Luis Rosales, habitual colaborador de DEF, acaba de publicar en los EE. UU. Francis: A Pope for our Time. The Definitive Biography, una biografía del Papa Francisco, escrita en colaboración con Daniel Olivera. En diálogo con DEF, cuenta detalles de la obra y su reciente encuentro con Bergoglio en Roma.
-En la introducción del libro se habla del conservadurismo y el reformismo. ¿Cómo se conjugan en el Papa estas dos ideologías, en lo simbólico y en lo doctrinario?
-El Papa es conservador en lo dogmático y en los temas de fondo de la Iglesia, y es un revolucionario en lo simbólico. Desde el Vaticano, está continuando una actitud y un camino que inició cuando era arzobispo de Buenos Aires. En los temas de fondo de la Iglesia, en la fe y en el dogma, no altera demasiado. Ahora, en los temas de la Iglesia como la transparencia, la austeridad, la ética o el manejo de los recursos está trabajando mucho por el cambio. Esa es la combinación. Es simbólicamente revolucionario, también en lo metodológico es revolucionario, y es conservador en lo dogmático.
-Otro aspecto es el del ecumenismo y el diálogo interreligioso.
-Sí, ahora estoy trabajando en la versión en español para la cual habrá que hacer muchas actualizaciones porque el libro en inglés ya tiene algunos meses y el Papa en este tiempo ha hecho muchas cosas. Para esta nueva versión que saldrá en toda América Latina estamos trabajando en un capítulo referido a los cinco tableros en los que creo que Francisco ha ido moviendo sus piezas en forma simultánea. Creo que el Papa está jugando cinco partidas de ajedrez al mismo tiempo, un plano es el del gobierno de la Iglesia, allí está haciendo reformas de fondo, como el manejo respecto a los recursos. El segundo tablero es el ecumenismo, el de la reunificación de la familia cristiana y el diálogo interreligioso, que es el planteado entre las tres religiones monoteístas principales, el Judaísmo, el Islamismo y el Cristianismo. En este aspecto, los gestos han sido gigantescos, por ejemplo, él nunca se ha presentado a sí mismo como Sumo Pontífice o como Santo Padre, él es nada más que el Obispo de Roma. Si Francisco tiene éxito en el primer tablero, en el de la Iglesia, será un Papa muy trascendente porque pasará a incorporar valores, reformas que están en tela de juicio desde la reforma protestante de hace 500 años. Si tiene éxito en el ecumenismo, con los ortodoxos, va a ser el Papa más importante de los últimos 1000 años. Va a ser más fácil que se logre algo con los ortodoxos que con los protestantes, con los que hay muchas diferencias de dogma. En lo referente al diálogo interreligioso, aunque parezca que es más complicado sentar en una mesa a un judío, a un musulmán y a un cristiano, en realidad es más fácil porque no están buscando la unidad, buscan pulir las aristas y no pelearse entre ellos. Estas son cosas que Bergoglio ya hizo en Buenos Aires, el hecho de venir de la Argentina donde judíos, musulmanes y cristianos conviven permanentemente y en paz le da un handicap muy importante Él es un hombre de diálogo y allí avanzará mucho.
-Desde el punto de vista internacional, este enfoque ecuménico también se vincula a los conflictos políticos actuales.
-Inevitablemente, porque hablar de los temas de paz y armonía entre católicos y musulmanes, o judíos y musulmanes tiene que ver con los conflictos que suceden en Medio Oriente. Allí, el Papa puede jugar un rol importante también, hasta se puede soñar con que pueda encauzar alguna solución o que gane un premio Nobel. Es otro plano donde Bergoglio puede brillar, y mucho.
-¿Cómo está manejando Francisco la cuestión ideológica?
-Ese sería el tercer tablero planteado, el ideológico. La Iglesia habitualmente ha aportado mucho a la discusión ideológica, sobre todo desde las encíclicas que han ido conformando la Doctrina Social de la Iglesia. Cuando la Iglesia dejó de ser un poder terrenal y perdió el dominio tras la unificación italiana, los papas dejaron de ser príncipes terrenales y pasaron a ser líderes espirituales. Entonces, allí empezaron a opinar con más fuerza sobre lo que pasaba en el resto del mundo. Bergoglio, en poco menos de un año, ha hecho mucho ruido en ese aspecto, en cuanto a reclamar por un sistema más justo. No creo que vaya a avanzar en proponer una ideología que reemplace a la vigente, pero sí continuará señalando los abusos, los errores, ahí es donde puede aportar algo muy relevante. Ahí se transformaría en un Papa trascendente, como lo fue León XIII.
-¿Cuáles son los otros dos “tableros” sobre los que trabaja Francisco?
-El cuarto tablero es el de la pobreza. En el libro citamos que hay tres santos de la Iglesia piamonteses: Don Cafasso, Don Bosco y Don Orione. Piamonteses como Bergoglio, que tuvieron su proyección en América Latina, especialmente en la Argentina. Ahí hay como una conexión, piamonteses con interés en la Argentina que, por alguna razón, se preocupan mucho por la pobreza. Los tres son santos y le aportaron a la Iglesia una metodología respecto a cómo tratar el tema de la pobreza. Trabajaron todos en Turín, que es una ciudad industrial muy importante, y lo que hicieron fue avanzar concretamente no solo en señalar las injusticias del capitalismo y en proteger a los pobres sino endarles herramientas para salir de la pobreza. Don Bosco con las escuelas técnicas, Don Cafasso con los presos y Don Orione con los discapacitados.
-Un trabajo social muy fuerte más allá de lo religioso.
-Un compromiso social muy fuerte, se transformaron casi como en un ministerio de acción social de la Iglesia. Esa es la hoja de ruta que Bergoglio siguió como arzobispo de Buenos Aires y es lo que está poniendo en práctica en el papado. Hay personas como Marcelo Giugale, el vicepresidente del Banco Mundial, que sostiene que si la humanidad hace bien las cosas, se lo propone, la pobreza puede quedar atrás como ocurrió con la esclavitud. Es probable que la pobreza quede en el pasado, hay dinero suficiente y herramientas disponibles, sobre todo informáticas, para evitar que siga habiendo pobres. Entonces si se suma todo esto, y esa tendencia piamontesa, porque Giugale también es argentino de origen piamontés, entendemos que la contribución que pueda hacer Bergoglio desde el papado es crucial. Tenemos ya cuatro tableros donde el hombre puede lograr jaque mate.
-¿Y el último tablero?
-Quizá sea donde el Papa aún no ha movido muchas piezas, aunque quizá lo haga. Y es el plano que tiene que ver con la conformación del poder mundial, algo de muchísima trascendencia en el mapa global porque los papas siempre contribuyeron decididamente en este aspecto. El último ejemplo más paradigmático es el de Juan Pablo II, que de hecho casi firmó una cuádruple alianza con Margaret Thatcher, Ronald Reagan y Gorbachov para derrotar al comunismo soviético. Un rol muy activo del papado en provocar el derrumbe del comunismo en Europa Oriental.
-¿Qué contribución puede hacer un Papa argentino al mapa del mundo que viene?
-A mí se me ocurre una, el Papa puede conformarse con propiciar la paz en Siria, tratar de juntar a israelíes y palestinos en Medio Oriente, pero además puede tener un rol parecido al de Juan Pablo II al liderar un proceso en el que se prolongue, se postergue, la decadencia o el eclipse de Occidente y sus ideas. El mundo occidental es donde se generó el socialismo y el marxismo, ese mundo tiene una raíz judeocristiana de respeto a la libertad individual, el hombre está hecho a imagen y semejanza de Dios. Mientras que el mundo Oriental está diseñado bajo el patrón confuciano de orden. Libertad versus orden. Esto marca dos mitades del mundo muy diferentes. En la mitad donde la libertad es la que talla, te permite que se desarrollen utopías como el marxismo, que buscaba una libertad mayor a la que te daba el mercado, en el mundo oriental esto no es necesario, así se entiende el autoritarismo de China o, en su momento, el militarismo de Japón. A nivel internacional, hoy casi todos coinciden en que se viene una suerte de eclipse de los EE. UU. a favor de China. Entonces, la aparición de un líder latinoamericano le puede dar un rol importante a nuestra región, tenemos que hacer algunos deberes porque no podemos ser el desorden, y la zona con más desigualdad y corrupción del planeta, pero somos un reservorio de ideas, de recursos y somos occidentales. Entonces, tal vez el Papa, si se lo propone, puede convencer a norteamericanos y europeos de que hay que conformar una mesa de tres patas, como la conformaron estadounidenses y europeos después de la Segunda Guerra Mundial, que dirigió el mundo durante varias décadas ese esquema, un esquema para prorrogar la capitulación de Occidente y entrega del poder de Washington a Beijing. Hay una posibilidad de recrear a nuestra civilización y darle un handicap de cincuenta años más de liderazgo planetario. Un Papa con un rol dinámico y activo en ese aspecto puede generar una opinión, un consenso, para que América Latina se siente en la mesa. Si esto pasa, y Europa y EE. UU. aceptan compartir un poquito, el derrotero del planeta cambia por completo, porque vamos a asistir a un refortalecimiento de Occidente y tal vez a una bipolaridad durante un tiempo largo, pero mucho más seguro y cierto que lo que presagian los especialistas que te dicen que vamos camino a una hegemonía de China en cualquier momento, o en la próxima década. Ese es el quinto tablero en el que me parece que un Papa latinoamericano y argentino puede aportar mucho. Si el Papa Francisco consigue cumplir bien uno de estos tableros, ya pasa a la historia, pero si consigue éxitos en dos o tres pasa a ser una figura internacional y espiritual con una trascendencia enorme.
–Estuvieron en Roma para presentarle el libro al Papa, ¿cómo fue ese encuentro?
-Primero vimos a una especie de Perón vestido de blanco, con todo respeto lo digo. El manejo de la cercanía daba esa sensación. Por la facilidad con la que se manejaba, circulaba, cómo abraza, cómo siente, su cara, la felicidad. Y después la cercanía personal, yo lo conocí un par de veces en Buenos Aires, pero no mucho, no soy amigo de Bergoglio, lo conocí por mi rol de periodista y había tenido un par de reuniones con él. Nos reconoció inmediatamente, preguntó por qué en inglés su libro, además me prometió que iba a leerlo, que si tenía sugerencias las iba a hacer. Una cosa muy simpática, muy humana, muy cercana. No se le ha ido el poder y la gloria para arriba en lo más mínimo.