Los expertos coinciden en que el programa nuclear iraní no ha sido completamente destruido y el país aún conserva el know how y la capacidad para enriquecer uranio. Sin embargo, según el Pentágono, al régimen de los ayatolás le llevará entre uno y dos años volver al estado en que se encontraba el plan al momento del ataque.
El portavoz del Departamento de Defensa estadounidense, Sean Parnell, habló del “efecto psicológico” que tuvieron los bombardeos y de la “degradación de la capacidad física de construir una bomba”. De todos modos, no dio mayores detalles sobre el grado de destrucción que sufrió la planta de Fordow, donde se encontraban las centrífugas. “Destruimos los componentes que ellos necesitan para construir la bomba”, afirmó Parnell.

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La estimación del daño y la voz del OIEA
Por su parte, el canciller iraní Abbas Aragchi reconoció que los daños a las instalaciones de Fordow fueron graves, aunque se mostró confiado en la recuperación del programa nuclear. “Nuestra industria de enriquecimiento es una industria nacional, no ha sido importada del exterior; de modo que no puede ser eliminada mediante bombardeos”, afirmó el responsable de la diplomacia de Teherán.

Al respecto, el titular del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), Rafael Grossi, sostuvo que “Irán podría tener, en cuestión de meses, unas cuantas cascadas de centrífugas produciendo uranio enriquecido”. “Francamente, no se puede afirmar que todo haya desaparecido y que no quede nada”, dijo el diplomático argentino, en declaraciones a la cadena CBS.
Mientras tanto, el propio Grossi confirmó la salida de los inspectores del OIEA de Irán. Y señaló que es de “crucial importancia” discutir con el gobierno de ese país las modalidades para la “reanudación del monitoreo indispensable y las actividades de verificación tan pronto como sea posible”, algo que descartan por ahora desde Teherán.

Dónde está el uranio enriquecido iraní
La gran duda es qué sucedió con los 408,5 kilogramos de uranio enriquecido al 60% que estaban en poder del régimen iraní, según denunció un informe de la OIEA, con datos de mayo, más de un mes antes del inicio de las acciones bélicas de Israel y Estados Unidos. Ese stock se había casi triplicado desde el anterior reporte, publicado en octubre de 2024, que daba cuenta de la existencia de 142,1 kilogramos de uranio enriquecido a ese mismo nivel.
El propio OIEA advirtió que en el curso de tres semanas Irán habría podido convertir su stock de uranio enriquecido en 233 kilogramos de uranio en grado de producir armas en su planta de Fordow, que luego fue bombardeada. A razón de 25 kilos por dispositivo, el organismo de la ONU estimó que Teherán tenía material suficiente para producir nueve armas nucleares. El régimen de los ayatolás responsabiliza a Grossi de haber provocado, con ese informe, la reacción de Estados Unidos e Israel. Según ventiló el periódico Tehran Times, un alto funcionario del Poder Judicial iraní sugirió que los Tribunales de ese país podrían juzgarlo en ausencia por su rol en esos hechos.

Lo cierto es que nadie sabe, a ciencia cierta, qué ocurrió con el uranio enriquecido. Según reveló el Financial Times, citando fuentes de inteligencia europeas, ese stock seguiría “intacto”, pues no se encontraba en Fordow al momento de los bombardeos. Habría sido distribuido, siempre según el periódico británico, en “otras locaciones”. Manifestando sus dudas al respecto, Grossi señaló: “No sabemos dónde se encuentra ese material ahora o si parte de él fue afectado durante los doce días de ataques”.