Ante un escenario convulsionado por las operaciones del Comando Sur de los Estados Unidos y los operativos contra el narcotráfico en países como Ecuador y Brasil, la seguridad es motivo de preocupación para Latinoamérica y el Caribe.
Para conocer las perspectivas para lo que resta del 2025 y el año entrante, DEF accedió a Edgardo Glavinich, secretario nacional del Consejo Argentino para la Seguridad Integral (CAPSI) y director ejecutivo de la Fundación Sherman Kent, un think tank sobre inteligencia estratégica con sede en Argentina.
- Te puede interesar: Haití y Colombia, ¿las amenazas más urgentes para la seguridad de Latinoamérica y el Caribe?
Ecuador, el epicentro del complejo panorama regional
Para el experto en seguridad, el segundo semestre de 2025 encuentra a América Latina y el Caribe navegando una paradoja de seguridad sin precedentes: mientras algunos países celebran reducciones históricas de sus tasas de homicidio mediante políticas de mano dura, otros experimentan explosiones de violencia que los catapultan a los primeros lugares mundiales en materia de inseguridad.
“La región no sólo enfrenta una crisis de seguridad, sino múltiples crisis superpuestas que requieren respuestas diferenciadas y coordinación sin precedentes. Ecuador emerge como el caso más dramático de deterioro de seguridad en el hemisferio. La transformación del país, de ser uno de los más seguros de la región, con una tasa de homicidios de 6.7 por 100.000 habitantes en 2020, hasta convertirse en el territorio más violento de Sudamérica con 44.5 homicidios por 100.000 en 2024, representa un colapso en materia de seguridad a una velocidad y magnitud sin precedentes regionales”, destacó Glavinich.
Según el secretario nacional del Consejo Argentino para la Seguridad Integral, este deterioro de 546.7% en apenas cuatro años no puede atribuirse a factores coyunturales, sino que refleja la convergencia de vulnerabilidades estructurales: posición geográfica entre los mayores productores de cocaína, dolarización que facilita el lavado de dinero, instituciones debilitadas por la corrupción sistémica, y el vacío de poder dejado por la desmovilización de las FARC colombianas que abrió espacio para nuevos actores criminales.

“El puerto de Guayaquil, que procesó un récord de 252 toneladas de cocaína incautadas en 2024, se ha convertido en el epicentro de esta crisis, funcionando como un hub logístico principal para el tráfico hacia Europa y Asia. La ciudad de Durán, adyacente a Guayaquil, registra tasas de homicidio tres veces superiores al promedio nacional, con barrios enteros bajo control de pandillas que han establecido sistemas de tributación, justicia paralela y servicios sociales que el Estado ha abandonado”, resaltó.
“La declaración de “conflicto armado interno” dictada por el presidente Daniel Noboa en enero de 2024, aunque proporcionó herramientas legales para la militarización de la respuesta, no ha logrado revertir la tendencia, y diferentes proyecciones para 2025 sugieren que Ecuador podría alcanzar 9.100 homicidios, consolidándose como el país más violento de América Latina”, concluyó Edgardo Glavinich sobre el caso de Ecuador.
Las principales organizaciones criminales transnacionales
Por otro lado, destacó que la expansión de organizaciones criminales transnacionales constituye el segundo vector de preocupación regional.
“El Tren de Aragua, originado en las prisiones venezolanas de Tocorón, ha evolucionado de ser una pandilla carcelaria a una organización criminal transnacional con presencia en Colombia, Perú, Chile, Ecuador, Brasil, Argentina y Estados Unidos. Su capacidad de explotar las rutas migratorias de los 7.9 millones de venezolanos desplazados para establecer células operativas demuestra su capacidad de adaptabilidad estratégica sofisticada. La solicitud del Tren de Aragua de integrarse al proceso de “Paz Total” en Colombia representa una evolución cualitativa: de actor criminal a aspirante a actor político, siguiendo el modelo de organizaciones criminales centroamericanas que buscan legitimidad mediante negociación con los Estados”, resaltó.

Paralelamente, indicó que, aunque las pandillas salvadoreñas MS-13 y Barrio 18 han sido significativamente debilitadas en El Salvador, mediante el encarcelamiento de aproximadamente 15.000 miembros en la mega prisión CECOT, “continúan manteniendo presencia activa y capacidad operativa en Guatemala y Honduras”.
Además, considera que el modelo de “mano dura” salvadoreño, que logró una reducción del 98% en homicidios, está inspirando políticas similares en Honduras, Costa Rica y otros países, aunque organizaciones de derechos humanos advierten sobre los costos con relación a los principios democráticos e institucionales potencialmente irreversibles. Para él, la dimensión geopolítica de la seguridad regional ha adquirido una complejidad sin precedentes.
- Te puede interesar: Quién es Zhi Dong Zhang, el narco chino vinculado al tráfico de fentanilo hacia Estados Unidos
La influencia comercial de China, ¿amenaza a la soberanía?
En su análisis sobre Latinoamérica y el Caribe, Edgardo Glavinich destacó que el comercio bilateral China-América Latina alcanzaría los 518.000 millones de dólares en 2024, con proyecciones de superar los 700.000 millones para 2035.
“China es actualmente el principal socio comercial de América del Sur y el segundo de Centroamérica. Esta realidad económica genera oportunidades de desarrollo, pero también vulnerabilidades estratégicas. El Plan de Acción Conjunto China-CELAC 2025-2027, particularmente su pilar de seguridad que propone crear mecanismos de enlace entre equipos nacionales de respuesta a emergencias informáticas podría otorgar a autoridades chinas acceso privilegiado a infraestructura crítica de información regional, debería generar preocupaciones legítimas sobre soberanía digital y seguridad nacional”, señaló el director ejecutivo de la Fundación Sherman Kent.

A su vez, los factores económicos, y su impacto en materia de seguridad, presentan un panorama mixto. La región muestra signos de recuperación con tasas de desempleo al 6.1% y un crecimiento proyectado del 2.4% para 2025. Sin embargo, la informalidad persiste en un 47.6% de la fuerza laboral, creando vulnerabilidad al reclutamiento criminal y propiciando la expansión de economías ilegales.
“El costo del crimen y la violencia, estimado en 3.4% del PIB regional anualmente, equivalente al 80% de presupuestos educativos combinados, representan un lastre estructural al desarrollo que se perpetúa en ciclos de pobreza y violencia” resaltó Glavinich.
Las claves de la seguridad para 2025
Finalmente, la Fundación Sherman Kent identificó cinco factores críticos que determinarán las trayectorias de seguridad en el segundo semestre de 2025 y los siguientes años:
- Fragmentación criminal post militarización: La neutralización de liderazgos criminales tradicionales está generando atomización en células más pequeñas, pero más violentas, complejizando las estrategias de inteligencia y negociación.
- Evolución de rutas marítimas caribeñas: Con grupos haitianos expandiéndose al espacio marítimo y narcotraficantes sudamericanos diversificando rutas, el Caribe enfrenta presiones sin precedentes.
- Disrupción tecnología del crimen: Uso creciente de criptomonedas, drones para transporte y las comunicaciones encriptadas están superando las capacidades estatales de monitoreo y control.
- Competencia geopolítica: La región navega entre múltiples actores externos con agendas divergentes, requiriendo equilibrios diplomáticos complejos.
- Balance seguridad – democracia: El dilema entre políticas de mano dura con resultados inmediatos versus enfoques integrales de largo plazo define debates políticos nacionales.



