El gigante asiático atraviesa hace años una desaceleración económica en medio de un mar de oportunidades y espera tener viento a favor en el 2024.
La China de Xi Jinping vive un período de menor crecimiento tras más de 30 años de ser el país con mayor evolución, logrando convertirse rápidamente en una potencia económica, militar, tecnológica y productiva.
Desde 2012, el gigante asiático vive una desaceleración y las proyecciones económicas de expertos ven un estancamiento en el horizonte si la tendencia no se revierte. En medio de este contexto: ¿qué se puede esperar de China para 2024, el año del Dragón?
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Desaceleración china: ¿rumbo a una crisis generalizada?
Cuando China abandonó el comunismo y se abrió el mercado occidental obtuvo un rápido crecimiento que lo llevó a una proyección soñada y, con el tiempo, a ser la potencia que conocemos hoy.
Entre 1991 y 2011, la economía china creció en promedio un 10,5% anual y cuando se consumó la llegada de Xi Jinping a la presidencia en 2012, el crecimiento se desaceleró y promedió un 6,7% hasta 2021, que de todas formas sigue siendo alto.
El problema radica en las proyecciones de organismos respetados a nivel internacional como Bloomberg y el Fondo Monetario Internacional (FMI), que prevén una mayor desaceleración para el final de la década y el peligro de un estancamiento. La raíz del análisis negativo recae en dos factores: la crisis del mercado inmobiliario y el envejecimiento de la población.

En la década pasada, el sector inmobiliario fue el gran impulsor de la economía china, pero la ambición desmedida provocó un exceso de la oferta, que desencadenó en más de 7,2 millones de viviendas sin vender y en la caída de gigantes como Evergrande.
Por si fuera poco, el gigante asiático enfrenta al mismo tiempo un envejecimiento demográfico inusitado que recuerda a lo que le sucedió a Japón, un país que supo ser potencia a finales del siglo pasado y hoy se caracteriza por tener una sociedad hermética y cada vez más adulta.
Por primera vez en seis décadas, China vio una caída en la población acompañada de un descenso récord de la tasa de fertilidad, que llegó a 1,09, menor al 1,34 de Japón.
En síntesis, una sociedad envejecida significa menos personas potencialmente activas, lo que afecta directamente a la mano de obra y productividad.
Esto último, representa una catástrofe no solo para el motor económico de China, que se caracteriza en gran parte por la mano de obra calificada, sino también para el comercio internacional, que depende de un mercado chino saludable y apto para consumir.
Por este motivo, desde el año 2021, el gobierno impulsa medidas e incentivos económicos para crear una “nueva cultura del matrimonio y la maternidad” que le permita equilibrar la pirámide demográfica.
¿Qué tiene China en su agenda para 2024?
El 2024 se caracterizará por las elecciones que llevarán al 40% de la población mundial a urnas y China observa atenta dos comicios importantes que repercuten en su política internacional.
La primera parada es la victoria de Lai Ching-te en Taiwán y la continuidad en el poder del Partido Progresista Democrático, movimiento político que defiende la independencia de la isla de la China Continental. Sin embargo, en el pasado Lai dejó abierta la posibilidad de que sea el pueblo quien elija o no volver a la idea de una sola China.
La reunificación es tan importante para Xi Jinping que lo planteó como fundamental es su plan de modernización para 2049, y está a la espera de cómo serán las relaciones con el nuevo presidente de los taiwaneses.

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La segunda elección importante para China es por, supuesto Estados Unidos, su principal rival en el tablero de la geopolítica. En términos económicos y militares, el gobierno de Joe Biden fue un contrapeso a las aspiraciones comerciales y territoriales en Taiwán, Hong Kong y en el Mar de China Meridional, ambiciones respaldadas por una creciente inversión militar en portaaviones, aviones de quinta generación y operaciones marinas y submarinas.
Todo parece indicar que la política girará nuevamente en torno a la rivalidad Joe Biden y Donald Trump, que ya tuvo su batalla por la presidencia en 2020 y tuvo picos altos de violencia, como el asalto al Capitolio en enero de 2021. Sea quien sea el próximo mandatario, Xi Jinping ya tuvo trato con ambos candidatos y conoce sus posturas, pero sin dudas es una elección que repercutirá en la política exterior de China.
En términos comerciales, la desaceleración no asusta a China y se pudo ver en 2023, año en el que redoblaron la apuesta en la feroz guerra por la dominancia del mercado de los microchips. En el año del Dragón, expandirán su producción de semiconductores con 18 nuevas plantas que buscarán contrarrestar las restricciones internacionales que busca imponer Estados Unidos.
El mercado automotriz tuvo a China como claro dominador, desplazando a Alemania y Japón, llegando a fabricar 1 de cada 3 autos que circulan por el mundo y con una expansión productiva del mercado de vehículos eléctricos del 77,6% respecto a 2022.

China no dejó las relaciones exteriores sin nuevos acuerdos y logró expandir sus alianzas comerciales al sur de la línea del Ecuador, especialmente en Sudamérica y África. Además, potenciaron los BRICS, incorporando nuevos miembros a uno de los bloques económicos más importantes del mundo.
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El 2024 será todo un desafío para China, que nunca se precipita y parece guardar en el plan de modernización una muestra de la paciencia que posee para llevar a cabo sus objetivos ¿Podrá el año del Dragón ser favorable para el gigante asiático?