โLo รบnico que sirve es no bajar los brazos. Las polรญticas de prevenciรณn y recuperaciรณn dan resultado en todas partes. Pero, claro, hay que instrumentarlas y no abandonarlasโ.
Padre Pepe Di Paola, Entrevista del diario La Voz del Interior – 18/08/2009

Retomamos el problema del paco dentro de la temรกtica permanente sobre la droga y sus consecuencias, asunto sobre el que DEF viene alertando desde hace muchos aรฑos. Insistimos puntualmente en este tema por la importancia que tiene en sรญ mismo, pero tambiรฉn por su impacto en la inseguridad, en el incremento del delito y en el propio valor que la vida humana tiene para nuestra sociedad. En el desarrollo de esta publicaciรณn damos cuenta a nuestros lectores de cuรกntas veces y con quรฉ intensidad nos hemos ocupado de este drama social, que trajo a nuestra naciรณn situaciones que desconocรญamos y que nos afectan a todos, pero especialmente a los que menos redes de contenciรณn tienen.
La droga responsable de esa vulnerabilidad extrema tiene nombre; es el paco. En octubre de 2007 dedicamos a ella la tapa de DEF y mostramos de cerca el trabajo de las madres que sufren este flagelo en sus hijos. Lamentablemente, el joven hijo de Isabel Vรกzquez (una de nuestras entrevistadas de entonces), quien la acompaรฑaba en esa portada, ya no estรก entre nosotros, vรญctima de la violencia y la venganza que provoca el infierno del paco, del que รฉl habรญa logrado escapar. Al pensar durante dรญas en esta editorial, estuve tentado de iniciarla como en aquella ediciรณn en la que reproducรญa en forma completa la canciรณn de Rubรฉn Blades, “Pedro Navaja”, que, escrita hace 30 aรฑos, relata la vida de un โquemadoโ centroamericano; algo que era para nosotros absolutamente lejano y hoy ya forma parte de nuestra cotidianidad. Refiriรฉndose a esta canciรณn, el escritor espaรฑol Arturo Pรฉrez Reverte, entrevistado aquรญ semanas atrรกs, ha dicho: โEn toda mi vida como novelista jamรกs podrรญa hacer una narraciรณn asรญ en tres minutos. Esa es una genialidad de Bladesโ. Lo cierto es que esa descripciรณn, donde la vida solo importa por horas y hay que llegar a la noche con el โproblema de la pasta resueltoโ y luego veremos, es el camino al que se suman dรญa a dรญa cantidad de jรณvenes desesperanzados, esos para los que la vida vale un par de zapatillas o donde cualquier nimiedad se resuelve con un puntazo mortal. Tambiรฉn en aquel nรบmero de DEF contaba una experiencia personal: fue en el 2003 y en el Bajo Boedo cuando a pleno sol vi cรณmo la muerte acechaba a un joven consumido por el paco cuyo dramรกtico estado terminal contrastaba con la alegrรญa de niรฑos que jugaban a la pelota y seรฑoras que conversaban con sus compras previas al almuerzo, ignorando completamente a la vรญctima. Todos ellos sabรญan que de ahรญ no se vuelve y esa imagen me acompaรฑa siempre. De ahรญ no se vuelve.
El paco es una droga relativamente nueva en el Cono Sur y nace en el hecho concreto de ciertas facilidades que se han producido a partir de que los laboratorios clandestinos de producciรณn de cocaรญna se mudaron de Perรบ y Bolivia a otros paรญses del Mercosur. Hoy nuestra realidad indiscutida, compartida con algunos de nuestros vecinos, es que la producciรณn, trรกnsito, consumo y exportaciรณn se cumplen en un รบnico proceso y es ahรญ donde deja las secuelas de lo peor, de lo mรกs barato, de lo que lamentablemente se vuelve cotidiano.
Tal como informa la Oficina de Naciones Unidas contra las Drogas y el Delito (ONUDD) en su Informe Mundial sobre las Drogas 2012: โHasta fines de los aรฑos setenta, la cocaรญna se consideraba una sustancia mรกs bien benigna consumida sobre todo por las clases adineradas. Sin embargo, la imagen de la cocaรญna cambiรณ a principios de la dรฉcada de 1980 a raรญz de la invenciรณn del crack, una forma mรกs barata de cocaรญna. Apareciรณ entonces una subcultura en torno a la comercializaciรณn y el consumo de crack, el cual pasรณ a ser la droga asociada a la delincuencia de las pandillas, los delitos violentos y la prostituciรณnโ.
Actualmente, el mayor mercado consumidor de crack/paco a nivel mundial es el brasileรฑo. Segรบn revelรณ un estudio de la Universidad Federal de San Pablo (Unifesp), publicado en 2012, existe en ese paรญs alrededor de un millรณn de usuarios de esa sustancia. En nuestro paรญs, si bien a priori las cifras no parecen tan escalofriantes como en el caso de la cocaรญna, el รบltimo Estudio Nacional sobre consumo de sustancias psicoactivas (2010) arrojรณ el consumo declarado de paco โal menos una vez en su vidaโ por parte de 61.168 personas, con un claro predominio de los varones (0,6%) sobre las mujeres (0,1%) y del grupo de entre 18 y 24 aรฑos (1,2%) por sobre el resto de las edades, aunque seguido por los jรณvenes de entre 25 y 34 aรฑos (0,5%) y los de entre 12 y 17 aรฑos (0,4%).
Sin embargo, estas cifras tan precisas deben ser tomadas con pinzas. Tal como dice el dirigente oficialista Fernando Chino Navarro, entrevistado en nuestra nota central sobre el tema: โSe carece de un diagnรณstico preciso y certero para tomar decisionesโ. En la nota, no exenta de autocrรญtica, Navarro da un importante panorama de lo que ocurre con la droga y de su vinculaciรณn con la violencia. Dejando de lado cualquier complacencia, reconocemos en รฉl a un dirigente de la primera hora en esta โcruzadaโ, poniendo el cuerpo en los lugares mรกs vulnerables. Es un referente para las madres que luchan contra el paco, para los sacerdotes y dirigentes barriales, y esto lo hemos corroborado en los territorios mรกs duros; nobleza obliga reconocerlo. Dicho esto, me permito con todo respeto y desde el โescritorioโ, discrepar con la idea de que estamos mal pero mucho mejor que otros paรญses de la regiรณn. Esto es verdad en cierto sentido, ya que no hay zonas tomadas ni combates abiertos ni empleo de las Fuerzas Armadas como, por ejemplo, en las favelas de Brasil; ahora bien, la gran duda que me genera esa afirmaciรณn es si en la Argentina no estaremos en otro estadio de la situaciรณn, con el problema instalรกndose y no sea ese precisamente nuestro futuro inmediato. Fronteras permeables, expulsiรณn de narcotraficantes en Colombia y otras zonas calientes, mafias, sicarios y gigantescos decomisos son indicios de que nada halagรผeรฑo parece venir. Asimismo, ciudades como Rosario, donde se detecta connivencia entre el delito y un sector de aquellas fuerzas que precisamente deberรญan combatirlo, nos dan una seรฑal de alerta que ya tuvieron paรญses vecinos que tienen el flagelo descontrolado. A propรณsito, si uno sigue con cierto detalle los detalles de la banda โLos Monosโ en el Gran Rosario, es mรกs apropiado imaginarlo en Tijuana o Ciudad Juรกrez que en nuestra realidad. Sin embargo, esto estรก ocurriendo aquรญ y ahora, primero aniquilaron a las bandas rivales (โLos Coloradosโ y โLos Garompaโ) y luego ampliaron su poder sin lรญmites, cargados de homicidios, controlando toda la zona sur de la ciudad, distribuyendo droga, regulando el mercado negro de armas y el trรกfico de autos de alta gama. Bien, ยฟes o no es crimen organizado? Hoy es materia de grave preocupaciรณn; cuanto menos, tema central en la provincia de Santa Fe. ยฟCuรกndo tomarรก envergadura nacional? ยฟCuรกndo se volverรก un problema regional?
Estรก claro, ademรกs, que mรกs allรก de las grandes razones ya expuestas vinculadas al orden institucional y a la seguridad, tambiรฉn hay fundamentales responsabilidades sociales que โvuelvo a Navarro y a sus dichosโ no podemos eludir. El empresariado, los medios y la apertura de cualquier puerta al incesante consumismo ponen dรญa a dรญa y en todo momento en riesgo a nuestros adolescentes. El consumo de alcohol, su asociaciรณn con el รฉxito, con las mejores conquistas, el lujo como un fin en sรญ mismo y la exaltaciรณn del individualismo extremo generan estados de constante frustraciรณn, con deseos imposibles de satisfacer, en una etapa de desarrollo donde quien โadoleceโ solo deberรญa recibir ayuda de sus mayores. Asรญ, de la puerta del alcohol, droga lรญcita y puntera de publicidades y ganancia econรณmica, arrancan los desequilibrios que llevan a los siguientes pasos guiados por las inhibiciones que generan: conduce a las drogas, al descuido sexual, a la imprudencia, a los accidentes y a la violencia sin sentido.
Respecto del crack/paco, debemos evitar caer en la mirada estigmatizante: โpobres y adictosโ igual a โdelincuentes y peligrososโ. Mucho trabajo social requiere detener el incesante avance de este multimillonario negocio; mรกs allรก de la inclusiรณn que implica la Asignaciรณn Universal por Hijo (AUH) y otros beneficios que se han creado desde el Estado, se requiere actuar con energรญa, en conjunto y sin dilaciรณn. No es este un problema del gobierno de turno; es de รฉl y de toda la sociedad. Incluir implica mรกs y mejor educaciรณn, mรกs y mejores oportunidades de cara al futuro. Requiere exaltar y recuperar valores que existen, por suerte, en nuestra sociedad, vinculados con la familia, la escuela y el valor de las asociaciones intermedias. Transitar el camino de la recuperaciรณn no serรก fรกcil. El paco no es mรกs que el residuo de descarte de cocaรญna, que en segundos llegan al sistema nervioso central del individuo pero que tambiรฉn en minutos desaparecen, creando una dependencia cruel y mortal; salir de ese infierno es un camino empinado y complejรญsimo. No alcanza el esfuerzo del adicto y de su familia, si no se involucra todo el entramado social y no se cuenta con la presencia de las instituciones del Estado. Casualmente y en coincidencia con la preocupaciรณn general, hace semanas la Pastoral Social de la Iglesia, presidida por Monseรฑor Jorge Lozano, emitiรณ un fuerte documento advirtiendo la gravedad de la situaciรณn y fijando posiciรณn en โla creciente tolerancia social a las drogasโ. Lo hizo rodeado de expertos en adicciones y del sacerdote Pepe Di Paola, reconocido por sus luchas en las villas. Nada de esto fue casual, pues forma parte de la percepciรณn de riesgo generalizado que siente nuestra sociedad por el avance de las drogas. El debate sobre cรณmo atender el drama de las adicciones requiere, sin dudas, de un profundo debate que deberรก incluir a todos los actores sociales, sobre la base de experiencias internacionales pero evitando transplantar, a tontas y a ciegas, ejemplos de otras latitudes que cuentan con un contexto socioeconรณmico absolutamente diferente al nuestro. Debemos estudiar, comparar, analizar y tomar las mejores decisiones tanto en materia legislativa como en todo lo referente a polรญticas de salud pรบblica.
El fenรณmeno es multicausal y debe generar honda ocupaciรณn, para que no se vuelva una preocupaciรณn permanente. Todos los estamentos del Estado deben ocuparse de los mรกs vulnerables, pero ni eso alcanza si no se suma a la sociedad toda la tan mentada Responsabilidad Social Empresaria. Como dice la Pastoral, no hay soluciones mรกgicas, seรฑalando: โEn ese marco, los credos, el Estado y la sociedad civil debemos trabajar juntos, apoyando a las familias que son la principal barrera contra la drogaโ.
Paco y muerte son sinรณnimos. El paco mata. Mata al que lo consume. Mata a quien estรก alrededor del problema. Y tambiรฉn mata a quien lo cruza por casualidad en la vida. Porque quien alucina o delira, quien tiene insensibilidad al dolor y carece de toda inhibiciรณn, quien suma euforia, angustia e inseguridad al mismo tiempo es en sรญ mismo un arma. Un arma descontrolada, que aprovechan mafiosos y delincuentes.
Desarmar a esa juventud desesperada es la batalla que todos debemos darle al delito organizado.