normas laborales chinas, en territorio nacional… En cualquier momento les vamos a terminar entregando las llaves del país.
-Si tuviera que nombrar un acierto y un error de Macri en su visita a China, ¿cuáles serían?
-El acierto es haber ido. La crítica, no solo para el viaje a China, es que cuando uno sale al mundo, tiene que ir con un proyecto.