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La catastrófica realidad de los incendios forestales en Córdoba

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En octubre, la provincia de Córdoba volvió a sufrir incendios devastadores en las sierras y llanos. Sobre esta problemática recurrente, DEF conversó con Joaquín Deón, geógrafo, docente de la Universidad Nacional de Córdoba e investigador del CONICET.

Por Susana Rigoz

Incendios descontrolados amenazando pueblos enteros, cientos de evacuados, decenas de dotaciones de bomberos y brigadistas, aviones hidrantes. Una vez más la provincia de Córdoba quedó presa de las llamas.

En los últimos 30 años, la provincia lleva perdidas 1.200.000 hectáreas de superficie boscosa

Incendios, evacuaciones y la necesidad de una respuesta urgente en suelo cordobés

“Después de tres días de intenso combate colectivo de los incendios, llegó la lluvia que permitió que pudiéramos controlar el fuego”, relata Joaquín Deón. Sobre las consecuencias de este desastre, detalla que “las llamas consumieron 12.000 hectáreas de bosques en ese lapso y 80.000 en los últimos dos meses”.

Sin embargo, este optimismo inicial se vio opacado con la reactivación del fuego, producto de que la lluvia fue escasa y no se llegó a hacer la llamada “guardia de cenizas”, que consiste en vigilar el área afectada para evitar los rebrotes.

 Para ser más preciso sobre la situación general, el especialista explica que la provincia “conserva menos del 3% de sus bosques nativos originales y que en los últimos 30 años lleva perdidas 1.200.000 hectáreas de superficie boscosa”.

-¿Cuáles son los principales factores desencadenantes de los incendios?

-En la actualidad, los incendios son utilizados para cambiar el uso del suelo en grandes magnitudes. Aunque la ley establece que las zonas con bosques nativos quemadas no pueden ser usadas, se trata de casos en los que la intencionalidad viene con un objetivo ya establecido como el de crear circuitos deportivos en las sierras (cuatriciclos, motocrooss, etc.) y también de favorecer la especulación inmobiliaria. 

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Según pudo comprobarse, los bosques nativos tardan más de 80 años en recuperar un estado similar al que tenían antes de incendiarse

A nivel normativo, hay contradicciones: la Ley Nacional 26331 prohíbe la intervención en bosques protegidos en las categorías amarilla y roja, mientras que la Ley Provincial 9814 en una de sus artículos permite el avance de la minería en cualquier categoría. ¿Cuál fue el resultado? La experiencia demostró que detrás de la minería vino el negocio inmobiliario. En definitiva, deja en evidencia que los incendios son una estrategia que abre la puerta al negocio urbano, destruyendo la cuencas y los bosques.

– Más allá de estas leyes, ¿hay normas medioambientales específicas referidas a esta problemática?

 -Creo que uno de los principales inconvenientes es que no se le presta la atención debida al tema, como se evidencia en las audiencias públicas en las que se debaten los proyectos inmobiliarios, agroindustriales, ganaderos y mineros de canteras en las zonas incendiadas. Esto se relaciona con que las autorizaciones para la modificación en el uso del suelo en las zonas incendiadas se fueron otorgando con fines diversos como actividades recreativas u obras de interés público, entre otras, que enmascaran otros objetivos. En definitiva, la cuestión es que no se cumplen las leyes correspondientes, a lo que se suma que ellas mismas tienen artículos, resoluciones y decreto que facilitan esta clase de operaciones.  

– Volviendo al tema de los incendios, ¿cuáles son las principales consecuencias?

Los impactos de los desmontes son graves y diversos. Por un lado, se destruye la serranía y las cuencas. Por otro, contribuye a la emergencia climática con la merma de la superficie boscosa y el aumento de los gases de efecto invernadero generados por la combustión de la vegetación. No menos importante es el avance de la frontera agrícola ganadera que impacta en la vida de las familias de la región

-¿Cuánto tiempo demora un ecosistema en reconstruirse?

Los bosques nativos tardan más de 80 años en recuperar un estado similar al que tenían antes de incendiarse, según pudo comprobarse en zonas que sufrieron un incendio y no volvieron a quemarse por décadas. Esto es paradójico porque en nuestra provincia los incendios en las sierras ocurrieron a partir de seguidilla de quemas en áreas en recuperación. O sea que la superficie boscosa que después de un impacto comienza a recuperarse a través de especies pioneras y colonizadoras, no llega a hacerlo debido a que vuelve a quemarse todos los años en las mismas áreas.

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La pérdida de la masa forestal genera que el bosque nativo pierda la función de “esponja” que le permite almacenar agua y liberarla paulatinamente

-¿Cuáles son los impactos más graves de la minería en la provincia? 

-Las prácticas mineras son de canteras y generan cada vez mayor destrucción de los cerros que terminan convertidos en cráteres o lo que llamamos “cerros ausentes”, como consecuencia de que esta explotación necesita la construcción de gran infraestructura portuaria, de caminos y rutas para sacar la producción hacia los puertos. Esto significa que la mega minería de canteras –así la llamamos– es un actividad que acapara cada vez más las sierras

En la actualidad, hay tres empresas que han comprado más de 30.000 hectáreas en las Sierras Chicas como primer borde geográfico respecto a la región pampeana y en ese borde geográfico han puesto a disposición del agro negocio, mediante fideicomisos, la explotación de las cuencas serranas y el deterioro de las mismas como consecuencia del mega negocio de canteras.

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Inundaciones y deforestación, un vínculo peligroso

-Otra problema recurrente en la provincia son las inundaciones ¿Qué relación existe entre ambos fenómenos?

 –La pérdida de la masa forestal genera que el bosque nativo, a su vez, pierda la función de “esponja” que le permite almacenar grandes cantidades de agua y liberarla paulatinamente. En consecuencia, las cuencas se transforman en una especie de tobogán y, en el caso de las sierras, es literal: el agua que precipita va a parar directamente a los cauces, en cuyas proximidades están los centros urbanos. 

Hay que tener en cuenta que cuando crecen los arroyos y ríos traen consigo también palos, troncos, piedras, enormes masas de rocas y suelo que van arrastrando todo a su paso (a diferencia de las inundaciones en la llanura, donde el agua permanece varios días). A su vez, el agua que corre no queda disponible en el subsuelo, hecho que a la larga va generando épocas de sequías prolongadas debido a que el bosque no está. 

Los impactos de los desmontes son graves y diversos, desde la destrucción de sierras y cuencas, hasta el aumento de los gases del efecto invernadero por la combustión de la vegetación

El mal funcionamiento de esta especie de esponja genera que el agua vaya a parar a un mismo cauce y se deteriore toda la situación hídrica de la cuenca. Los cauces se van quedando secos y la disponibilidad, tanto para consumo humano como ecosistémico, genera una sequía mayor en el suelo, el subsuelo y afecta su disponibilidad para las especies.

-Considerando que se trata de un problema ambiental clave, ¿notás que hay una conciencia real en la sociedad y en la clase dirigente?

Creo que la clase dirigente suele desconocer la problemática asociada del fuego, desmontes, avance de la frontera agrícola ganadera. Por otro lado, existe una parte importante de la población que es respetuosa del medioambiente y también un trabajo clave de organizaciones –Universidad Nacional de Córdoba, CONICET, Foro Ambiental Córdoba, etc–, asambleas y brigadistas, entre otros, que trabajamos para generar conciencia y defender nuestros bosques nativos.

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