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Plan de educación FinEs

Con una iniciativa que abarca las unidades de todo el país de las tres Fuerzas Armadas, los soldados voluntarios y suboficiales pueden terminar sus estudios secundarios. Es el Plan FinEs, que diseñó el Ministerio de Educación y puso en marcha, desde el año pasado, la cartera de Defensa. Hoy, son más de tres mil los beneficiados con un aporte educativo ágil y moderno. 

Por Lauro Noro

La idea surgió a principios del año pasado. En una de las primeras visitas de la entonces ministra de Defensa, doctora Nilda Garré, a unidades militares, y precisamente en el sur patagónico y en diálogo con soldados voluntarios y suboficiales, les preguntó qué querían que su cartera hiciera por ellos y qué no estaba haciendo. Las inquietudes fueron muchas, pero la mayoría manifestó su deseo de estudiar y terminar la escuela secundaria. La respuesta se repitió en distintos encuentros. Entonces, la funcionaria le planteó ese deseo al director general de Institutos Universitarios de las Fuerzas Armadas, Osvaldo Devries. “No puede ser que nosotros, siendo Estado, tengamos agentes que no tienen o no completaron el secundario, pasan diez años en servicio, desde los 18 a los 28, y se van sin el secundario completo”. Así llegó el Plan FinEs (Finalización de Estudios) a los cuarteles. Ya en 2009, una experiencia piloto en Campo de Mayo y en Córdoba tuvo una positiva afluencia de cursantes. La iniciativa se había lanzado en abril de 2008, a través del Ministerio de Educación, para todos los ciudadanos argentinos mayores de 18 años, varones y mujeres, que no finalizaron sus estudios primarios o secundarios, de acuerdo con la Ley Nacional de Educación. Hoy, son casi 751.000 las personas inscriptas y 256.834 las que ya poseen el título secundario. Han capacitado a 51.113 profesores-tutores y 7960 escuelas funcionaron como sede, con una inversión que ronda los 161.423 millones de pesos.

EXITOSA RESPUESTA

El trabajo en las guarniciones militares comenzó en algunas provincias que ya tenían firmado el convenio. “En ellas había un referente militar de cada Fuerza que se conectó con los coordinadores de FinEs provinciales. En esta relación se vio qué era lo mejor para garantizar que esos soldados pudieran lograr el título. En algunos casos, como en el de Paraná, la unidad está muy cerca de la escuela que tiene el plan; entonces, los alumnos concurren a ella. Pero en casi todo el resto de las unidades se acordó que los tutores fueran a los cuarteles. Esto permitió acrecentar aún más el interés de estudiar de los alumnos”, puntualiza el funcionario. No deja de nombrar las razones por las que el plan es tan elogiado dentro y fuera del sistema educativo. “Es muy ágil, con módulos integrados por materias y el hombre va avanzando de esa manera. En tres años puede llegar a hacer los cinco que demanda cualquier escuela”. Y revela dos datos que han facilitado la inscripción de más postulantes. “Todos los alumnos tienen una hora menos de servicio para dedicarse a estudiar y, a partir de fines de 2010, cada alumno podrá contar con su propia netbook, entregada por el programa ‘conectar igualdad.com’, implementado en todos los colegios secundarios”.

PREMIO AL ESFUERZO

Por su parte, la directora nacional de Educación de Jóvenes y Adultos del Ministerio de Educación, Delia Méndez, alma mater del FinEs, explicó a DEF detalles de su implementación entre los uniformados. “Los grupos de alumnos se forman en las unidades. No hemos tenido ningún problema en ese sentido. La experiencia más fuerte se dio en el Ejército (donde ya hay egresados en Córdoba y está funcionando en Formosa, Mendoza, Salta, Jujuy, Santa Cruz, Chubut, Río Negro, San Juan y la provincia de Buenos Aires) y en la Fuerza Aérea, y es más lábil en la Armada”. Agrega que el Ministerio se hace cargo del pago de los profesores-tutores en todo el país, de los once módulos de estudio y de un cuadernillo con los cinco campos de conocimientos para el estudiante y todo el material de difusión del plan. Por supuesto, aclara que se tienen en cuenta todos los saberes previos y que mantienen un alto nivel de exigencia. Las clases son semipresenciales. “Esto también va de acuerdo con cómo evoluciona el alumno. Sugerimos que por lo menos haya dos encuentros semanales. En ellos, el profesor-tutor dicta clase, monitorea los trabajos que pidió la semana anterior y, sobre todo, apuntala a quienes presenten mayores dificultades. En ese ida y vuelta se comprueban los más y los menos”. También marca la diferencia con el estudiante de una escuela común. “Les van tomando pruebas parciales para llegar a un examen final donde los contenidos estén claramente adquiridos. Y si bien el plan tiene esta flexibilidad, el alumno debe conocer claramente sus reglas. El Estado está ofreciendo una gran herramienta para que el soldado voluntario o el suboficial puedan progresar”. En este punto, hace una salvedad. “No se trata de una dádiva ni de un regalo. El título hay que ganárselo con el esfuerzo del estudio, de cumplir con los trabajos prácticos, monografías, investigaciones, de acuerdo con la modalidad en que cada uno está. La idea es que todos se reciban. Si lo hizo antes, mucho mejor para poder seguir una carrera universitaria o terciaria”.

Como colofón, desde el COEDOC (Comando de Educación y Doctrina del Ejército), las motivaciones son tan precisas y contundentes como las cifras. A los soldados voluntarios que quieren ser suboficiales les exigen que terminen el secundario. Por eso, muchos intentan hacerlo. Después de ingresar a los 18 años, y pasados cuatro o cinco, pueden entrar en la Fuerza con el secundario completo. Esto les permite también a los soldados que entraron en años anteriores y que no tenían la escuela secundaria y ahora son suboficiales, terminarla finalmente. ¿Los números? De los 18.000 soldados voluntarios que revistan en la fuerza terrestre, casi diez mil tienen estudios secundarios completos. Del resto, unos 6500 a 7000, ya son casi 3000 los que participan en el FinEs.

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