Las cifras actuales son odiosas. Las proyecciones, directamente escalofriantes. El imparable encarecimiento de los alimentos registrado desde mediados de 2010 ha empujando a la pobreza extrema a 44 millones de personas. Se suman a los casi 1000 millones que padecen hambre en el mundo.
Son nรบmeros que hablan de una verdadera catรกstrofe: la crisis alimentaria se ha convertido en la gran amenaza del planeta. Un colapso evitable si se tiene en cuenta que existe capacidad real de abastecer a toda la poblaciรณn mundial. En el medio, inciden factores tan diversos como el cambio climรกtico, el crecimiento demogrรกfico desmedido, el aumento de la demanda en potencias emergentes como China e India, el cultivo de agrocombustibles y mรกs recientemente la especulaciรณn financiera que promueven los hedges founds (ah, otra vez esos fondos buitre) en los mercados de los commodities. Dedicamos la nota principal de esta ediciรณn al anรกlisis de las causas y perspectivas de un problema global que, en apariencia, no ha concitado aun la debida atenciรณn de los gobiernos y organismos multilaterales. Vale recordar que la suba del precio de los alimentos fue una de las causas que motivaron las revueltas sociales en el mundo รกrabe.
En su Ensayo sobre los principios de la poblaciรณn (1798), Thomas Malthus escribiรณ que el crecimiento geomรฉtrico de la poblaciรณn y la progresiรณn aritmรฉtica de los alimentos darรญan lugar a una crisis terminal capaz de extinguir a la humanidad. Es probable que nunca se cumpla, pero mientras se agiganta la hambruna en el mundo, el fantasma de aquella predicciรณn catastrรณfica renueva su vigencia en pleno siglo XXI.