El 92,7% de los electores del Kurdistán iraquí votó a favor de su auto-determinación. Sin embargo, la resistencia de las grandes potencias y sus propias divisiones internas ponen en duda la viabilidad del proyecto independentista.
El descontento con el gobierno central iraquí, que tras el derrocamiento de Saddam Hussein se encuentra bajo la batuta de una alianza de fuerzas chiíes pro-iraníes que poco ha hecho por acercarse al resto de las comunidades del país, ha llevado al Gobierno Regional del Kurdistán (GRK) a seguir su camino hacia la independencia por la vía de los hechos consumados y sostenido en el poder militar de su brazo armado, los peshmerga. Tal como ha señalado Masrour Barzani, hijo del hombre fuerte del GRK Masud Barzani, “es hora de reconocer que el experimento iraquí no ha funcionado” y que “un divorcio amigable” es la mejor opción para su pueblo. “Hemos intentado todas las opciones posibles con Irak, pero las experiencias pasadas nos han llevado a un punto en el que no existe ninguna esperanza de poder garantizar nuestros derechos y la protección de nuestra población dentro de ese Estado”, ha afirmado, por su parte, el primer ministro Nechirvan Barzani, otro integrante del clan en el poder y del dominante Partido Democrático del Kurdistán (PDK), fundado por su abuelo Mustafá en agosto de 1946.
“Posiblemente sea necesario entender este renovado llamado a la independencia del Kurdistán iraquí como una confluencia de la creciente autonomía de Erbil [capital del gobierno regional] y su distanciamiento de Bagdad, con el incremento del apoyo occidental al Kurdistán en su lucha contra el Estado Islámico, en contraste con la decreciente popularidad interna y los cuestionamientos de la oposición que harían necesario para el gobierno de Barzani un renovado apoyo inspirado en sentimientos nacionalistas que le permitan mantenerse en el poder”, aclara Levin. En cuanto a los límites territoriales de ese eventual futuro Estado, una cuestión pendiente de resolución entre el gobierno de Bagdad y las autoridades kurdas de Erbil es el estatus de la provincia de Kirkuk, una región petrolera clave que es reclamada por la administración kurdo-iraquí como parte de su territorio, algo que ni Bagdad ni la población árabe y turcomana de la zona aceptan. Por otro lado, a juicio de este analista, el enfrentamiento entre el PDK de los Barzani y la alianza forjada entre sus históricos rivales de la Unión Patriótica del Kurdistán (UPK) –comandada por Jalal Talabani– y el joven partido reformista Gorran en la sureña provincia de Sulaymaniyah “condicionará la viabilidad del proyecto independentista” de Barzani.