Perla Prigoshin, titular de la Comisión Nacional Coordinadora de Acciones para la Elaboración de Sanciones de la Violencia de Género (CONSAVIG), destacó la necesidad de una toma de conciencia respecto de las distintas formas de violencia que degradan a la mujer y tienen su manifestación más dramática en el femicidio.
-¿Cómo observa la situación actual de la Argentina en materia de femicidios y violencia contra la mujer?
-Hay que evaluar la situación respecto de los femicidios no solo a nivel nacional sino también regional y global. Debo decir, francamente, que los femicidios han aumentado en todo el país y en el mundo. Las mujeres venimos trabajando mucho para empoderarnos, irrumpir en el ámbito público y pelear contra los estereotipos. Sin embargo, los hombres no han hecho un recorrido paralelo. El femicidio es la manifestación extrema de la violencia de género y se vincula con la conducta de un hombre que llega a matar para ejercer control o dominación. Lo que queda demostrado es que la sociedad todavía no ha dado su batalla cultural como para poder visualizar que la violencia machista es grave desde sus manifestaciones aparentemente menores. No hemos encontrado aún las políticas adecuadas para eliminar la violencia contra las mujeres. Lamentablemente, en esta prueba de ensayo y error, cuando hablamos de femicidio los errores se cuentan con la muerte de mis congéneres.
-Usted habla de la “violencia simbólica” como “la madre de toda s las forma sde violencia de género”.
-El femicidio es, en todo caso, la punta de un iceberg que emerge con lo terrible que conlleva y hace que horrorice a la comunidad en su conjunto. Pero es la misma comunidad que cuenta chistes machistas, la misma comunidad que compra productos cuando se los publicita mostrando partes del cuerpo de la mujer como si fuesen un todo. Para llegar a esto, hay un hombre que consideró a una mujer como un objeto de su propiedad. En mis conferencias yo pongo énfasis en el lenguaje no sexista. No falta quien me cuestiona y dice que no se puede comparar el lenguaje con un asesinato. Yo no comparo ambas situaciones, pero es evidente que hay una construcción de la subjetividad que parte ya del lenguaje. Y sabemos de la influencia del mensaje como construcción social y como productor y reproductor de conductas. Desde la propia filosofía, sabemos que solo existe lo que se nombra. A nosotras no nos nombran ni cuando nos matan. Hace poco logramos que los medios comenzaran a hablar de femicidios y todavía no conseguimos que los legisladores y las legisladoras del Congreso Nacional consideraran al femicidio como un delito autónomo.
-¿En qué otras formas de violencia contra la mujer pondría mayor énfasis?
-La violencia mediática, junto con la violencia obstétrica, son las más invisibilizadas. La violencia mediática es el canal amplificador de la violencia simbólica. En cuanto a los femicidios, la noticia suele ser sensacionalista y detenerse en los detalles de la brutalidad y las técnicas del homicida, que terminan generando un efecto contagio. En cuanto a la violencia obstétrica, aquella en la que incurre el equipo de salud respecto de una mujer durante el preparto, parto o posparto, es una práctica perversa. Debemos trabajar para que la corporación médica hegemónica tome conciencia de esta violencia. Es notorio cómoo a las mujeres nos infantilizan con frases como “A ver, mamita, corré la piernita para acá” o “Chiquita, sentáte acá”. Por supuesto que hay muchos profesionales de la salud que están haciendo un trabajo interno para correrse de ese lugar en el que los o las colocó la formación académica. Pero nosotros estamos trabajando este tema en la CONSAVIG con una subcomisión, integrada por representantes de distintos organismos y por médicas. Es fascinante ver cómo se les desliza el inconsciente machista por la boca. En algún momento, todas, absolutamente todas las mujeres y en esto me incluyo, somos “habladas” por el patriarcado; por nuestra boca sale el patriarcado. Por ende, muchas veces somos nosotras las reproductoras del sistema patriarcal.
-¿Cómo ve la situación en ma teria de salud reproductiva?
-En principio, yo diría que no podemos hablar de la Argentina porque existen asimetrías entre provincias respecto de la salud sexual y reproductiva. Por otro lado, tenemos un problema terrible desde la propia Constitución, que establece en su artículo 75, entre los poderes no delegados por las provincias a la Nación, la facultad de regular o intervenir en cuestiones vinculadas con la salud y la violencia. Si una provincia se opone a una determinada cuestión, es muy difícil que la Nación pueda imponerse. Por ende, el gobierno nacional tiene más responsabilidad que nunca porque es de la única forma que podemos llegar a situaciones igualitarias. El federalismo es la única salida para un país tan disímil y extenso, pero en ese marco se hace muy complicado trabajar algunos temas como el que estamos abordando