Mientras el mundo observa los conflictos armados que sacuden distintas regiones del planeta, los militares -en silencio, pero con atención- toman nota. Cada enfrentamiento deja enseñanzas: nuevas tácticas, innovaciones tecnológicas y cambios en la lógica de la guerra que podrían redefinir el futuro del poder militar.
En diálogo con DEF, tres especialistas en defensa compartieron sus observaciones en cuanto a los aprendizajes que deberían ser considerados por las Fuerzas Armadas en el escenario de conflicto que atraviesa Medio Oriente en la actualidad. En esta entrega, el analista internacional Fabián Calle se sumó a la opinión del profesor de la Escuela Superior de Guerra del Ejército, coronel (retirado) Omar Locatelli, y a la del especialista en estrategia y geopolítica, Leandro Ocón.

Fuerzas Armadas: ¿un presente de oportunidades?
-Considerando lo que ocurre en Medio Oriente y en otras partes del mundo, ¿qué deberían tener en cuenta las Fuerzas Armadas argentinas?
-Primero, de toda la experiencia de lo que se ve en Gaza y en Ucrania, creo que hay una oportunidad para países en vía de desarrollo que vienen invirtiendo poco en defensa.
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-¿Por qué?
-Porque si se miran los años noventa, o principios de siglo, se hablaba de la revolución del arte de la guerra. Era todo sofisticadísimo, caro y súper tecnológico. Y parecía que se abría una brecha enorme entre un grupo pequeño de países y todos los demás.
La operación de Estados Unidos en Irak en 2003, donde Irak cae en pocos días. También cae el régimen de los talibanes en poco tiempo, termina el de Gadafi. Una especie de videojuego, como fue la guerra del 91’, también en Irak, donde Estados Unidos no tuvo casi bajas, al igual que la del 2003.

-¿Ahora qué se ve?
-Primero que la operación de ocupación de Irak y de Afganistán fracasó. En Afganistán, de manera simétrica, los talibanes volvieron. La ocupación de Irak fue una calamidad y terminó fracturando al país y poniendo un gobierno pro Irán en el poder.
La campaña rusa de Ucrania; supuestamente el país de Putín es de esos países que pueden apostar a ejércitos fuertes y sofisticados, y hace tres años y medio que no logra romper la defensa ucraniana.
Y por último está Gaza, donde Hamás sigue estando, peleando y controlando, no digo la situación, pero sí complicándole la vida a Israel y teniendo la capacidad de reclutar nuevos efectivos pese a todas las masivas bajas.
Cambio de tácticas, nuevas tecnologías e inversión en inteligencia
-¿Qué enseñanza deja la guerra en Medio Oriente?
-Lo que queda es que hay toda una panoplia de tácticas, inteligencia humana y de tecnologías no costosas que permiten, no digo ganar guerras, pero sí dificultar mucho las agresiones de países poderosos.
Básicamente, el tema drones de uso civil y reciclados a lo militar; el uso de inteligencia artificial en esos drones que se pueden conseguir en el mercado civil; el entrenamiento de jóvenes para que los manejen y montar líneas de montaje relativamente baratas de miles y miles de estos dispositivos tecnológicos. Ese es un campo. El otro es el de la informática. Con no tanta plata, un país puede generar un esquema de defensa y ataque en el plano informático.

-Eso también abarató los costos…
-Claro. Antes se gastaban centenares de millones de dólares, o miles de millones, en un sistema de armas. Ahora, con unas cuantas decenas de millones, se puede montar un sistema de defensa y de ataque informático notable.
Entonces, tenés el tema de la guerra informática, formando jóvenes o formando técnicos, y combinando el sector público y privado para desarrollar una mejor tecnología en todo lo que sea el ataque y defensa informática. Así se puede ir contra la infraestructura crítica de los otros países y defender la propia.
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-Lo qué logró el Mossad, imagino que también marca el camino…
-Hay que considerar el uso de la inteligencia humana, que se demostró que es muy importante, tanto contra Hezbollah como en Ucrania o Irán.
La inversión en este ámbito es fundamental. A ello hay que sumarle la relevancia del uso de tecnologías relativamente abiertas, como es el caso de Starlink, que te permite – excepto que te pelees con Estados Unidos, que en el caso de Argentina no está en los planes- poder intercomunicar a tus Fuerzas Armadas de manera bastante rápida y económica.
Y otro elemento es el regreso de un espíritu más nacionalista, o menos ingenuo y menos woke, en muchas partes del mundo. Creo que eso está llegando a unos sectores de la juventud argentina con una revalorización de lo nacional y de la épica respecto a las Fuerzas Armadas. Un sano nacionalismo. Y eso es una materia fundamental para tener jóvenes dispuestos a hacer todas estas tareas, como ser parte de la inteligencia del Estado, manejar esos drones y participar en el tema de informática.

-¿Cómo impacta en las Fuerzas Armadas locales?
-Creo que se abren oportunidades para países de desarrollo intermedio, como el caso de la Argentina, donde la clave es planificar bien las cosas, organizarse, no dispersarse, no caer en 10 proyectos con prototipos, sino apostar a algunos pocos prototipos y poner toda la fuerza ahí, desde el tema drones al de cohetería o vectores. Es decir, concentración de esfuerzos y no estar dispersándolo.
Eso también requiere mucha interacción con el sector privado, como, por ejemplo, con los unicornios, y pequeñas, medianas y grandes empresas.
-En ese sentido, ¿cómo ves el futuro?
–Creo que hay un terreno fértil para pensar las Fuerzas Armadas. Eso no implica dejar de comprar tanques o aviones. No sumarnos a esa idea de que los tanques, buques o aviones de combate ya no sirven más porque no es así.
Los drones navales nunca van a reemplazar a los barcos, pero podés empezar a pensar un transporte de drones naval en vez de un portaaviones. Si bien eso no será lo mismo, implica una capacidad de exploración y llegado al caso de ataque. Creo que aquellos países subdesarrollados que tengan capacidad de organización y de planificación pueden hacer un diferencial.




