España busca recuperar su poderío naval y en su plan de modernización figura el portaaviones Juan Carlos I, emblema de la flota nacional y parte del Escudo de Neptuno de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN).
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En esta nota repasamos su construcción, su función en la flota de España y su participación en la geopolítica mundial.
Un portaaviones multiuso
El portaaviones Juan Carlos I, nombrado inicialmente como Buque de Proyección Estratégica, continúa la tradición de que las principales embarcaciones lleven el nombre de los monarcas reinantes, una costumbre que se mantiene desde la llegada de la Casa de Borbón al trono de España en 1700.
Botado en 2008 y asignado a operaciones en 2010, relevó al Príncipe de Asturias como el navío emblema y único portaaviones de la Armada española. El Juan Carlos I es único en su clase, aunque su diseño es similar a los LHD estadounidenses de la Clase Wasp, un barco tipo anfibio con capacidad aérea que se desarrolló en Estados Unidos entre finales de los 80 y los primeros años de la década del año 2000.

La principal diferencia con el modelo estadounidense es una rampa de despegue en proa, o sky-jump, que hace más simple la salida de los aviones y además mejora las capacidades de carga de combustible y armamento.
La nave española es catalogada como buque multipropósito, capaz de transportar tanto aeronaves como embarcaciones. Tomando como fuente la propia información de la Armada, está previsto que su tripulación sea de 295 personas, teniendo la capacidad de llegar a 1500, y se adapte según el tipo de misión.
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Para el perfil anfibio, puede llevar 30 helicópteros medios y pesados, y para operaciones que requiera su acción como portaaviones puede optar por llevar entre 10 y 12 aviones F35B o AV-8B+, y un número similar de helicópteros medios.
Entre el equipamiento del Juan Carlos I se encuentran tres tipos de radares:
- El tridimensional LANZA-N para exploración aérea de 250 millas
- Los gemelos Aries para vigilancia de superficie y control de helicópteros
- El Precise Approach Radar (PAR) para controlar las aeronaves que se aproximan a tomar en cubierta de vuelo, y control del espacio aéreo.
De las aguas españolas al futuro liderazgo de la OTAN
El área de acción del portaaviones Juan Carlos I son las aguas nacionales, donde actúa como garantía de la soberanía de los recursos, pero como España es uno de los miembros de la OTAN también tuvo acción internacional.
En Medio Oriente, prestó servicios como buque logístico en la Operación Isphuel en 2018, llevando a Kuwait una Unidad de Helicópteros del Ejército de Tierra y recursos, que luego se integraron en la Operación Inherent Resolve en Irak.

Además, el buque fue parte de ejercicios tanto de carácter nacional como internacional, entre los que se destacan varios organizados por la OTAN, tales como el ejercicio Baltops en 2019 en el mar Báltico y el Mavi Balina en 2022 en las aguas turcas del mar Egeo.
En este ejercicio, el portaaviones español fue certificado al Grupo Anfibio y de Proyección de la Flota (GRUPFLOT) para ejercer, en el futuro, el mando de la fuerza anfibia de la Alianza, que cada vez adquiere más importancia en la geopolítica internacional y que por ahora evita entrar en una guerra con Rusia.
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En medio del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania, navegó las aguas del Báltico, Adriático y Mediterráneo en ejercicios de formación en la actividad del Escudo de Neptuno, junto al portaaviones estadounidense de propulsión nuclear Harry S. Truman y el italiano ITS Cavour, además del crucero USS San Jacinto y el destructor de Italia Andrea Doria. Una muestra del poderío de la OTAN y del Juan Carlos I.