El gobierno de Qatar se propuso obsequiar a Estados Unidos un lujoso avión Boeing 747-8, valorado en aproximadamente 400 millones de dólares, para su uso como Air Force One durante la presidencia de Donald Trump. Esta aeronave, originalmente diseñada para la familia real qatarí, destaca por su opulencia y sofisticación tecnológica, siendo considerada una de las más lujosas del mundo.
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El Boeing 747-8 es el avión comercial más largo jamás construido, con una longitud de 76,4 metros y una envergadura de 68,5 metros. Equipado con cuatro motores General Electric GEnx-2B67, puede alcanzar una velocidad de crucero de Mach 0.855 y tiene un alcance de hasta 15.000 kilómetros, lo que le permite realizar vuelos intercontinentales sin escalas.
El interior de esta aeronave fue personalizado por la firma suiza AMAC Aerospace, transformándola en un “palacio en el cielo”. Cuenta con tres salones, dos dormitorios, nueve baños, cinco cocinas, una oficina privada y asientos de clase ejecutiva para decenas de pasajeros. Además, dispone de varias pantallas de gran tamaño y una decoración extravagante, aunque sin los característicos detalles dorados asociados a Trump. La capacidad total es de 89 pasajeros y 14 tripulantes.
La polémica detrás del avión que Qatar obsequió a Estados Unidos
La propuesta de Qatar generó controversia en Estados Unidos. Críticos, incluidos legisladores demócratas y expertos en ética, argumentan que aceptar un regalo tan valioso de un gobierno extranjero podría violar la Cláusula de Emolumentos de la Constitución, que prohíbe a los funcionarios federales aceptar regalos de gobiernos extranjeros sin la aprobación del Congreso.

Sin embargo, la administración Trump defendió la legalidad del proceso, indicando que el avión sería recibido por el Departamento de Defensa y posteriormente transferido a la biblioteca presidencial de Trump, cumpliendo así con los requisitos legales.
Actualmente, el avión se encuentra estacionado en San Antonio, Texas, y aún no fue transferido. En definitiva, la entrega final está sujeta a revisiones legales tanto por parte de Estados Unidos como de Qatar. Si se concreta, este gesto representaría uno de los regalos más significativos jamás realizados por un gobierno extranjero a Estados Unidos, reflejando la estrecha relación diplomática y estratégica entre ambos países.