Pablo García Borboroglu, doctor en Biología e investigador del CONICET, recibió el Indianapolis Prize 2023, considerado el Premio Nobel a la Conservación, convirtiéndose en el primer latinoamericano en obtener este reconocimiento
Por Susana Rigoz
Por su trabajo de más de tres décadas en la conservación de los pingüinos y su hábitat, el doctor Pablo García Borboroglu recibió, el 30 de septiembre, el Premio de Indianápolis. La ceremonia oficial –de la que participaron alrededor de 1300 invitados– se llevó a cabo en el JW Marriott del centro de la ciudad homónima.
Según declaraciones del presidente y director Ejecutivo de Indianapolis Zoological Society Inc., doctor Rob Shumaker, este evento “es una celebración de héroes de la vida real cuyos trabajos generan un impacto duradero en el futuro de nuestro mundo”. Por su parte, el homenajeado, investigador del CONICET, fundador y presidente de la Global Penguin Society, manifestó sentirse sumamente agradecido por este reconocimiento que ayuda a difundir su tarea. Además, sobre la subvención de USD 250.000 que acompaña al premio líder a nivel mundial para la conservación animal, afirmó que le permitirá continuar expandiendo su trabajo.

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¿Cómo nace el amor de García Borboroglu por los pingüinos?
Oriundo de Mar del Plata, Pablo García Borboroglu llegó a Comodoro Rivadavia, provincia de Chubut, en la década del 80. Fue en esta ciudad patagónica, donde comenzó su vínculo con los pingüinos, en especial gracias a los relatos de su abuela que estaba enamorada de estas aves. Con el paso del tiempo, el interés por la fauna marina fue creciendo hasta que, al conocer el alto nivel de mortandad –cerca de 40.000 ejemplares al año– de los pingüinos, comenzó a involucrarse.
Ya en 1991, a raíz de un gran derrame de petróleo que provocó la muerte de 17.000 ejemplares, armó junto a varios compañeros un centro de rehabilitación en Punta Tombo. La magnitud del desastre llevó a que la noticia apareciera en los medios nacionales y la difusión del problema –sumado al trabajo realizado– dio como resultado que en la actualidad solo mueran 20 ejemplares al año. “Hay que tener en cuenta que el petróleo no solo impacta en los pingüinos sino que contamina las playas, el agua y el resto de la fauna”, afirma el especialista.

El frágil mundo de los pingüinos: desafíos en un entorno cambiante
Una de las características especiales de los pingüinos es que se trata de una especie susceptible a cualquier cambio que se produzca en el ambiente. A la hora de describirlos, el doctor García Borboroglu explica que “son aves marinas no voladoras, viven en el hemisferio sur, dependen de fuentes de comida que están en el océano, la hembra pone uno o dos huevos por año y la especie comienza tarde su reproducción, entre otras particularidades”.
-¿Cuáles son las principales dificultades a las que se enfrentan?
-Hay distintos tipos de problemas de corto, mediano y largo plazo. Entre los primeros, el más importante es la imposibilidad de preservarlos del vandalismo, porque la protección a gran escala es factible, sin embargo es muy complejo prever las acciones depredadoras de las personas. En cuanto al mediano plazo, un tema en el que estamos trabajando es el referido a las áreas protegidas porque los pingüinos necesitan contar con un hábitat seguro donde criar y alimentarse. Y a largo plazo, el problema es el cambio climático y la presencia de plásticos en el ambiente, que es el motivo de nuestras campañas más grandes.
-Entre las acciones irresponsables de los seres humanos, suelen destacarse, entre otras, la utilización de cuatriciclos, la generación de basura y la presencia de perros ¿Es posible llevar adelante un turismo que no impacte en el ambiente?
-Yo considero que el turismo responsable y bien manejado es un gran aliado de la conservación porque ayuda a que haya presencia en lugares sensibles. En el mundo hay 300 sitios donde visitar pingüinos en estado natural, hecho muy positivo para las comunidades locales porque genera divisas y trabajo genuino para las economías regionales. Por supuesto, es indispensable que haya planes de manejo establecidos sobre bases científicas y que la gente los cumpla.
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-Mencionaste como las principales amenazas a largo plazo el cambio climático y la presencia de plásticos. ¿Podés explicarme cómo los afecta?
-En cuanto al cambio climático, el impacto depende de la especie. De las 18 existentes, 14 se distribuyen en climas templados hasta tropicales y cuatro están vinculadas a ambientes antárticos. Estas últimas son las más afectadas ya que su hábitat de reproducción y alimentación se ve alterado por el patrón de derretimiento, hecho que los obliga a nadar más lejos en busca de alimento, perdiendo energía y alejándose más tiempo de sus crías. Para dar un ejemplo, hace cerca de cuatro años, en Punta Tombo, provincia de Chubut, la temperatura alcanzó los 44°C y estas aves –que tienen una temperatura límite– abandonaron los nidos con sus pichones y huevos para refrescarse en la costa. Estimamos que cerca de 300 murieron en el camino. Un problema nuevo, también relacionado con el calor, son los incendios en la estepa. Quizás porque nunca se vieron expuestos a estos peligros, los pingüinos no detectan el fuego como amenaza, se quedan en el nido y mueren quemados.
En cuanto al plástico o microplásticos, basta pensar que se vierten al año al océano 11.000 toneladas de este material, que es ingerido por la fauna, provocándoles muchas veces la muerte.
-¿Qué opinás sobre el potencial desarrollo petrolero en el Mar Argentino?
-El petróleo fue una gran causa de muerte de pingüinos en cuatro continentes –incluyendo la Antártida–. Hubo épocas en las que se registraron grandes derrames y, por cuestiones de seguridad, con el tiempo se logró una mejora. En la actualidad, estamos todos muy preocupados por la adjudicación de 18 áreas de exploración hidrocarburíferas a lo largo de la plataforma. Esto ya es de por sí dañino, y ni hablar de la explotación, con sus tremendos riesgos de accidentes, a lo que se suma el posterior transporte en buques. Argentina nunca había tenido este nivel de riesgo y parece mentira que, mientras el mundo avanza hacia una transición energética, nosotros sigamos apostando a producir petróleo.

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Guardianes del océano: ciencia, educación y protección en acción
A medida que se fue involucrando en el camino de la preservación y para sumar herramientas, Pablo García Borboroglu comenzó su licenciatura en Ciencias Biológicas en la Universidad Nacional de la Patagonia San Juan Bosco y, más adelante, el doctorado en la Universidad Nacional del Comahue. Más adelante y con el objetivo de armar un frente común para la conservación de las 18 especies de pingüinos del mundo, las cosas y los océanos, creó una organización internacional que hoy preside denominada Global Penguin Society (GPS).
-¿Cuáles son los principales ejes de la conservación?
-En nuestra organización, trabajamos en distintas áreas. Una de ellas es la investigación científica, ámbito en el que llevamos adelante proyectos propios y en colaboración (en especial en Argentina, Nueva Zelanda y Chile). También nos enfocamos en la protección de hábitat y ya logramos preservar 13 millones de hectáreas de áreas marinas y costeras. Y la tercera pata es la educación, porque consideramos indispensable lograr un cambio en la conducta de las personas y es imposible lograrlo sin involucramiento. Trabajamos con programas locales dirigidos a los chicos de pueblos cercanos y, con la colaboración de socios más grandes como Disney y National Geographic, desarrollamos actividades con las que llegamos a millones de niños. Uno puede abarrotar de datos a la gente, pero no sirve porque las personas cambian con la emoción. Por eso, apostamos a que la ciencia llegue al alma.
-¿Qué estudian en particular?
-Hay distintas actividades de conservación, desde las que se concretan en pocos años hasta otras de largo plazo. Sin embargo, todas tienen algunas actividades comunes como el monitoreo de los nidos, el análisis del éxito reproductivo y el seguimiento de sus lugares de alimentación, entre otros. A algunos pingüinos les colocamos transmisores satelitales que nos permiten verlos en acción y recolectar datos, como por ejemplo dónde se necesita un plan de manejo o la creación de nuevas áreas protegidas. Por otra parte, posibilitan que todo el mundo pueda verlos gratis, en vivo, en nuestra página web (https://www.globalpenguinsociety.org/index_es.html). En cuanto a las investigaciones generales, publicamos trabajos sobre genética de la especie y su evolución durante 60 millones de años.
-¿Por qué es clave el pingüino para el éxito de las grandes campañas?
-Hay varias razones. Una de ellas es que, gracias a la increíble conexión emocional que establece la gente con ellos, podemos visibilizar temas como el petróleo, las pesquerías y otras cuestiones globales. Otra es que –como utiliza áreas tan grandes, terrestres y marinas–, con su protección se benefician diversas especies que coexisten con ellos. Y, quizás una de las más importantes, es que el pingüino funciona como un indicador de la salud de los océanos.

-Por último, ¿qué significa para vos este reconocimiento?
– Es un sueño para cualquier conservacionista y representa una validación de que lo que uno hace es importante. La conservación de la vida silvestre es fundamental para todos porque nos ayuda a mantener la estructura y la función del medio ambiente. Este premio da motivación y más estímulo para seguir persiguiendo mi pasión por proteger a los pingüinos. Por otra parte, no quiero dejar de agradecer al embajador de los EE.UU. en la Argentina, el señor Marc Stanley, por su acompañamiento en el proceso y en la ceremonia, ya que fue el encargado de presentarme y entregarme el premio.