Ya son utilizados por varias unidades del Ejército. Con ellos, sus hombres practican el manejo del TAM, con todo tipo de armas portátiles y como entrenador de los observadores avanzados de artillería. También, con un simulador de la cabina del Pampa, la Fuerza Aérea podrá calificar a sus pilotos. En Citedef, con tecnología y diseño nacionales, son desarrollados por científicos argentinos con el consiguiente ahorro de dinero y materiales.
El jefe del tanque mira por el periscopio y hace desplazar a su compañía para un ataque por el flanco derecho. Los blindados enemigos aparecen amenazantes. Con la orden de fuego, el apuntador centra la mira en el primero que aparece en su visor. Un certero disparo lo deja inmóvil, envuelto en llamas. Con un vistazo a la pantalla con la que dirige las acciones, el líder del TAM comprueba satisfecho que el resto de su batallón ha hecho lo propio. Las acciones han terminado con bajas por ambos lados. Pero… no hay heridos ni muertos, no se huele a pólvora, ni a combustible quemado y tampoco hay vainas servidas. ¿Cómo es posible? Simplemente, se trata de un entrenamiento con el simulador NeoNahuel, que reproduce la cabina del vehículo y con el que los tanquistas se ponen a punto y conocen todos sus secretos… ¡sin disparar un solo tiro! En 2007, los entonces capitanes Hugo Gismondi, Pablo Regazzoni y Marcelo López Moreno, del Comando de Comunicaciones e Informática de la Compañía de Mantenimiento de Comunicaciones del Comando de Arsenales del Ejército Argentino, presentaron el prototipo en sociedad, luego de haber volcado toda su experiencia en el simulador. “El sistema permite disparar las veces que uno quiera contra blancos múltiples y simultáneos, hacer ejercicios virtuales con todas las dificultades que se presentan en el campo de combate, de día y de noche, con inconvenientes técnicos y frente a un enemigo virtual que responde y ocasiona daño… ¡sin gastar nada! Solo el consumo de energía eléctrica, que es mínimo. Y también, evita costosas repeticiones si los ejercicios salen mal y puede hacerse el seguimiento de blancos, apreciación de distancias o uso del telémetro, registrar los resultados y evaluar al personal entrenado”, afirman. Además, ponen el acento en que “se ahorra un montón de dinero en munición de guerra, combustible y en el desgaste propio del blindado”. Desde hace tres años, su desarrollo está en manos del Instituto de Investigaciones Científicas y Técnicas para la Defensa (Citedef), que lo mostró con todo suceso en la reciente Expo Tecnópolis y con el que “jugaron” miles de visitantes. Pero el NeoNahuel es solo una muestra de lo que hacen sus especialistas en materia de simuladores.
SI DE SIMULADORES SE TRATA…
En su visita a Villa Martelli a la sede el citado organismo, DEF entrevistó al ingeniero en informática Horacio Abbate (54), jefe de la División Computación Gráfica y Visualización del Departamento de Sistemas de Guiado y Simulación (DSGS), responsable del desarrollo de estos prácticos elementos. Haciendo un poco de historia, a partir de 1993, Citedef comenzó a contar con sus propios simuladores. “Aquí hacemos el diseño integral de simuladores de entrenamiento con características visuales complejas. Si se requieren capacidades que no tenemos, entonces recurrimos a otras áreas del centro o de algún otro grupo que se integra al trabajo que estamos realizando”, dice. “Se pueden generar de múltiples maneras. Por un lado, hay fuerzas que ya cuentan con ellos y requieren una modernización y, por el otro, pensamos en una nueva generación de simuladores”, agrega mientras se refiere al Simoa para entrenar a observadores avanzados de artillería y que ya funciona en dos versiones. La primera se instaló en 2001, en el pabellón de instrucción de artillería del Colegio Militar de la Nación, y en 2004 se reemplazó por la segunda. “Estamos trabajando en la tercera por pedido del Ejército”, explica. “La idea es producir más de un simulador para instalarlo en las unidades de artillería, destinado al entrenamiento del personal ya formado como observadores avanzados”. De esa manera, continúa, “se prepara al hombre que no tiene una visión del objetivo para que pueda comunicarse con el centro de dirección del tiro y establecer cómo se va a hacer, cómo va a corregirse la puntería, etcétera. Y, por supuesto, detectar blancos de oportunidad o cumplir misiones ya planificadas”. Pero, además de quienes concurren al curso de observación, lo hacen cadetes de otras armas e incluso, oficiales de la Escuela de Artillería. “En diez años de uso, en todas las unidades de artillería hay oficiales que han practicado con el Simoa”, asevera con satisfacción.
EL FACTOR ECONÓMICO
Sin dudarlo, Abbate expresa que para nuestro país la implementación y uso de los simuladores significa un importante ahorro. “Posibilitan un trabajo a costos casi ínfimos comparados con los de los ejercicios en el terreno real. Si bien en algunos casos hubo que comprarlos y en otros, hacerlos e instalarlos, no se gastan vehículos, proyectiles, ni hay consumo de combustible. Sin contar con el alto costo logístico para desplazar gente, organizarla y racionarla. Todo esto se evita con el simulador, que puede trabajar las 24 horas del día”, sostiene mientras describe que también sirven para desarrollar capacidades y destrezas y con la incorporación de procedimientos en función de las características del terreno, la meteorología, el tipo de munición y equipamiento del personal frente a un objetivo fijo o móvil. “El observador de artillería tendría que conocer un centenar de combinaciones y eso requiere días de ejercicios con centenares de disparos. Estamos hablando de fortunas. En cambio, con esta herramienta entrena sin gastos y en los momentos que quiera”.
Entre sus argumentos, apunta también a que en un ejercicio en el terreno no se plantean condiciones de riesgo, pero sí en el simulador. “En el terreno, el hombre no se encuentra en una situación de peligro. Si bien no está en combate, con el simulador se produce un ambiente de concentración tal que lo lleva hacia ese tipo de situaciones”. En este punto, revela de qué manera las incorporan. “Cuando se gesta un proyecto hay varias fuentes de información para analizar y especificar las funcionalidades. O sea, determinamos lo que el sistema tiene que hacer. Siempre hay una referencia y una experiencia internacional muy grande. Hay muchas ideas. En buena medida reemplazamos esas informaciones”.
En cuanto al valor de los sistemas que producen, asegura que “podríamos establecer una relación de un tercio de su valor si tuviésemos que comprarlos en el exterior. A veces, en algunos su precio es estándar y en otros, se lo evalúa de acuerdo con los requerimientos del cliente. Además, si uno tiene un simulador importado, el mantenimiento requerirá que venga gente de afuera o que un componente sea exportado transitoriamente para su reparación o que se deba importar un repuesto. Son procesos lentos y caros. Nosotros los reparamos y mantenemos en el día”. En este sentido, precisa que cuando desarrollan un simulador por pedido de una fuerza lo hacen con las características y funcionalidades que cada una les requiere. “Con el Simoa utilizamos la doctrina de la artillería del Ejército. En el caso de haber importado uno similar, esto no habría sido posible y menos adaptarlo porque es costosísimo”, remata.
SIMULADOR PARA EL PAMPA
En 2005, los especialistas de Citedef se plantearon por qué no utilizar su potencial en la materia para diseñar simuladores de vuelo. Con el apoyo económico del Fondo Nacional de Promoción Científica y Tecnológica de la Agencia de Promoción Científica y Tecnológica, dependiente del Ministerio de Ciencia y Tecnología, le dieron forma al Simvuelo con la participación de sus profesionales y de distintas universidades nacionales. En pocas palabras, montaron módulos de hardware y software que generan una visión del terreno sobre el que se vuela y una plataforma móvil que reproduce los movimientos, vibraciones y otras sensaciones mecánicas de una cabina. Con esa experiencia y junto con el Centro de Ensayo en Vuelo de la Fuerza Aérea, de la Fábrica Argentina de Aviones (Fadea), de Córdoba, han diseñado un prototipo de simulador de vuelo para el IA-63 Pampa, con el que trabajan desde hace tres años. Abbate determina qué ha hecho cada uno. “Nosotros nos dedicamos al software del motor de simulación y el de visualización para mostrar el vuelo en pantalla y el modelo de vuelo en coordinación con el Departamento Aeronáutico de la Universidad Nacional de Córdoba, que lidera el ingeniero Eduardo Zapico”. Como resultado, el operador puede practicar la posición y movimientos del avión en tiempo real y todo lo que sucede en el ambiente que lo rodea, desde la atmósfera, el terreno y el estado de los comandos que maneja el piloto. Lo han hecho con una particularidad. “Hemos coordinado con la Fuerza Aérea que de alguna manera todo se define en tareas que pueden ser encapsuladas, bien cerradas y de manera que pueda encararse un componente y se lo pueda trabajar y obtener un resultado operativo sin tener el simulador completo”.
El objetivo para 2012 es contar con una cabina de Pampa para su visualización y volar el modelo que ya tienen, que incluye spoilers (dispositivos para reducir la fuerza de sustentación de una aeronave), el efecto suelo y otros elementos. “Luego, cómo se lo utilice es otra característica del proyecto y, por eso, simular combates no es por ahora una condición tan importante; pero sí, por ejemplo, que entre sus funciones pueda conocerse cuál es el efecto al arrojar una bomba o un misil durante el vuelo con la consiguiente pérdida de peso y el cambio de posición del centro de gravedad”, analiza el ingeniero. “El objetivo de este tipo de desarrollos no es muchas veces aprender a volar sino poder trabajar en los procedimientos. Por eso, todo esto se completa con el estudio y los vuelos reales en el avión con el instructor”, agrega.
OTROS PROYECTOS
Más allá de los tres diseños (Simoa, NeoNahuel y Simvuelo), los técnicos del instituto están trabajando en otros proyectos de investigación, como el Sintetic, para tiro curvo aplicado a los simuladores de entrenamiento. También, con la Plataforma General de Simulaciones (PGS) para utilizarla como herramienta para su diseño. La intención es sencilla. “Nos dará la posibilidad de utilizar partes de un simulador a otro y con la que ahorraremos tiempo y dinero. Con la ventaja de que los componentes que se vuelven a usar ya están probados”, revela el especialista. Por eso, han desarrollado los servicios multimedia con relación a las imágenes (videos, animaciones, sonidos, comunicaciones, sincronización) en una herramienta de software con propósito general. “Está preparada para usar en nuevas ideas. Quizás debamos agregarle algo, pero el 40% y en algunos casos un poco más, ya está en la PGS”.
Uno de ellos es el Simu en su versión portátil, para utilizarse en distintas condiciones de entrenamiento y hasta sentir el peso al empuñar un arma y realizar centenares de disparos sin riesgo de las balas perdidas. Además, evita el desperdicio de proyectiles, el desgaste de las armas y la instalación de un perímetro seguro. Es portátil y cabe en una valija de tamaño regular y puede instalarse en una sala común con su pantalla, computadoras y proyector. Aquí, el operador puede introducir variantes y situaciones sobre distintos escenarios de combate con hasta un sinfín de enemigos y lugares donde están ubicados y camuflados, con el agregado de las condiciones climáticas y grados de iluminación. Su particularidad estriba en que detecta el carácter letal de los impactos con diferentes colores según la parte del cuerpo afectada. Está habilitado para conectar pistolas 9 mm, fusiles FAL y hasta un misil Mara (misil antitanque de reducido alcance) con una escenificación para cada tipo de arma. Su versión fija (VF) está calificada para entrenar con pistolas, revólveres, ametralladoras y lanzacohetes portátiles.
En esta tarea están en permanente contacto con otras instituciones militares y civiles que producen simuladores a nivel de proyectos. “Nuestro deseo, concluye Abbate, es que cada simulador tenga una vida útil y brinde soporte por lo menos durante una década. No importa que cambie el hardware, las versiones de los sistemas operativos y otros aspectos”. De más está decirlo, están al tanto de los desarrollos de los países más avanzados del mundo en la materia. Y de ahí los resultados.