En su libro “Diálogos sobre Europa”, el actual embajador argentino en Portugal, Jorge Argüello, da cuenta del nuevo escenario político en el Viejo Continente. Apoyada en el testimonio de 23 líderes políticos y académicos de distinta extracción ideológica, la obra permite comprender las causas y vislumbrar las posibles salidas a la crisis de la Unión Europea. Entrevista de Mariano Roca
El embajador Jorge Argüello junto a Iñigo Errejón, uno de los líderes emergentes de Podemos en España
“La situación de la deuda en Europa es crítica y esto necesariamente va a terminar produciendo una mutación en el sistema de toma de decisiones”, afirma, convencido, Jorge Argüello, en diálogo con DEF desde Lisboa. El embajador de nuestro país en Portugal cuenta con una amplia experiencia internacional, ya que pasó los últimos ocho años de su carrera en el exterior, primero como representante permanente de nuestro país ante Naciones Unidas (2007-2011) y luego como embajador en Washington (2011-2012). Acaba de presentar su nuevo libro, “Diálogos sobre Europa”, editado por Capital Intelectual. En la conversación que mantuvo con nuestro medio, afirmó que la situación actual del Viejo Continente muestra un “primer pelotón de países ganadores”, encabezados por Alemania, Holanda, Bélgica, Luxemburgo y Finlandia, y un “segundo pelotón integrado por los países de la periferia europea”, a saber, Portugal, Grecia, España, Italia e Irlanda.
-Usted afirma que los liderazgos europeos, tal como los conocemos, están agotados. ¿Por qué?
-La construcción del sueño europeo fue posible gracias a la existencia de fuertes liderazgos y de muy claras visiones de futuro. Hoy nos parece algo natural atravesar Europa sin pasaportes, pero luego de la guerra había que ser capaz de imaginar que el carbón y el acero, principales fuentes de discordia entre dos potencias históricamente enfrentadas –Francia y Alemania–, podían ser la clave que los llevara a poner fin en un solo acto a siglos de desconfianza y abrir una nueva etapa en la cual la asociación sería el elemento que signaría la nueva relación. Esto necesitaba de liderazgos fuertes. Yo pertenezco a una generación que creció mirando, con expectativa y con esperanza, la experiencia europea. Siento que Europa carece en la actualidad de liderazgos de esa envergadura. El crecimiento del euroescepticismo es un dato que no podemos dejar de lado porque está directamente ligado con el decrecimiento de la participación popular en los procesos electorales.
-En ese contexto, surgen nuevas opciones políticas. ¿Qué plantean Syriza, en Grecia, y Podemos, en España, a cuyos líderes usted entrevistó para el libro?
-Se trata de movimientos europeístas que plantean básicamente dos banderas: por un lado, poner fin a las políticas de austeridad; y, por el otro, procurar un New Deal de la deuda dentro de la Unión Europea. A diferencia de otras fuerzas euroescépticas, como el Frente Nacional de Marine Le Pen en Francia, Syriza y Podemos no reniegan de la UE, sino que buscan recuperar su espíritu originario. Ellos plantean una vuelta a la solidaridad original que dio nacimiento a la Europa de los padres fundadores. Recordemos además que, en su momento, por iniciativa del expremier español Felipe González, se crearon los fondos de cohesión, con la idea de equiparar o, al menos, empezar a paliar las asimetrías entre los países más desarrollados y los menos desarrollados de la UE. Esto hoy no se está verificando. Me da la sensación de que el principio de solidaridad está siendo dejado de lado.
-¿Qué tienen en común Syriza y Podemos, y cuáles son los desafíos que deberán enfrentar para consolidarse como alternativa de poder?
-Yo he estado con Juan Carlos Monedero e Iñigo Errejón, de Podemos, y con el flamante primer ministro griego Alexis Tsipras, de Syriza. El común denominador está dado porque ambas fuerzas políticas expresan básicamente fuerzas de reacción que pretenden reformular las reglas de juego del esquema europeo. Son fuerzas que están presididas por fuertes consignas, que son muy convocantes, lo que ha quedado demostrado en las grandes movilizaciones. Están muy presentes en las redes sociales. Ambos tienen el desafío de demostrar que son capaces de gobernar en sus realidades y de viabilizar sus reclamos. Hasta ahora son bellas esperanzas de Europa. Sin embargo, la experiencia griega ya está empezando a caminar A diferencia de lo que expresan muchos analistas, yo tiendo a pensar que el acuerdo de Tsipras y de su ministro de Finanzas, Yanis Varoufakis, con el Eurogrupo, más que una claudicación del partido gobernante griego, ha sido un reconocimiento a la realidad tal como está planteada, con una Grecia fuertemente aislada dentro del concierto europeo, pero muestra, a la vez, una fuerza que ha sido capaz de ganar cuatro meses de tiempo. Por otra parte, la reunión que Tsipras mantuvo el 12 de marzo con el presidente de la Comisión Europea, Jean-Claude Juncker, y con el titular del Parlamento Europeo, Martin Schulz, es, desde mi punto de vista, una jugada claramente orientada a romper el aislamiento y a buscar posiciones políticas propicias para una negociación.
-Este primer logro de Tsipras deja en evidencia un claro contaste con la actitud adoptada por los gobiernos de España y Portugal y por el anterior gobierno griego en sus negociaciones con la UE. ¿Cuáles son estas diferencias?
-De alguna manera, expresan distintas caras de la moneda. Eso es lo que generó una cierta rispidez y un intercambio fuerte a nivel de los gobiernos, con una serie de declaraciones que hizo el premier griego Tsipras, en donde planteó que los países del sur –que están casi tan endeudados como Grecia–, en lugar de ser solidarios con Atenas, fueron más duros que la propia canciller alemana Angela Merkel. Lo que es evidente es que existe una tensión y que se plantean estrategias diferenciadas. Los gobiernos de centroderecha de España y Portugal están expresando, claramente, una estrategia de inserción europea diferente de o contradictoria con la griega.
-¿Cómo observa, en este contexto, la experiencia de un liderazgo nuevo como el de Matteo Renzi, en Italia, que desde la centroizquierda surge como una alternativa joven en el área del progresismo?
-Matteo Renzi también es una reacción, pero diferente de las dos que analizamos antes. El actual primer ministro italiano proviene del sistema de partidos, no surge de nuevas fuerzas radicales, como Syriza y Podemos. La suya es una apuesta fuerte. En las elecciones europeas ha logrado un porcentaje de votos inédito, para lo que es la experiencia contemporánea italiana (NdR: el Partido Democrático de Renzi obtuvo el 40,8 por ciento de los votos en las elecciones europeas del 25 de mayo de 2014). Es una apuesta que, de todas maneras, tiene más que ver con la refundación del sistema de partidos a partir de un liderazgo nuevo. Es un fenómeno parecido al que expresa Pedro Sánchez, del Partido Socialista (PSOE), en Madrid. Son figuras jóvenes nuevas que expresan la visión de la socialdemocracia desde una imagen renovada. También ellos tendrán que demostrar si son capaces de llevar a buen puerto estas banderas.
-¿Qué ocurre con los históricos liderazgos de la socialdemocracia y la democracia cristiana, que tuvieron un papel determinante en la construcción de la unidad europea?
-En el diálogo que tuve con el exprimer ministro y expresidente de Portugal, Mario Soares, él comenzó diciéndome, orgullosamente, que la Unión Europea había sido construida por solo dos partidos, el Partido Socialista y la Democracia Cristiana. Sin embargo, con el correr de la charla, terminó admitiendo que “el neoliberalismo estadounidense contagió a la UE y ese contagio determinó la crisis europea”. En el mismo sentido, el exprimer ministro italiano y expresidente de la Comisión Europea, Romano Prodi, advirtió que “la doctrina Reagan-Thatcher ha conquistado la mayor parte de los gobiernos”. Los dos grandes partidos europeos, el Socialista (PSE) y Popular (PPE), han claudicado. Esta es una observación a tener en cuenta para las nuevas expresiones políticas que están surgiendo nacional y regionalmente en Europa.
LA CRISIS DEL EURO: UNA REACCIÓN TARDÍA
-Usted también entrevistó al economista Howard Davies, quien habló de los límites del Banco Central Europeo al momento de enfrentar la crisis internacional y de las diferencias entre un bloque como la UE y países singulares como EE. UU. y el Reino Unido, al momento de hacer frente a la crisis de 2008.
-La conversación con Howard Davies, exdirector de la London School of Economics, fue muy importante, y él debe ser una de las personas más citadas dentro de mi trabajo. Davies aborda la cuestión de la insuficiencia de las herramientas de las que dispone la UE para enfrentar la crisis, comparando los casos del Banco de Inglaterra, la Reserva Federal de EE. UU., el Banco de Japón y el Banco Central Europeo (BCE). El BCE estaba, desde su propia constitución, impedido de actuar como prestamista de última instancia. Por lo tanto, los países tuvieron que salir a comprar la deuda privada para evitar que se cayera el sistema y terminaron endeudándose de un modo sideral, sin tener un prestamista de última instancia. En paralelo con esto, tengo que marcar la fuerte queja de Romano Prodi, quien afirmó que era una vergüenza que Europa no hubiera tenido la capacidad de reacción que tuvieron los otros, y responsabilizó fuertemente a Alemania, que ha impuesto a sus socios un esquema insuficiente. Prodi me dijo que se iba a dar la paradoja de que al final la UE podría terminar siendo salvada por una institución a la que nadie eligió, el Banco Central Europeo, porque ni el Consejo Europeo, ni la Comisión, ni el Parlamento han aportado las herramientas necesarias para salir de la crisis. Es lo que está haciendo ahora el BCE con la compra masiva de bonos soberanos.
-En su diálogo con el secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, él recurre a la metáfora de la bicicleta: la UE no debe dar marcha atrás en la construcción del bloque para salir de esta crisis.
-Ban Ki-moon tiene una visión muy positiva de la experiencia europea. Él reconoce que la UE está atravesando una crisis, pero apuesta claramente a que va a ser capaz de resolverla. En general, hay un entendimiento generalizado que se puede graficar en la figura de la bicicleta: la UE es una maquinaria que está destinada a avanzar. Uno de los pocos entrevistados que plantea que hay que detener la bicicleta es el economista portugués Joao Ferreira do Amaral, autor del best-seller ¿Por qué debemos salir del euro? Sin embargo, en líneas generales, no es el discurso que he encontrado en el grueso de los entrevistados, quienes consideran que el proceso de integración europea debe corregirse hacia adelante y no debe desandarse el camino recorrido.
-También está en cuestión el liderazgo internacional de Europa y se discute la debilidad de la política externa común. ¿En qué está fallando la Europa unida?
-Hay una evidente pérdida de gravitación de la UE en el sistema internacional de toma de decisiones, a partir del final de la Guerra Fría. Lo que está fallando es el liderazgo. No hay líderes en Europa con una visión suficientemente grande como para avanzar. Prodi me dijo que los líderes europeos están demasiado pendientes de las encuestas y están dispuestos a hacer lo que indican esos sondeos. Él me recordó que Helmuth Kohl y la mayoría de los alemanes estaban en contra del euro porque pensaban que no era bueno para Alemania, pero aceptaron que era importante para la UE. “Aspiro –dijo entonces Kohl– a una Alemania europea, no a una Europa alemana”. Y, finalmente, decidieron apoyar la moneda común. Hoy Europa tiene que reformular su manera de insertarse en el juego internacional. Wu Hongbo, secretario general adjunto de la ONU para Asuntos Económicos y Sociales, recordó, citando a Kissinger, que “cuando uno llama a la UE por teléfono, lo atiende una voz que dice ‘Usted se ha comunicado con la UE; si quiere hablar con Alemania, marque 1…’, y así sucesivamente”.
-Por último, fuera de Europa, usted entrevistó al actual ministro de Defensa y excanciller brasileño Celso Amorim, quien dice que “Europa es un ejemplo, pero no un modelo”. ¿Está de acuerdo con esa afirmación?
-Coincido con Amorim, que está incluido entre los entrevistados por el rol que tuvo como canciller y conocedor de la política internacional y por su responsabilidad en el diseño y armado del Mercosur. Así como los procesos de reestructuración de deuda son singulares y no existe un patrón general a seguir, de la misma manera los procesos de integración son singulares y cada proceso debe acomodarse a sus circunstancias. El traje debe ser hecho a medida, en función de la realidad sobre la cual va a operar. Los procesos de integración deben ser confeccionados como un traje al cuerpo.
LA RENEGOCIACIÓN DE LA DEUDA EXTERNA
“La experiencia argentina despierta interés en Europa”
-Usted tuvo la oportunidad de exponer recientemente ante el Parlamento de Portugal durante una sesión especial sobre la reestructuración de la deuda. ¿Cómo se observa desde Europa la experiencia de renegociación de la deuda argentina?
-Efectivamente, en diciembre del año pasado fui invitado a exponer ante la Asamblea de la República Portuguesa sobre el proceso de desendeudamiento argentino y a debatir en el recinto con todos los partidos con representación parlamentaria. Lo que esta invitación nos demuestra es que, más allá de las singularidades de cada proceso de renegociación de deuda y de la inexistencia de un modelo único para realidades que son intrínsecamente diferentes, lo cierto es que hay una mirada de Europa hacia los casos anteriores y, en particular, aquellos que fueron exitosos. El hecho de que haya sido invitado como embajador argentino evidencia el interés que despierta en Europa la experiencia de nuestro país. Tengamos en cuenta que Argentina, al momento de entrar en default, tenía una deuda que representaba el 160 por ciento del PBI. Grecia tiene hoy una deuda que representa el 177 por ciento del PBI; en Portugal, el 130 por ciento; y en España, el 100 por ciento. En mi intercambio con los líderes europeos, he encontrado, de modo directo o tácito, referencias a la experiencia argentina. En España, los dirigentes de Podemos citan a Néstor Kirchner, cuando dijo que “los muertos no pagan”. Y en el discurso de Alexis Tsipras la consigna de “crecer para pagar” está presente todo el tiempo.