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Diego Guelar: “Tenemos que combatir viejos mitos”

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El flamante embajador argentino en China se refirió a los planes que desarrollará durante su misión diplomática. Señala que hay que superar los prejuicios para una buena complementación; destaca que hay numerosas oportunidades para el país e insiste en trabajar como “socios”. Por Juan Ignacio Cánepa
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A esta altura de su carrera, Diego Guelar debe estar acostumbrado a trabajar con grandes potencias mundiales: fue embajador en los EE. UU., el Brasil y la Unión Europea. Pero, según él, “todas encierran un gran desafío”. Transcurrieron 12 años desde su último destino y el presidente Macri le confió una nueva misión de representación ante nada más y nada menos que la gran potencia emergente: China.

Durante sus últimos días en Argentina, en medio de variadas reuniones con diferentes carteras del gobierno, el flamante embajador recibió a DEF en sus oficinas y adelantó algunas de sus propuestas.

-¿Cómo se prepara una misión de esta envergadura? Ud. ya ha sido embajador en otros lugares muy importantes.

-La primera tarea tiene que ver con lo local. Trabajé enero y febrero, porque hay una gran tarea. Más allá de los trámites internos en Cancillería, hay que articular además con los distintos ministerios para armar la adecuación de una agenda que ha sido muy importante en los últimos 10 años, pero que requiere un reordenamiento en función de las prioridades y la nueva situación del país.

-El presidente Macri habló de revisar los acuerdos. ¿Eso será el primer impulso de la misión?

-La palabra revisar puede tener una connotación negativa. Hay que revisar con nuestros socios chinos, poner a punto la relación partiendo de la necesidad de un trabajo que es hacia dentro de la administración, porque falta información interna. Como no hubo transición, no hubo un traspaso de información de la anterior administración a la nueva. No ha habido una fluida información de muchos temas con la propia Cancillería durante el período anterior; ni hablar con el Congreso. Esto hay que cerrarlo compartiendo la información con nuestros socios chinos y, por lo tanto, acomodando toda la relación a los nuevos tiempos y nuevos vientos, que creemos que van a ser mejores y más intensos, que indudablemente requieren una puesta a punto.

–Pareciera que los acuerdos con China siempre son secretos…

-Es que tuvieron un secreto hacia dentro de la Argentina. Desde el punto de vista de la relación entre países, China trataba con las autoridades legítimas de Argentina. Lo que no podían hacer nuestros socios chinos es garantizar que las autoridades legítimas argentinas tuvieran el proceso de transparencia de la información hacia dentro de su país. Eso es lo que tenemos que, más que revisar, interiorizar. Con esa información de base habrá un proceso muy intenso de trabajo con el gobierno chino para poner a punto esa relación en esta nueva etapa.

-¿Cuánto ha crecido la relación entre ambos países?

-Hemos tenido una década muy importante y ahora debemos ver por qué carril continúan esos avances para profundizar la relación. Creemos que la relación con China es muy nueva en términos de su intensidad. En los últimos diez años, entre las dos visitas presidenciales en 2004 y 2014, se marcó un cambio absoluto en términos de las relaciones, no solo entre China y Argentina, sino de China con toda la región y con el mundo. Nosotros somos parte de una explosión de China en el mundo. No nos hemos quedado afuera. Entonces, en ese contexto, tenemos que entender que hay que hacer un balance de esa relación y abrir nuevos capítulos que creo que van a ser de mucha intensidad.

-¿Cree que los chinos van a acompañar este proceso?

-Descarto que las autoridades chinas van a estar 100 por ciento de acuerdo con nosotros, porque la tarea es a los efectos de hacer más eficaz una relación de semejante volumen e importancia. Fueron los primeros que reaccionaron positivamente cuando llegó el momento del operativo para salir del cepo. Ellos inmediatamente apoyaron con 3000 millones de dólares. Son señales muy fuertes que debemos honrar en plenitud.

TRABAJAR SIN PREJUICIOS

-Se habla mucho de la complementariedad de los productos argentinos con la economía china, sobre todo con relación a las materias primas o commodities. Pero por otro lado hay una competencia, sobre todo con los productos de manufactura. Un cálculo estadístico indica que esa producción china amenaza al 73 por ciento de la exportación de productos manufacturados de nuestro país. ¿Cómo ve esta doble cara de la relación económica?

-Creo que tenemos que combatir viejos mitos. Uno de ellos es la oposición entre la producción primaria y la industrial. Todos los países más desarrollados son productores de tecnología y son países agrícolas. No existe tal oposición. Argentina ha llegado, pese a los inconvenientes, a ser el país más productivo, en términos agrícolas, del mundo. No hay forma de que podamos decir “eso es malo”. Eso abarca desde el producto más primario. Lo hace la Unión Europea, Estados Unidos, Australia, países que quieren ser exportadores, comercian en un número importante con materias primas. Obviamente, Argentina tiene que complejizar el complejo agroindustrial. Hemos hablado mucho y hecho poco. Entender que es una fuente de producción industrial muy importante: hoy, un kilo de carne elaborada de corte caro vale más que un kilo de iPhones. La industria agroindustrial no es primaria, hay capacidad de agregar un valor extraordinario. Indudablemente, la naturaleza de la Argentina nos permite desarrollar ese complejo.

-¿Existen otros mitos sobre el comercio con China?

-Sí, la contradicción entre exportaciones e importaciones de la propia China. Se cree que China es un país que exporta pero cierra su mercado. En los últimos años, hay una gran reorganización de su economía: el rol del mercado interno y del consumo comienza a tener un peso importante. Eso implica que debemos adecuarnos a esta nueva realidad de tal forma de poder suministrar productos, no solo en su estado más primario, sino con valor agregado. Ese es el desafío.
Tercer mito: “No dan los costos argentinos para importar”. ¿Y dan los costos alemanes? En Alemania, ¿la mano de obra es barata, los impuestos son bajos? Entonces, hay que romper este mito. Nuestra falta de productividad no es consecuencia de la falta de productividad del obrero argentino, al contrario, ese es el mayor valor. Está medido que la capacidad del obrero argentino es equivalente a las más altas de cualquier país del mundo.

-¿Cuál es el problema, entonces?

-Se ubica en la dirigencia. Nosotros no tenemos problemas ni con la naturaleza ni con la gente. Nuestra gente es valiosísima y nuestra naturaleza es extraordinaria. Lo que ha producido los desastres es una falla muy seria en la composición y en la actitud de nuestra dirigencia.

PENSAR EN COMÚN Y CON PROYECCIÓN ECONÓMICA

-Cuando se sienta con China a negociar, ¿lo hace como país, como región o como bloque Mercosur? ¿Cómo se tracciona una mejor negociación?

-Nosotros tenemos una relación bilateral que es asimétrica. Alcanza con ver lo que significa China y lo que significa Argentina. Una de las formas de mejorar una relación asimétrica es acumular capacidad negociadora regional. Lo que tantas veces pregonamos de la unidad latinoamericana. En principio, deberíamos tener un punto de agenda en común con Brasil y no lo tenemos. Es central que empecemos a pensar en términos de construir una agenda regional. Y tenemos la posibilidad, desde el año 2004, con la propuesta del gobierno chino de hacer un acuerdo de libre comercio con el Mercosur. No les puedo echar la culpa a los chinos por no haberlo hecho. Otros países lo están haciendo, como Australia, Nueva Zelanda, economías que son muy similares a la argentina, más eficientes pero muy similares.

-¿La dirigencia entiende que no necesariamente estamos compitiendo con Brasil por la cantidad de aceite de soja que se vende a China?

-Todas las uniones tienen mezcla de alianzas y competencias. En Francia y Alemania, los ejes de la UE, tienen competencias entre sus empresarios muy importantes. Pero han encontrado los denominadores comunes para hacer la UE. Hablamos de Francia y Alemania: Guerra Mundial, millones de alemanes y franceses caídos en guerras sangrientas. Nosotros no tenemos eso; objetivamente es mucho más fácil la unidad regional. Creo que el problema no es el subdesarrollo económico, sino el subdesarrollo de la dirigencia. Hasta que no entendamos que ese es el subdesarrollo que tenemos que superar, vamos a seguir transitando en estado de crisis permanente con algunos años de crecimiento.

-¿Cómo obra la Cancillería en este cambio?

-Hay un proceso de deterioro durante la gestión del canciller anterior. La actual canciller está buscando los caminos para remediarlo. Creo que lo va a hacer porque es una persona con gran experiencia internacional y está aportando eso para rearmar la organización. Se resolvió, felizmente, volver a la unidad del área económica internacional en la Cancillería. Fue un tema debatido y creo que la solución más justa es la de una cancillería con objetivos económicos. En el estado de desarrollo de la Argentina, vaciar de contenido económico al Ministerio de Relaciones Exteriores era, a mi juicio, un grave error.

-¿Ve un apoyo político a ese camino de fortalecimiento?

-Eso lo ha decidido el presidente. Incluso, en la ley de gabinete estaba la estructura dividida y, sin embargo, hubo un decreto correctivo. Es lo que está demostrando el presidente Macri, que tiene una capacidad para la autocrítica, rever decisiones.

“CUENTO CHINO”

-¿Son todavía marginales las inversiones directas de China en el país?

-Para nada. Está Sierra Grande, en hierro; la compra de la mitad de la segunda petrolera en Argentina; inversiones financieras, como el ICBC. Estamos hablando de inversiones muy importantes cuya tendencia es hacia el crecimiento. Ni hablar de los apoyos financieros, que son una forma de inversión. El Banco Central chino puso 3000 millones sobre la mesa. Son gestos importantes que hay que asimilar al concepto inversor.

-¿Y cuando la Unión Industrial denuncia que esa plata ingresa al país, pero después termina volviendo a China, por ejemplo, a través de la mano de obra?

-Ese es otro mito. A mí me llama la atención que la Unión Industrial haya sacado un comunicado advirtiendo sobre ese fenómeno que no existe. Me parece que con un país socio deberíamos tener una actitud generosa. No me parecería mal que un número de trabajadores chinos viniera a trabajar a la Argentina si se están haciendo inversiones de esta magnitud. Pero tampoco está ocurriendo esto: en el ICBC, de 2000 empleados, hay 15 chinos; en Sinopec, que es la principal petrolera china, de 4000 personas trabajando en el sur, hay 20 orientales y la mayoría son de nivel gerencial.

-Pero está instalada esa sensación…

-Hay que limpiar el estilo secretista en el manejo de la relación con los chinos. Esto favoreció la existencia de toda esta información que creo que hay que despejar. Forma parte de este concepto de “revisar”, pero no de revisar por anular, sino por transparentar los vínculos para terminar con la mitología que no nos ayuda.

-¿Tuvo oportunidad de ver los acuerdos por las bases en Neuquén y por las represas en Santa Cruz?

-Hubo secretismo del gobierno anterior hacia sus diputados y senadores, y hacia el periodismo, pero no cláusulas secretas ni cosas fuera del marco de los compromisos internacionales. Todo esto tiene que ser esclarecido, tiene que existir toda la información que se requiera y terminar con estas mitologías que no nos ayudaron.

-¿Es una base militar la de Neuquén?

-No es una base, es un observatorio. El observatorio es de uso civil, y su destino principal es la apoyatura a la misión del año que viene de tres astronautas chinos que viajarán a la luna. En esta región del mundo tenemos, dentro de las tantas bendiciones naturales, la posibilidad de observar el espacio lejano, por eso Chile cuenta con 25 observatorios. Nosotros tenemos uno en Malargüe de la Comisión Espacial Europea y este que está haciendo la Comisión Espacial China. ¿Cuál es el componente que no tuvo su debido tratamiento y generó la confusión? Que la Comisión Espacial China depende de las FF. AA., entonces uno podría afirmar que indirectamente este observatorio podría formar parte de un operativo militar. Nada en la negociación indica que la base contenga un componente militar. Entonces, hay que agregarle los componentes de explicitación por parte de China y por parte de Argentina de que es un observatorio de uso civil de complementación y cooperación internacional. La argentina tiene que ser un actor en esto. Somos el único país en vías de desarrollo que posee un programa espacial muy importante. Incluso, creo que hay que tener 10 o 15 observatorios más, con universidades y otros países. Si hay 25 observatorios en Chile y otros 25 en Argentina, ¿cuál es la diferencia que alguien puede tener en el “teórico” manejo militar si todos observamos desde Argentina y Chile? Al contrario, generamos mejores condiciones de transparencia y de manejo pacífico.

OTROS ACUERDOS

-¿Está firme algún acuerdo preliminar por complementación en tema nuclear para una futura quinta o sexta planta nuclear en Argentina?

-Eso tiene que ser revisado para entender que queda un camino nuclear muy importante para recorrer. Tenemos que ver cómo hacemos los mejores acuerdos a los mejores precios de tal forma que ese intercambio sea positivo para nuestro país.

-¿Las represas en Santa Cruz se van a parar?

-Hay cosas que se están viendo por falta de información. Las decisiones las tenemos que tomar con nuestros socios chinos. El dato para rescatar es que esta hidroeléctrica es la mayor empresa financiada individualmente fuera de su país por el gobierno chino: 4700 millones de dólares. No podemos pensar que lo han hecho con un criterio negativo, es generación de energía eléctrica para el consumo en Argentina. Esa obra tiene un volumen importante y debemos ser respetuosos y cuidadosos para que lo que hagamos lo hagamos como una decisión conjunta y no individual.

Podríamos haber hecho todo bien en Argentina, hicimos muchísimas cosas mal. La forma es el fondo. Si hacemos las cosas bien nos van a salir bien; si las hacemos mal, nos van a salir mal. Si cumplimos los compromisos internacionales vamos a crecer en confianza; si no cumplimos, nadie va a confiar en nosotros. ¿Cómo se cumplen los compromisos? Resolviendo los cambios que se quieran ajustar con nuestros socios. Vimos cómo Néstor Kirchner de un día para el otro le cortó el suministro de gas a Santiago de Chile cuando los chilenos habían tomado la decisión histórica, después de cien años de conflicto con Argentina, de hacer dos gasoductos y tener dependencia gasífera de Argentina. Hoy, a años de esa decisión fatídica, estamos viendo si les compramos gas a los chilenos porque nos falta a nosotros. En el procedimiento está el fondo. Si hablamos de integración y les cortamos el gas en un día, no hablemos de integración.

-En materia de defensa, ¿se está preparando algo?

-Tuve una reunión con el ministro de Defensa. Estamos trabajando en eso. Hay que levantar el estatus de la conserjería militar. Se lo he planteado a la canciller, y está de acuerdo conmigo. Militares de alto rango: un general, un almirante y un brigadier como consejeros militares en Pekín. Actualmente, hay un capitán de navío, un coronel y no hay nadie de la Fuerza Aérea. Creo que para tener el estatus de relación que hoy poseemos, deberíamos contar con oficiales de la más alta graduación nuevos, es decir, que no sea un puesto de retiro; alguien que pueda ser un eventual jefe de la fuerza. De nuevo, la forma es el fondo. Por la experiencia que he tenido, sé que el nivel de colaboración y participación en las representaciones de altos oficiales de las Fuerzas Armadas es un elemento altamente positivo para toda la embajada.
Aspiro y voy a estar haciendo mucho lobby ante nuestro ministro, porque creo que va a ser conveniente para las FF. AA. y para la relación de Argentina con la segunda potencia mundial que tiene un nivel de producción y desarrollo militar y tecnológico muy alto. Va a haber una complementación muy importante en entrenamiento y equipamiento. Yo lo pongo en el más alto nivel de representación de la Embajada argentina.

-En los últimos años, ha habido una penetración muy grande de la cultura china en Argentina. ¿Cómo imagina ese camino a futuro?

-La relación cultural es muy rica porque, en mi percepción, después de 10 viajes a china y de tener contacto con muchos niveles de la sociedad china, la naturaleza del pueblo chino es más afín con la manera de ser latinoamericana que con la anglosajona. Es gente muy cálida, con una naturaleza muy parecida a la nuestra, la única barrera es el idioma. Esa es otra mitología: la distancia hace que la gente sea enormemente diferente. Lo que debemos descubrir es lo que tenemos en común, mucho más que lo que nos diferencia. Hacer la diferencia por oposición fue el viejo instrumento del nacionalismo para producir la guerra. Cuando uno descubre que la naturaleza del otro es muy próxima, no es casual que el mundo atravesado por guerras coloque a chicos de 18 o 20 años en la primera fila. Si pudiéramos modificar esa norma y establecer que los que van en primera fila son los que tienen más de 40, no habría guerra posible. De hecho, los de 40 serían mas eficaces como guerreros, lo que pasa es que no tendrían voluntad de ir. Los jóvenes son los que consumen los mitos. Entonces, lo primero que tenemos que establecer es que la tarea cultural debe demostrar que en el 99 por ciento somos muy parecidos. Eso produce una natural posibilidad de intercambio y de relación.

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