Una pista de permafrost en la Antártida, meteorología favorable y un Hércules C-130, los requisitos para viajar hacia un territorio aislado y hostil.
Se espera que el presidente de la Nación, Javier Milei, viaje este fin de semana a la Antártida para comenzar un programa de control de contaminación, una iniciativa del Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), a cargo del diplomático argentino Rafael Grossi.
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Para ello, el mandatario deberá subir a un avión Hércules C-130, de la Fuerza Aérea Argentina, que lo trasladará desde Río Gallegos hacia la Base Marambio. De todas maneras, como suele suceder en este tipo de cruces, las condiciones climáticas serán las responsables de dar el visto bueno a los pilotos.
A DEF le tocó experimentar de cerca las dificultades que pueden presentarse: conocé los detalles de un cruce que Argentina realiza, año a año, asegurando la logística necesaria para el mantenimiento de las bases y la presencia en la Antártida.
¿Cómo es la base a la que viajará Milei en la Antártida?
3600 kilómetros separan a Buenos Aires de la Base Marambio, considerada como la puerta de entrada que nuestro país tiene al Continente Blanco: pues allí, la presencia de una pista de permafrost asegura el aterrizaje y despegue de las aeronaves necesarias para que Argentina pueda brindar los apoyos logísticos y asegurar que el personal militar y científico pueda trabajar durante todo el año.
Una frase adjudicada a uno de los pioneros antárticos resume los esfuerzos que realiza Argentina para mantener su presencia ininterrumpida en el Continente Blanco. “La Antártida es una guerra; no se debe pelear contra un adversario, sin contar con una seguridad elemental: la eficiencia de los hombres y los medios para la acción”, manifestó el vicecomodoro Mario Luis Olezza, responsable de trazar la ruta transpolar.
Cuentan que en el despacho de este oficial de la Fuerza Aérea había un objeto que llamaba la atención: el mapa argentino estaba al revés. “Está bien así, el norte argentino está en el Polo Sur”, respondía cuando era consultado por la insólita presentación.

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Las etapas del viaje a la Antártida: Buenos Aires-Río Gallegos
Hace menos de un año, el equipo de DEF se trasladó hacia la I Brigada Aérea en El Palomar, ya que desde allí parte el Hércules C-130 hacia Río Gallegos. Por entonces, el personal militar fue claro: la fecha del viaje podría sufrir modificaciones ya que durante el verano se realizan la mayor cantidad de cruces aéreos para asegurar el apoyo logístico de las bases.
Cabe señalar que los hombres y mujeres que trabajan para asegurar la presencia argentina en el Continente Blanco dependen del Comando Conjunto Antártico (COCOANTAR): este organismo se nutre del personal y de los medios, adiestrados y alistados, de las distintas Fuerzas Armadas, para poder cumplir con la misión.
Así, el rompehielos ARA “Almirante Irizar” navega hacia la Antártida y la Fuerza Aérea Argentina despliega sus aeronaves. El Hércules C-130 es el avión designado para protagonizar la ruta aérea que une ambos continentes.
Una vez confirmada la fecha de despegue, es necesario pasar por las oficinas que el Comando Conjunto Antártico tiene en El Palomar: allí entregan la vestimenta necesaria para contrarrestar las bajas temperaturas antárticas: guantes, gorro, lentes, calzado, pantalón y campera.
En esta primera etapa, la aeronave vuela hacia Río Gallegos. Allí, mientras el personal se aloja en instalaciones dedicadas exclusivamente a quienes se trasladan a la Antártida, la tripulación del Hércules toma conocimiento de las condiciones climáticas y de la pista de permafrost en la Base Marambio: para cruzar se requiere una “ventana meteorológica favorable”.

Desde Río Gallegos a la Antártida: en manos del clima
Normalmente, si se esperan buenas condiciones meteorológicas, los pasajeros están listos a primera hora del día ya que la tripulación buscará cruzar lo antes posible hacia Marambio pues, de ser posible, posteriormente encarará el vuelo de regreso.
Sin embargo, todo puede cambiar de un segundo a otro. A eso se suma que la pista de Marambio se ubica en una meseta a 300 metros sobre el nivel del mar, lo que provoca que, en pocos minutos, pueda cubrirse por una niebla espesa, fenómeno conocido como “mar de nubes”, que impide la visibilidad.
Durante la travesía de DEF, el mayor Pablo Andino, de la Fuerza Aérea Argentina, brindó mayores detalles del cruce: “Son aproximadamente 7 horas de vuelo, 3 horas y media de ida, y tres horas y media de vuelta. Una vez realizado el briefing meteorológico y determinado el horario en el que vamos a operar, juntamos en el aeropuerto a la tripulación, los pasajeros y la carga que vamos a trasladar”. El tipo de operación y el clima serán los que definan cuánto tiempo permanecerá la tripulación en Marambio antes de regresar.
Una vez arriba del Hércules C-130, los pasajeros se colocan los cinturones y tapones en el oído, ya que el ruido de la aeronave, con el pasar de las horas, puede tornarse incómodo. A medida que el avión se acerca a la Antártida, comienza a cambiar el paisaje: se ven los primeros témpanos y el agua cambia su color hacia un azul más profundo.
“La meteorología es demasiado cambiante, razón por la que no podemos hacer un pronóstico más allá de 24 horas. Las condiciones son muy variables, desde la visibilidad, el techo de nubes, el estado de la pista o la nieve”, explicó Andino.

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Aterrizaje en la Antártida
Finalmente, para que el Hércules C-130 pueda aterrizar en la pista de permafrost de Base Marambio, el personal de las Fuerzas Armadas y los meteorólogos trabajan a contrarreloj: mientras que los primeros se abocan a la preparación de la pista, los segundos se enfocan en relevar la información vinculada al clima.
“El Hércules brinda soporte logístico para la Campaña Antártica. Lo hace trasladando personal, cargas, recuperando personal y, eventualmente, también tenemos la capacidad de hacer búsqueda y rescate o evacuaciones aeromédicas. Se opera todo el año, aunque para nosotros la parte más intensa es entre noviembre y marzo”, describió Andino en diálogo con DEF.
Hay un detalle: la tripulación de la aeronave trabaja las 24 horas del día pues, si la ventana meteorológica es en el medio de la noche, deben tomar las previsiones para despegar de Río Gallegos tres horas y media antes. Como detalla Andino, el C-130 también vuela en invierno, aunque con menor frecuencia, ya que la meteorología es más inclemente, hay menos horas de luz y los requerimientos de carga y personal son menores.