Las microfinanzas están atravesando un período turbulento en India y Bangladesh, países que dieron vida al modelo. DEF dialogó con un especialista para evaluar el real impacto en el sistema mundial y la situación actual de los microcréditos en Argentina.
Por Juan Ignacio Cánepa
Ayer, receta favorita para la inclusión social en los países emergentes. Hoy, principal acusado de endeudar a los pobres, empujarlos al suicidio y de enriquecer solo a los capitalistas. El sistema de microcréditos entró en crisis en los países que le dieron origen y es objeto de escarnio de la prensa internacional. Es más, en Bangladesh, la grave situación no respetó ni siquiera al padre del sistema: Muhammad Yunus, premio Nobel de economía por sus trabajos en microfinanzas, fue separado de su cargo al frente del Grameen Bank. ¿Estamos realmente ante el fin del sistema o se trata más bien de una crisis puntual?
INDIA, LA BURBUJA QUE EXPLOTÓ
Uno de los países donde más expuesto quedó el problema fue India. Allí lo que sucedió “es que hubo una crisis del sector por su gran endeudamiento”, señaló a DEF Daniel Higa, director ejecutivo de PlaNet Finance Argentina, una organización de origen francés dedicada al asesoramiento de entidades de microfinanzas. Lo que más exposición le dio al tema fue que algunos deudores se suicidaron o intentaron suicidarse. “Eso generó una crisis política muy mediática, porque los iban a presionar para que pagaran”, comentó Higa.
La semilla que alimentó el colapso del sistema en India fue el sobreendeudamiento de los tomadores de microcréditos. Una persona podía tener más de un crédito con más de una institución. “Se endeudaban para poder pagar la deuda”, explicó el especialista. Había mucha presión comercial por colocar los créditos; eso generó una carrera que resultó en la saturación del sistema.
Otro elemento que contribuyó en el círculo vicioso fue que en el mercado indio no existe lo que los especialistas llaman “central de riesgo”, una especie de Veraz donde consultar a la hora de otorgar un préstamo. “Si alguien hubiera ido a sacar un microcrédito -explicó el director de PlaNet Finance Argentina-, el sistema hubiera marcado que la persona ya tenía seis créditos tomados, por ejemplo. Entonces no se lo hubieran dado, o se lo habría evaluado de otra forma”.
En cuanto a los suicidios, un informe de la central francesa de PlaNet Finance indica que de los 15 mil casos anuales de suicidio que se registran en las zonas rurales de la India, casi todos son “a causa de las malas cosechas o del hostigamiento de los usureros”. No habría una relación directa con los microcréditos. No obstante, el mismo informe reconoce también que “muchos artículos y conferencias profesionales demuestran que el sobreendeudamiento y sus consecuencias psicológicas pueden llegar a ser tan insoportables que hacen que el deudor se suicide cuando se ve incapaz de devolver las deudas contratadas con una o más IMF (instituciones de microfinanzas).”
UNA CRISIS MÁS
¿Es el caso de la India el inicio de la caída del sistema global de microcréditos? En realidad, ya se habían dado casos de naturaleza similar en otros países. El citado informe de PlaNet Finance Francia indica que en Bolivia, a principios de la década pasada, tras la entrada en el mercado de una oferta de crédito al consumo presentada por empresas chilenas, se generó un sobreendeudamiento de los microemprendedores. Hubo entonces una huelga de pagos, apoyada por el gobierno. Finalmente, las instituciones de microfinanzas pudieron continuar sus actividades y resultaron poco afectadas, mientras que los proveedores de créditos al consumo tuvieron que reducir su actividad.
En México, el boom de las microfinanzas tuvo lugar entre 2005 y 2008. Numerosas instituciones se desarrollaron de manera acelerada y muchas fueron las que debieron cerrar sus puertas. Las IMF seguían, en general, el mismo modelo que en India: eran actividades fundamentalmente sostenidas por el crédito, sin oferta de ahorro, había centrales de riesgos pero poco adaptadas e inversionistas atraídos por la rentabilidad del sector, que buscaban un crecimiento inmediato para obtener beneficios rápidos.
Otro caso fue Marruecos, donde existe un riesgo de crisis de sobreendeudamiento con instituciones que tienen una gran parte de la cartera en riesgo. Un plan nacional está en marcha para salvar algunas de estas instituciones.
Existen y existirán, entonces, crisis en el sector de las microfinanzas, que, por otro lado, son muy similares a los vaivenes clásicos del sector financiero. Según Daniel Higa, no se puede hablar de “una falla del sistema”. “Lo que sucede es que es mucho más notorio porque se da en los sectores más vulnerables, pero no es que sea una falla de todos los sistemas. Son crisis recurrentes”, señaló y aseguró que “en el caso de las instituciones de India hubo una especie de burbuja” que luego, como pasa generalmente, explotó.
Además, remarcó lo nocivo que resulta para este tipo de mercado la lejanía entre prestadores y prestatarios. En ese sentido dijo que está demostrado que si se toma a los microcréditos solamente desde un punto de vista comercial, conllevan un riesgo mayor.
¿QUÉ PASA EN CASA?
En cuanto al mercado local de microcréditos, Daniel Higa opinó que actualmente “tiene una tendencia más o menos igual a la que traía en función de las instituciones. Hay instituciones que están trabajando históricamente -aquellas que están en la Red Argentina de Instituciones de Microcrédito (RADIM)-, que vienen creciendo al mismo ritmo, más en crédito que en clientes, es decir, atienden a sus mismos clientes con más crédito”. Según Higa, “eso está bastante bien”.
El otro actor importante es el Estado, con la Comisión Nacional de Coordinación del Programa de Promoción del Microcrédito para el Desarrollo de la Economía Social (CONAMI), que está generando muchas organizaciones que se puedan capitalizar, pequeñas organizaciones en regiones mucho más alejadas. Como cuenta pendiente señaló que “en el sector público, particularmente, está habiendo mucha demora para que lleguen los fondos”.
Un tercer elemento sería el público-privado, como el FONCAP (Fondo de Capital Social), que se encuentra bajo la órbita del Ministerio de Economía, donde se está trabajando en nuevos instrumentos: nuevos fondos para atender a segmentos que no lo están. De todas formas, para el experto, las relaciones público-privadas son un ítem a potenciar.
Daniel Higa señaló que se trata de “un momento interesante”. “Hay que ver cómo se termina de acomodar. El sector público es el que ha tenido más dinamismo por contar con más recursos, pero el sector privado (las ONG), no ha tenido el despegue que esperaba”.
EL DEBATE DEL FUTURO
Hubo un tema sobre el que Higa hizo especial hincapié, tanto para el mercado local como para el internacional. El desafío más importante, según el especialista, es que el sistema de microcréditos incluya el ahorro, o sea, que las mismas instituciones que otorgan los préstamos puedan recibir dinero de sus clientes para ahorrarlo. “Creo que el ahorro y el crédito son las dos caras de la misma moneda -afirmó- y las instituciones son capaces de dar crédito pero no de tomar ahorro. Eso las limita para expandirse”.
La doble función de las instituciones de microfinanzas -prestatarias y tomadoras de ahorros- incrementaría la capacidad de ahorro de los clientes al permitirles guardar dinero en un lugar seguro, reduciría el costo de refinanciación de las IMF obteniendo recursos más económicos que el crédito bancario, y crearía un vínculo fuerte entre la institución y los prestatarios, fidelizándolos y previniendo futuros incumplimientos desde ambas partes.
En nuestro país, la decisión de permitir que las IMF tomen ahorro lleva necesariamente a la discusión de la Ley de Entidades Financieras, ya que esto no está previsto por la misma. “Ese debate va a ser un punto crítico. Hay mucha tela para cortar”, dijo Higa.