La nueva caída del Muro de Berlín, el fin de una era y la luz de la esperanza. Por Fabio Francardi / Especial para DEF
Eran las 15.30 del domingo 20 de Marzo. Luego de desear conocer la realidad de Cuba durante años, mi llegada coincidió con una fecha histórica: un presidente de los Estados Unidos en ejercicio pisaría suelo cubano por primera vez en 88 años. El presidente Barack Obama arribó al aeropuerto José Martí 25 minutos después que mi vuelo. Por cuestiones de seguridad y protocolo, quienes aterrizamos en esa franja horaria tardamos casi dos horas en retirar nuestras valijas. Jamás había experimentado un nivel de seguridad tal como el que se vivía en ese aeropuerto. El sol irradiaba cuando aterrizamos en La Habana; sin embargo, llovía a cántaros cuando logré salir del aeropuerto. Supuse que el cambio de clima obedecía a meras cuestiones caribeñas, pero María de los Ángeles -una señora que muy amablemente me recibió en su casa- poseía otra versión: ¨¡Hoy es un día muy especial!, ¡Hoy es domingo de ramos, lo que cae del cielo no es una lluvia normal, esto es agua bendita! ¡Que Obama venga aquí es una bendición de Dios!¨. Su pensar se replicaba en muchas otras personas que, como ella, se mostraban esperanzadas porque la visita de Obama diera un giro trascendental al sistema político-económico cubano a través del cual, los cubanos, obtendrían beneficios en el corto y mediano plazo.
Esta visita histórica generó pasiones y temores. Alegría incontenible para algunos, esperanza indisimulable para otros. Pero también sentimientos de desconcierto y temor en aquellas personas que aman la revolución y no se animan a conocer algo distinto.
La Revolución cubana, encabezada por los hermanos Fidel y Raúl Castro Ruz, llegó al poder el 1 de Enero de 1959 gobernando de una y otra forma el país desde ese entonces. En abril de 1961, tras la invasión de Bahía de Cochinos o Playa Girón, el gobierno cubano declaró el carácter socialista de la Revolución y cortó relaciones con los Estados Unidos. Desde ese acontecimiento, las relaciones entre dichos países han sido tensas; prácticamente inexistentes. El embargo que mantiene EE.UU. sobre Cuba ha sido la excusa perfecta de los hermanos Castro para mantenerse distantes. Pero en Diciembre de 2014, el Papa Francisco logró que ambos países comenzarán un camino de diálogo propio del siglo XXI. Eso generó un nuevo diálogo y la posterior visita de Obama a la isla que, finalmente, recibió todo tipo de reproches. Una de ellas fue la del diario oficial Granma, que no tuvo reparos a la hora de criticar a Obama por el simple hecho de ser el presidente de los Estados Unidos. Obama ha pedido en reiteradas ocasiones mirar hacia delante para poder estrechar lazos entre ambas naciones. A diferencia del común denominador de la gente, muchos periodistas han criticado enormemente su visita. La prensa norteamericana y analistas de primer nivel como Carlos Alberto Montaner y Andrés Oppenheimer se animaron a calificar de “vacaciones” el desembarco del presidente en tierra cubana. Pero tal como mencione anteriormente, la inmensa mayoría los cubanos, incluso gran parte de los escépticos que aman la revolución, vieron con buenos ojos la visita de Obama. El comandante Fidel Castro, el 28 de marzo pasado, emitió un comunicado que fue publicado por el diario Granma, donde criticaba las intenciones de Obama. Dicho artículo se titula “El hermano Obama” y en su epíteto menciona: “No necesitamos que el imperio nos regale nada. Nuestros esfuerzos serán legales y pacíficos, porque es nuestro compromiso con la paz y la fraternidad de todos los seres humanos que vivimos en este planeta¨, entre otras cosas, en este extenso artículo Fidel Castro hace menciones a la larga lucha revolucionaria; cita a Camilo Cienfuegos; al padre de la Patria Antonio Maceo; pero desconoce en forma total y absoluta los nuevos desafíos que el siglo XXI plantean a los gobernantes. Incluso mencionó la invasión mercenaria a Bahía de Cochinos/Playa Girón. En un mundo cada vez más globalizado, Fidel Castro se anima a decir que nadie en Cuba necesita de la ayuda de Obama ni de los Estados Unidos. En respuesta a esto, el cantante de salsa Manolín en una carta dirigida a Fidel, replicó: ¨Y eso de que Cuba no necesita que le regalen nada, tú estás queriendo decir, que ni tú, ni tu familia necesitan que le regalen nada, pues son los dueños de por vida de un país entero”. A pesar de la simpatía y agradecimiento que muchos cubanos tienen por Fidel, un inmenso porcentaje comparte la opinión de Manolín, ¨el médico de la salsa”. Incluso muchos no dudan en decirlo abiertamente a riesgo de sufrir represalias.
Para la visita de Obama, la ciudad de La Habana fue completamente sitiada, a punto de cerrar el puente que une la ciudad con el sector de Cojímar y Santa Fe. Si uno quería visitar el famoso morro de La Habana debía esperar. El operativo de seguridad fue muy intenso de parte de las autoridades cubanas. Uno de los choferes que me llevó al show del cabaret Tropicana, me contó que trabajó para los agentes del Servicio Secreto, y estos le comentaban que, por el extremo cuidado de parte de las fuerzas cubanas, fue necesario usar muchos menos francotiradores que lo usual y que estaban muy relajados. Tuve la suerte de poder ver a los colaboradores del Secretario de Estado John Kerry en el emblemático Hotel Nacional de Cuba; pero el cubano promedio, lejos estuvo de poder ver a la comitiva norteamericana. Los fanáticos del Beisbol debieron conformarse con la transmisión por televisión del partido entre los Tampa Bay Rays y la Selección Cubana de Béisbol, pues los asientos estaban todos destinados a diplomáticos, políticos y, en su inmensa mayoría, miembros del partido comunista. Eso generó un gran resentimiento entre los amantes del deporte. Caminando por paseo del Prado José Martí, una joven guía que me acompañaba se sinceró: ¨Siento que te estoy mostrando otra ciudad, porque estas palmeras no estaban, con la llegada de Obama, han transformado toda esta ciudad”.
En muchas calles de Cuba, especialmente en el interior de la isla, se observan carteles con las máximas: ¨Aquí no se rinde nadie¨, ¨NO, al bloqueo genocida¨ y demás propaganda del gobierno que han calado hondo en la forma de pensar de los cubanos. En la ciudad de Santa Clara (liberada de la dictadura de Batista por el CHE Guevara) y en la provincia de Camagüey (en la ciudad de Santa Lucía) me sucedieron dos episodios en simultáneo que expresan muy bien el sentimiento al que anteriormente me referí. En Santa Lucía, una señora de unos 65 años me dijo ¨Aquí no se rinde nadie. Aquí no vendrán esos cubanos que abandonaron la isla a que se les devuelva lo que ellos tenían antes de la revolución explotando a la gente. Esta revolución puede tener falencias pero mis hijos estudian gratis. ¨ En Santa Clara, Cesar -el guía que nos mostró la ciudad-, defendió en forma acérrima a los hermanos Castro y responsabilizó en forma directa a los EE.UU. y al bloqueo, por todos los males que aquejan a Cuba. Hizo referencia así a lo lento que funciona internet y también a la imposibilidad de acceder a una vacuna para los bebes recién nacidos que sufren insuficiencias cardíacas.
Héctor, de 63 años y conductor de uno de los automóviles antiguos que sirven de transporte a los cubanos (por no estar refaccionado) decía a sus pasajeros mientras conducía: ¨ ¡Yo nose para qué viene este hombre aquí! ¡Pero chico, si en Enero termina su mandato! ¿Qué puede hacer él? ¡Ya no tiene ni poder¡¡Yo no entiendo porque aquí todo el mundo está tan emocionado!¨. Uno de sus pasajeros, de alrededor de treinta años, le contestó: ¨¡Más allá de eso, esto es un símbolo! ¡Ya no importa quién gane si la Hillary o los republicanos, con este gesto continuaremos el diálogo!¨
En igual sintonía que el joven estuvo un militar retirado cubano que en la actualidad hace lobby para capitales extranjeros. Este ex integrante de las Fuerzas Armadas Revolucionarias, consultado sobre qué pasaría tras las elecciones en EE.UU. me dijo que había estado reunido con un senador demócrata y que éste le aseguro que el interés en Cuba es tan grande que no hay marcha atras sobre las relaciones. ¨Gane quien gane, la relación entre Cuba y Estados Unidos debe dar un giro trascendental que ya se está gestando, los americanos lo único que no quieren es un clima de desestabilidad¨, se sinceró.
90 MILLAS QUE DIVIDEN TRES GENERACIONES
Hace algunos años, mientras dialogaba con un periodista cubano amigo que trabaja para la CNN, le pregunté sobre la opinión que tenían los cubanos que vivían en Estados Unidos acerca del gobierno cubano. Me dijo que los que tienen más de 60 años (que en su mayoría se fueron tras el triunfo de la revolución) odian profundamente el régimen y quieren conservar el bloqueo como una forma de amortiguar el poder de los Castro. Luego están los de 45 años que tampoco simpatizan con los Castro pero quieren que se termine el bloqueo para que los cubanos vivan mejor. Y finalmente están los de 30 años o menos, que tienen pocas esperanzas de que algo en Cuba cambie y simplemente quieren que se termine el bloqueo para que los cubanos puedan progresar. Sin embargo dudan que algún día los Castro dejen el poder. En Cuba, quienes tienen 60 años o más, por lo general (y salvo raras excepciones) aman la revolución y se sienten muy orgullosos de ella. Los de 45 años que consideran que la revolución fue un triunfo y que deben mantener muchas de sus políticas en materia de educación y salud pero que deben modificar muchas políticas en materia económica. Finalmente, quienes tienen 30 años o menos y desean firmemente un cambio en Cuba, poco les interesa la revolución y, si pudieran, se irían a los Estados Unidos para poder progresar económicamente.
Recientemente, uno de los sobrinos de Ernesto ¨Che¨ Guevara dijo que la peor venganza de los cubanos a la revolución es el desinterés en la política. Yo coincido ampliamente con esto, aquellas personas de menos de 45 años tienen un desinterés importante por la política. Pueden estar a favor de los triunfos de la revolución pero la connotación ideológica de la misma poco les atrae. Cuando los menores de 30 años son consultados acerca de política muestran un profundo desprecio y no la consideran como un instrumento de transformación social.
En Cuba conviven, la esperanza de un cambio, con el hartazgo de los menores y el agradecimiento de los mayores. El temor de los más viejos con la fe de los más jóvenes. La visita de Obama, marca el fin de una era y el comienzo de otra. No me cabe duda que los Estados Unidos y Cuba, deben afianzar sus lazos, pero esto no quita ni olvidar la historia, ni mucho menos repetirla. Ninguno de los dos países desea olvidar el pasado, sin embargo, la realidad social y política hace que ambos den un cambio profundo a sus relaciones. Cuba debería migrar hacia un camino cercano al que tomo China, autorizando los capitales privados y generando mayor riqueza. Un pueblo soberano como Cuba, a mi criterio, debe usar los capitales norteamericanos ansiosos por invertir y usarlos en su propio bienestar. Geopolíticamente hablando, considero que Cuba debe abandonar su antiguo sistema político, pero afianzarse y vincularse cada día más a los países Latinoamericanos, los cuales deberían aprovechar el cambio ideológico que impera en el Continente para relanzar la UNASUR. En la conferencia de prensa brindada conjuntamente con Barack Obama, el Comandante Raúl Castro desconoció la existencia de presos políticos, pero exigió que se le entregue el nombre de los mismos para ser liberados si efectivamente existiesen. El tema de los derechos humanos, debe tomarse con la seriedad que merece, no pueden avanzarse en un camino de diálogo y respeto mutuo entre países, cuando los derechos humanos más esenciales se siguen violando. Cuba debe dejar de lado el sistema político que tiene desde 1959 y avanzar hacia el siglo XXI por el bienestar de su pueblo que dice proteger.