Tras ocho años de relativa estabilidad tras la recuperación del control de la ciudad por parte del régimen sirio, Alepo vuelve al centro de las noticias. La sorpresiva ofensiva del grupo yihadista Hayat Tahrir al-Sham (HTS) puso en jaque al gobierno de Bashar Al-Assad y amenaza con desestabilizar el frágil equilibrio del país, sumido desde 2011 en un conflicto interno en el que distintas potencias regionales mueven sus fichas.
- Te puede interesar: Los kurdos en Siria, entre traiciones y alianzas inestables
Antes del conflicto, Alepo contaba con más de tres millones de habitantes y era el principal centro comercial sirio. La ciudad, ubicada en el noroeste del país, se convirtió en una prenda de disputa entre las principales facciones de la guerra civil y objeto de la atención de los distintos actores extranjeros con intereses en el conflicto sirio.

Una ciudad sacudida por la guerra y los abusos contra los civiles
Entre julio de 2012 y diciembre de 2016, la ciudad fue el epicentro de los combates entre las fuerzas gubernamentales y distintos grupos rebeldes. Entre estos últimos, se encontraban los yihadistas del Frente Al-Nusra, afiliado a Al Qaeda; y las Unidades de Protección Popular (YPG) kurdas, que controlaban distintos distritos ubicados en el este de Aleppo.

La suerte de Alepo se selló con la entrada de Rusia e Irán en la guerra, así como de las milicias del grupo libanés Hezbollah. El Alto Comisionado de la ONU para los Derechos Humanos, Zeid Ra’ad Al Hussein, denunció, en octubre de 2016, los “ataques deliberados y reiterados” contra hospitales, escuelas, mercados, acueductos y negocios de barrio. “A millones de personas se les deniegan cotidianamente los primeros auxilios”, señaló el diplomático jordano. Al describir la situación en esa martirizada ciudad, el entonces secretario general de Naciones Unidas, Ban ki-moon, dijo: “Hoy Aleppo es sinónimo del infierno”.
- Te puede interesar: Siria, ¿cómo se vive la guerra en carne propia?
En diciembre de 2016, finalmente, el régimen de Al-Assad retomó el dominio de la ciudad. El mayor feudo de los grupos yihadistas, hasta el día de hoy, siguió siendo la vecina provincia de Idlib, de la que huyeron en 2019 más de 350.000 personas, en plena ofensiva de las tropas del gobierno. Allí fue abatido, en diciembre de ese año, el líder del Estado Islámico, Abu Abu Bakr al-Baghdadi, quien en junio de 2014 había proclamado en Mosul la creación de un califato en el territorio bajo su control.

Hayat Tahrir al-Sham: quiénes son los nuevos amos de Aleppo
En enero de 2017, a partir de la refundación del frente Al-Nusra, su fusión con otros cuatro grupos yihadistas sunitas y su desvinculación de Al-Qaeda, entró en escena Hayat Tahrir al-Sham (HTS), que podría traducirse al castellano como “la organización para la liberación del Levante”. En su ideario está la defensa del “califato” como único régimen de gobierno válido y la implantación de la ley islámica, la sharía.
Ahora, la ofensiva relámpago de HTS provocó más de 50.000 desplazados y tomó por sorpresa al régimen de Assad. Sin embargo, horas después de la toma de Aleppo, se circuló la noticia falsa que indicaba que el líder del grupo yihadista, Abu Mohammed al-Golani, habría sido abatido en un ataque aéreo ruso. La noticia terminó siendo desmentida.

Las reacciones de Rusia, Irán y Turquía
En el marco de estos últimos acontecimientos, los presidentes de Rusia, Vladimir Putin, e Irán, Masoud Pezeshkian, coincidieron en respaldar “los esfuerzos de las autoridades legítimas de Siria por restaurar el orden constitucional y mantener la integridad territorial del país”. Enfatizaron, asimismo, la necesidad de las negociaciones de paz del “formato Astana”, con la participación de Turquía.
Mientras tanto, el presidente de Turquía, Recep Tayyip Erdogan, enfatizó: “Nuestro mayor deseo es que se preserven la integridad territorial y la unidad nacional de Siria y que la inestabilidad que se ha prolongado durante trece años termine con un acuerdo acorde con las demandas legítimas del pueblo sirio”. Cabe recordar que su país ocupa una franja de territorio en el norte de Siria, alegando motivos de seguridad, para evitar supuestas incursiones de fuerzas kurdas en su territorio.
