En nuestro país, uno de los más ricos en biodiversidad, cerca del 40% de los mamíferos está en peligro de extinción. El yaguareté o la Ballena Azul son algunos de los que se ven amenazados por la acción del hombre.
Argentina, con sus 395 especies, es uno de los países más ricos en diversidad de mamíferos de Sudamérica. Pero el avance del hombre sobre la naturaleza afecta directamente esta riqueza y, hoy, cerca del 40% de estas especies se encuentra en peligro de extinción.
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Los principales ecosistemas en los que habitan son sus selvas, bosques , pastizales y esteros. Y se encuentran, en especial, en las provincias de Misiones, Salta, Jujuy, Tucumán y Buenos Aires.
La destrucción de hábitats naturales para ser destinados a actividades agrícola-ganaderas, la contaminación, la caza, el tráfico ilegal de fauna y la pesca son los principales motivos de que muchos de estos animales se vean condenados a la desaparición.
Todo esto implica no solo la pérdida de un bien natural y cultural, sino una modificación irreversible de ecosistemas silvestres, que puede impactar en la salud humana con la aparición de distintas enfermedades transmitidas por animales, como el mal de las represas, vinculada a la modificación de los ríos, o incluso el dengue.

¿Cuándo una especie está en peligro de extinción?
La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) lleva adelante una “Lista Roja” en la que ubica a las especies según el riesgo de extinción. Las más comprometidas se agrupan en cuatro categorías principales:
- En Peligro Crítico (CR)
- En Peligro (EN)
- Vulnerable (VU)
- Casi Amenazada (NT)
Para ubicarlas en alguna de ellas se evalúan distintos índices que miden su probabilidad de supervivencia. Tales como la reducción del tamaño de la población en determinada cantidad de generaciones, el número de individuos adultos, la extensión de su presencia en kilómetros cuadrados, o la persistencia en el tiempo de los factores que las amenazan.
Argentina y las especies en peligro
Hoy, según trabajos de la Sociedad Argentina para el Estudio de Mamíferos (SAREM) son 138 especies las que se encuentran dentro de estas categorías. Y no hay región del país que no tenga una en esta situación.
Sobre nuestro litoral marítimo, la ballena Azul, que se la puede ver en aguas antárticas, se inscribe en esta categoría. Víctima de la caza indiscriminada hasta entrado el siglo XX, su población actual representa el 2% de la que había previo a la explotación ballenera.
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Se encuentra en peligro crítico, porque sufrió una disminución del 70% de su población en las tres últimas generaciones, entre otras cosas, por los efectos del cambio climático y la disminución del krill, su principal alimento, a causa de su sobreexplotación.
El yaguareté, el felino más grande de América, no corrió con mejor suerte y también se inscribe al tope de la Lista Roja. Su distribución en el pasado llegaba hasta el Río Negro. Pero su drástica disminución no se debió solo a la destrucción de su hábitat, sino que fue consecuencia principalmente de la caza indiscriminada para la comercialización de su piel.
Hoy, solo existen alrededor de 250 ejemplares limitados a las escasas zonas selváticas que quedan en el norte de nuestro país.

El ciervo de los pantanos también está en peligro. Es el de mayor tamaño que habita Sudamérica y se lo puede ver en humedales, especialmente en los Esteros del Iberá. La principal amenaza para ellos es el impacto que tiene la actividad agrícola ganadera y la construcción de represas sobre estos frágiles ecosistemas.
Otro ejemplo de como el hombre puede afectar negativamente a una especie es el caso del mono Carayá. Este mamífero se ve amenazado, por un lado, por la destrucción de su hábitat –se han perdido más de 3.000.000 de hectáreas de bosque nativo por el avance de la frontera agrícola–, y por otra parte, porque es el primate más codiciado en el tráfico ilegal de fauna para ser comercializado como mascota. Hoy su población ha sufrido una disminución del 10% en tan solo una generación, y se espera que siga en esa tendencia.
El oso Hormiguero, corrido principalmente por la deforestación y la caza, es víctima también de frecuentes atropellamientos que ocurren en rutas que fragmentan su lugar natural de vida. Como estas amenazas no se han reducido, se espera que en el futuro el número de individuos se vea reducido.
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Estas especies, junto a el aguará guazú, el delfín franciscana, el tatú carreta, el delfín nariz de botella, y el ciervo de las pampas, son algunos de los mamíferos que de no ser protegidos, tanto ellos como sus ecosistemas naturales, de la contaminación, la sobreexplotación y la destrucción, se extinguirán.