Mientras el mundo se sacude por guerras que desafían fronteras y reescriben las reglas y predicciones, las Fuerzas Armadas argentinas no pueden darse el lujo de mirar para otro lado, pues cada conflicto bélico deja advertencias.
En el presente, un conjunto de tácticas letales, tecnología disruptiva, intereses cambiantes, y enemigos invisibles, delinean un escenario tan complejo como incierto. Por eso, DEF recurrió a tres expertos: el analista internacional Fabián Calle; el docente de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, coronel (retirado) Omar Locatelli; y el especialista en estrategia y geopolítica (y columnista y conductor en Ceibo Argentina), Leandro Ocón.
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En esta última edición, la visión de Ocón pone el foco en los aspectos que deberían ser considerados por el ámbito militar argentino para evitar ser vulnerables en un contexto cada vez más impredecible.

Medio Oriente: estudiar la guerra e identificar las lecciones
-¿Las Fuerzas Armadas argentinas están mirando lo qué pasa en Medio Oriente?
-Deberían. Como principio fundamental, la guerra siempre se estudia a partir del hecho. Las verdaderas lecciones siempre salen de los conflictos del presente. Cualquier manifestación histórica de violencia organizada debería ser materia de estudio para cualquier oficial de las Fuerzas Armadas.
Muchos, en este momento, están mirando atentamente este conflicto.
-¿Qué es lo más importante que deberían considerar?
-Que muchas predicciones que se habían hecho sobre las guerras del futuro sirvieron (y sirven todavía) para establecer determinadas doctrinas que no son del todo certeras. Desde la década del `90 se habla de que las guerras del futuro ya no iban a ser entre estados, sino entre distintos tipos de organizaciones. Eso no parece ser cierto.
Nuevamente, estamos viendo conflictos entre Estados. Entonces, el Estado sigue siendo una gran fuente de autoridad, de capacidad y de voluntad a la hora de observar choques de intereses. Justamente, estamos viendo un choque de intereses nacionales.
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-¿Qué otras cuestiones se deberían considerar?
-Generalmente, lo que se estudia es la tecnología, ¿no? A mí me parece que sirve volver a los libros tradicionales. Porque hablo del futuro, pero, en realidad, lo estoy haciendo con los libros del pasado. Y la planificación estratégica sigue siendo fundamental para el desarrollo de las capacidades nacionales.

Fuerzas Armadas: tecnología militar, ¿para qué tipos de escenarios?
-¿Y qué dice la planificación estratégica?
-Bueno, el punto de partida es qué tenés, quiénes son tus oponentes, cuáles tus amenazas y cuáles son tus oportunidades. Y la tecnología aplicada en el conflicto, por ejemplo, entre Israel e Irán, responde a necesidades específicas de los Estados en esa situación particular.
Por eso, si lo comparamos con el conflicto entre Ucrania y Rusia, es raro ver una operación terrestre. En ese caso, estamos hablando de países limítrofes en los que existe una intención clara de ocupación. El conflicto entre Irán e Israel es diferente. Entonces, eso influye en el desarrollo de la tecnología militar. Y, cuando hablo de tecnología militar, me refiero a todo tipo de instrumento militar no humano y de las capacidades humanas para manejar esas tecnologías.
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-Entonces, ¿en torno a qué deberíamos pensar esas tecnologías?
–Al objetivo estratégico, a las capacidades y a la situación, entre comillas, geopolítica.
Entre Israel e Irán hay una distancia territorial, con muchos países en el medio. Entonces, claramente vemos un conflicto aéreo. En definitiva, en este punto del planeta la supremacía aérea es fundamental. Por eso Israel desarrolló el Iron Dome, porque sabía que, gran parte de sus amenazas y la forma de ser atacada iba a ser siempre aérea.
“En Argentina no tenemos bien definido hacia dónde ir porque no entendemos bien cuáles son nuestras amenazas”
-Y en cuanto a la preparación de nuestros militares, si hipotéticamente deben enfrentar un conflicto, ¿pensas que están en condiciones de entrar en guerra?
-El problema que tenemos en Argentina es que no tenemos bien definido hacia dónde ir porque no entendemos bien cuáles son nuestras amenazas o, en todo caso, nuestras amenazas están en disputa política. Entonces, es muy difícil desarrollar tecnología adecuada cuando no es clara la apreciación de hacia dónde hay que ir con nuestro poder militar.
Lo que observamos en países como Israel, con mucha tecnología avanzada, es algo que tiene que ver con su situación geopolítica y sus intereses. Y otra cuestión a considerar, es que tanto Israel como Irán están siendo nutridos con armamento que no es propio. Ese armamento está siendo pagado por los impuestos de alguien y, a su vez, eso tiene que ver con un modelo de economía política vinculado a la generación de empleo nacional en muchos países. Eso ocurre en varios de los Estados que están contribuyendo al conflicto.

-¿Cómo sería eso?
-Que dentro de su modelo de desarrollo está el de gasto militar. Y acá nosotros percibimos ese uso del dinero como un gasto. O, en todo caso, como un seguro que hay que pagar…pero no lo entrelazamos a un modelo de desarrollo económico.
El modelo económico detrás de las guerras
-¿Eso lo ves como un obstáculo?
-Claramente, porque de ahí viene toda la discusión de si comprar o desarrollar. Si uno sacrifica el desarrollo en pos de comprar, creo que es un grave error estratégico porque lo que vemos en los grandes enfrentamientos en el siglo XX y del XXI es que la supremacía militar está muy asociada a la capacidad industrial de las naciones.
Además, en muchos casos, estos conflictos son por desgaste. Y, sin ir más lejos, en ocho días Israel gastó todo el presupuesto anual que Argentina tiene para su defensa. Alguien puede decir, “bueno, nuestra situación es otra”, okey…pero hay que pensar en que eso, a su vez, está llevando alimentos a varios hogares, como los de los trabajadores que fabrican misiles.
Entonces, creo que la dimensión de la guerra como negocio no hay que verla desde un punto de vista idealista, sino tratar de entender que la guerra se va sosteniendo con el tiempo y gana el que más aguanta, no solamente en términos militares, sino macroeconómicamente.

-¿En qué caso concreto ves esto?
-Por ejemplo, cuando arrancó la guerra entre Rusia y Ucrania. Por entonces, Ucrania tenía un gran problema porque no iba a poder sostener, sin ayuda externa, un conflicto a largo plazo. Por esa razón buscaron tratar de hacerle un bloqueo económico a Rusia, para impedir que ella sostenga el conflicto. Y esto último se da cuando se tienen las capacidades industriales de fabricar tecnología que se va utilizando o destruyendo sin necesidad de depender de otros. Por eso el desarrollo nacional es tan importante.
Una cuestión fundamental es que en esos países las industrias no son exclusivamente militares. Entonces, la separación entre industria civil y militar es un tanto curiosa porque vos tenés grandes empresas del sector civil que contribuyen cotidianamente con el sector militar. Entonces no existe industria solamente militar o exclusivamente civil. Existe industria y se va direccionando de acuerdo a los objetivos estratégicos que persigue cada nación.
-¿Cómo estamos preparando hoy a nuestros militares?
-Es una pregunta que sigue sin estar adecuadamente contestada. Creo que es obligación del Estado Nacional y de los gobiernos saber dar respuesta a esos militares. Y que la respuesta sea que las Fuerzas Armadas estén metidas en cuestiones de seguridad es escueta, porque esos son los objetivos secundarios de las Fuerzas Armadas. El objetivo primario es la defensa de la nación frente a actores extranjeros, que pueden ser amenazas híbridas o no.
-¿Entonces?
-Acá hay que ver, en definitiva, cuáles son los actores que están detrás de todo y por eso es importante el rol de inteligencia. La nación tiene que estar organizada de determinada manera, tiene que haber fuerzas que respondan a amenazas no estatales y estatales y tiene que haber una especie de organización que responda a eso.
Ahora, cuando ya existe una organización cuyo rol es defender a la nación y agregás que su misión prioritaria sean las entidades no convencionales, te olvidas de una pata importante que son las amenazas convencionales. Por eso siempre pongo en discusión que las Fuerzas Armadas combatan al narcotráfico, porque no es su misión prioritaria. Lo que hay que hacer es formar fuerzas destinadas específicamente al abordaje de ese tipo de amenazas y que las FF. AA. estén preparadas para otro tipo de escenarios.

“No hay que comprarse lo último; hay que tener la capacidad de desarrollar algo simple”
-¿Quién tiene que responder a ese tipo de amenaza y quién defender nuestros recursos estratégicos?
-Hay que hilar más fino. Se debe crear toda una arquitectura interna, y eso es lo que estuvo en disputa en los últimos 40 años. Ninguna gestión supo resolverla, todo lo contrario, la perjudicaron.
Vayamos a la pesca ilegal, ¿quién responde?, ¿la Armada Argentina o Prefectura? Bueno, es una pregunta que nunca nadie sabe contestar. Entonces, creo que todo tiene que ver con un momento de decisión política certera y con dar un verdadero debate y reforma del sistema nacional de seguridad y defensa en pos de entender todos los niveles y la complejidad en la que operamos hoy, que implica también una dimensión ciberespacial. Argentina no sabe dar respuesta a una realidad compleja y lo que hizo fue enredarse en discusiones políticas y no operativas.
-¿En qué ayudaría tener esa discusión operativa?
-¿Qué herramientas le dan a la Armada para defender el Mar Argentino?, existe una función de imposible cumplimiento porque no tenés las herramientas para hacerlo. Y ahí viene la cuestión de la tecnología. La tecnología no tiene que ser de avanzada, tiene que ser algo que permita dar una respuesta a un hecho específico.
Ahora, las Fuerzas Armadas no tienen todavía capacidad para dar respuesta a un hecho físico. Y ahí está el debate de la tecnología: no hay que comprarse lo último, hay que tener la capacidad de desarrollar algo simple. Si hay que comprar, no está mal, pero se tiene que ver siempre con la mirada amplia de saber qué es lo que uno desarrolla, qué es lo que uno compra y para qué.

“A nadie le conviene la Tercera Guerra Mundial”
-¿Se viene una Tercera Guerra Mundial?
-No. A nadie le conviene una Tercera Guerra Mundial. Esto no se trata solamente de pujas territoriales específicas de zonas calientes en un mundo crecientemente multipolar. Acá hay que ver a otros actores. Rusia, China, Turquía, India… Vuelve a entrar en juego Vladimir Putin, tiene relación con el presidente de Estados Unidos y con el líder supremo de Irán. Entonces, en una mesa de negociación va a entrar. En ese caso va a negociar la cuestión de Ucrania y tratar de aliviar tensiones en Medio Oriente.
Mientras, tenemos que aprender a convivir en el caos. A nosotros nos cuesta porque vivimos en una región de paz. Claramente, es mejor vivir y dormir en un país donde no están reventando cohetes todos los días. Creo que a muchos Estados les conviene que esté sucediendo esto para volver a sentarse a renegociar ciertos eventos del pasado.
-¿El gran perdedor podría ser Ucrania?
-Puede ser Ucrania. También hay un ganador. Yo siempre miro con atención a uno de los países que es uno de los grandes misterios de la geopolítica contemporánea: Turquía. ¿Por qué?, es un país que pertenece a la OTAN, es musulmán, está convirtiéndose en una de las grandes potencias regionales, y está en un lugar geoestratégico fundamental.
Muchos por ahí piensan que este es un conflicto que responde a las religiones. Yo no.
-¿A qué podrían responder?
-Aparentemente, el choque de civilizaciones es bastante selectivo: ocurre donde se encuentra el petróleo en el mundo. Entonces, todo esto responde a algo macro, que es la crisis energética internacional.
No estamos haciendo una transición energética adecuada. La inteligencia artificial, las criptomonedas, y las nuevas tecnologías demandan muchísima energía. Y no hay suficiente, entonces suben los precios. En Europa eso ya quedó muy al descubierto.
Siempre van a existir conflictos e intereses en lugares donde hay recursos.




