Solo un 4,5 % de la población mundial vive en “democracias plenas”, mientras que el número de personas que viven bajo “alguna forma de democracia” se redujo 1,6 puntos porcentuales en el último año, según un informe de The Economist, que releva anualmente a 167 países.
En 2017, un 49,3 % de la población del planeta vivía en democracias plenas –las que revelan mejores resultados en las cinco categorías desarrolladas por los investigadores (proceso electoral y pluralismo, libertades civiles, funcionamiento del gobierno, participación política y cultura política)– o en democracias imperfectas (una categoría que las ubica un escalón por debajo). Esta cifra se redujo al 47,7 % en 2018, según el Índice de Democracia elaborado por la Unidad de Inteligencia de The Economist (EIU).
El resto de los habitantes de los países analizados viven bajo lo que los investigadores denominan “regímenes híbridos” o “autoritarios”. Los dos países que más escalones descendieron (17 en total) del ranking fueron Nicaragua y Venezuela, ambos catalogados como “regímenes autoritarios”. Italia perdió 12 lugares, en relación con los resultados del año anterior, mientras que las democracias turca y rusa retrocedieron nueve lugares. Europa y América Latina son las regiones que más deterioro han experimentado en los últimos 11 años, según la EIU.
A pesar de esto, el informe destaca que la ‘participación política’ va en aumento en casi todas las regiones del mundo, a excepción de Medio Oriente y el norte de África. Las mujeres son las principales protagonistas de este fenómeno, ya que su participación política es la que más se incrementó, en virtud de los resultados de 2017, sobre todo, en cuanto al porcentaje de representación en las legislaturas nacionales, en particular, en las que ingresaron al Congreso de los EE. UU. en las elecciones de noviembre pasado.
“Los resultados indican que los votantes, a nivel mundial, no están desentendidos de la democracia. Están claramente desilusionados con las instituciones políticas formales, pero fueron impulsados a actuar“, según consta en el documento. La conclusión a la que llegan los investigadores es que el enojo de los votantes se transformó en acción.
La mejora en los indicadores de participación política se enmarca en un contexto de “deterioro de la confianza en la democracia” que ya lleva varios años, según destaca la EIU, que publica este índice desde 2006. “La desilusión con la práctica de la democracia es más clara en la categoría ‘funcionamiento del gobierno’. Es la que ocupa el rango más bajo en el Índice de Democracia”, subrayan. Las libertades civiles, que sientan las bases de los valores democráticos, también se encuentran en retroceso en todo el mundo, según los resultados del informe.
La frustración se transforma, no obstante, en participación, por ejemplo, en mayores niveles de participación electoral, algo que, aunque a priori positivo, no garantiza el fortalecimiento de las democracias, sino que, incluso, puede llevar a un mayor deterioro. Según la EIU, “el aumento de políticas basadas en cuestiones identitarias y de ‘hombres fuertes’ de la política que han utilizado la desilusión con la democracia en sus países para ganar poder implican graves riesgos de que las instituciones de las democracias representativas se vean aún más debilitadas”.
“Lo que suceda ahora dependerá de cómo influya la participación política en la gobernanza, la cultura política y las libertades civiles”, advierte el documento.