Julián Assange, fundador de Wikileaks, fue arrestado recientemente en la embajada de Ecuador en Londres. Edward Snowden, antiguo empleado de la CIA y de la NSA asilado en Rusia, afirmó tras la detención de Assange que “es un momento oscuro para el periodismo”.
Si bien ambos han adquirido fama internacional por sus filtraciones sobre documentos secretos que revelan el proceder de las grandes potencias en materia de espionaje, la actividad del australiano naturalizado ecuatoriano Julian Assange -quien es programador, periodista y activista de internet- y del estadounidense Edward Snowden -consultor tecnológico estadounidense- parten de una experiencia de vida y de trabajo absolutamente distintas.
Mientras que Snowden es un ex técnico de la Agencia Nacional de Inteligencia, Assange es un periodista que fundó el portal Wikileaks y desde allí logró construir una red de informantes para difundir documentos secretos del Pentágono en el fragor del conflicto iraquí.
Por ende, en tanto que Snowden es una fuente primaria que ha obtenido de primera mano la información, Assange es un mero distribuidor que se vale de otras fuentes para darla a conocer. En el caso de Assange, una de sus principales fuentes ha sido el soldado Bradley Manning -quien cambió de sexo, de nombre y hoy se llama Chelsea-, condenado a 35 años por la justicia estadounidense por filtrar datos sensibles.
Lo que los acomuna es su carácter de blancos dilectos de la justicia de los Estados Unidos. Mientras Snowden logró asilo en Rusia, país en el que permanece desde agosto de 2013, Assange encontró refugio en la Embajada de Ecuador en Londres desde junio de 2012 hasta el pasado jueves 11 de abril, cuando fue apresado por la policía secreta británica y llevado a la prisión de Belmarsh.

Belmarsh, ubicada en el sureste de Londres, fue calificada en su momento como la Guantánamo de Gran Bretaña. Tras sus rejas han desfilado presos de alto perfil como Abu Qatada, mano derecha en Europa del líder de Al Qaeda, Osama Bin Laden, y cuatro hombres que intentaron perpetrar un ataque suicida en la red de transporte público londinense el 7 de julio de 2005.
Desde su cuenta de Twitter, Assange aseguró: “Las imágenes del embajador de Ecuador invitando a la policía secreta del Reino Unido a la embajada para que arrastre a un editor del – les guste o no – periodismo premiado terminarán en los libros de historia. Los críticos de Assange pueden alegrarse, pero este es un momento oscuro para la libertad de prensa”.