Desde chefs hasta novelistas, son muchos los artistas que forjaron su arte en las sombras del espionaje. En DEF te revelamos algunas de sus historias.
Muchas veces hemos escuchado la famosa frase de “esta persona ha tenido una vida de película” o que “la realidad supera a la ficción”, y es muy cierto. En este informe vamos a recordar algunos casos de personas conocidas e importantes dentro de la cultura que han tenido contacto con el mundo del espionaje.
Los secretos de Christopher Lee: la doble vida del legendario actor
El primero de los casos es el de Christopher Lee, actor y cantante inglés, conocido por haber participado en películas como “El señor de los anillos”, “Drácula”, “El hombre del revólver de oro” de la saga cinematográfica de James Bond, el icono personaje del Conde Dooku de la saga de Star Wars o el papá de Willy Wonka en “Charlie y la fábrica de chocolate” de Tim Burton junto con otras de este mismo director.
Era hijo del teniente coronel Geoffrey Trollope Lee y de una condesa de ascendencia italiana llamada Estelle Marie Carandini di Sarzano, pero terminaron divorciados. Luego su madre se casó con un banquero londinense de buena reputación, y esto convirtió a Lee en primo del famoso escritor inglés Ian Fleming, conocido por ser escritor de la saga de libros de James Bond.
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Durante su juventud fue enviado a Summer Fields una escuela preparatoria de Oxford, donde aprendió a cantar ópera y daría sus primeros pasos en la actuación. Además estudió varios idiomas y los dominó a la perfección, algo que le resultó muy útil cuando se unió, junto con Fleming, al Royal Air Force (RAF) en la Segunda Guerra Mundial. Allí se convirtió en espía y cumplió misiones en el norte de África e Italia.

También combatió junto a los Gurkhas en la batalla de Montecassino. Gracias a su dominio del francés, el alemán y el italiano, cumplió varias misiones para el SOE, (Dirección de Operaciones Especiales, en español) antes de que se llamara SAS.
Con ellos formó parte del Ministerio Para La Guerra No Caballerosa, una organización de operaciones secretas. Esta era una unidad de espionaje de la que su primo sacó la idea para el agente 007, que curiosamente Lee, años después, participa como uno de los villanos, puntualmente en El Hombre de la Pistola de Oro.
Espía y escritor: la red de información de Roald Dahl
Otro ejemplo es la vida de Roald Dahl, conocido por sus clásicos libros infantiles como “Charlie y la fábrica de chocolate”, “Matilda” o “Las Brujas”, que tuvo una vida más intrigante de lo que muchos conocen.
Durante la Segunda Guerra Mundial, mientras servía en la Royal Air Force británica, al igual que Lee, fue herido en combate en Oriente Medio. Debido a eso, ya no pudo pilotar aviones de guerra y pasó a formar parte de la embajada británica en Estados Unidos en 1942.
Allí comenzó una amistad crucial con Charles Marsh, magnate de la prensa con conexiones políticas de alto nivel. Con la ayuda de este, Dahl se introdujo en círculos influyentes, como el del vicepresidente Henry Wallace, en un momento en el que Estados Unidos mantenía una postura aislacionista.

Su encanto personal no pasó desapercibido, atrayendo la atención del jefe de espías canadiense, William Stephenson. De esta manera, Dahl, junto a otros escritores, como Ian Fleming, confeccionaron una red de información montada por el servicio de inteligencia britanico, MI6, y comenzó a moverse en los círculos de la alta sociedad para cultivar relaciones estratégicas. El objetivo era influenciar a Estados Unidos para unirse a la guerra contra Hitler, ya sea económicamente, armamentisticamente o políticamente.

Al mismo tiempo, para evitar levantar sospechas, le sugirieron encontrar un trabajo discreto que sirviera como fachada. Así, comenzó a ganar renombre como escritor, narrando su perspectiva de la guerra en periódicos y revistas basándose en sus experiencias. Este medio le proporcionó una vía de expresión, y al concluir su carrera como espía, optó por dedicarse por completo a la escritura.
Finalmente, tras haber cumplido con su deber, volvió a Inglaterra y fue ascendido a Comandante de Ala (Wing Commander).
Intriga en la pantalla grande: Milchan y los secretos detrás de las películas
Arnon Milchan, el famoso productor de Hollywood detrás de éxitos como “Pretty Woman”, “Fight Club” o “LA Confidential”, admitió públicamente haber sido espía para Israel en apoyo a su programa nuclear durante 20 años.
Reveló que llevó a cabo misiones clandestinas después de ser reclutado por Shimon Peres (presidente israelí por aquel entonces). Al mismo tiempo, este admitió haber contratado a Milchan, destacando su habilidad para establecer contactos en niveles elevados.
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Trabajó para una organización secreta, el Buró de Relaciones Científicas de Israel, que operó en múltiples países, negociando acuerdos millonarios. Milchan afirmó haber operado 30 compañías en 17 países para Israel mientras negociaba acuerdos por cientos de millones de dólares. Después de eso, fue asignado al Mossad y reclutó a otros agentes.

A pesar de su papel como espía, Milchan se destacó en su exitosa carrera cinematográfica, ingresando a la industria del cine en 1973 y nunca enfrentó consecuencias legales en Estados Unidos. Aunque ha sido objeto de investigaciones por corrupción en Israel, las autoridades estadounidenses han ignorado en gran medida su historial de espionaje.
La vida encubierta de Julia Child
Julia Child, la legendaria chef estadounidense, conocida por su pasión por la cocina francesa, llevó una vida que incluyó una incursión en el mundo del espionaje durante la Segunda Guerra Mundial.
A pesar de que su educación en una “escuela de señoritas” en la Costa Este la preparaba para un futuro de matrimonio, Julia tenía otros planes en mente. Los sueños de ser novelista la llevaron a Nueva York, donde trabajó en publicidad antes de unirse a la OSS, la agencia precursora de la CIA.
Fue reclutada por su habilidad administrativa y su capacidad de comprensión de archivos de alta complejidad que muchas veces venían encriptados. En la OSS, Child demostró su valía como investigadora, contribuyendo, entre otros aspectos, en el desarrollo de repelentes de tiburones para proteger submarinos.

Su papel como “espía” la llevó a destinos exóticos como Sri Lanka, donde conoció a Paul Child, el hombre que cambiaría su vida para siempre. Juntos, compartieron la pasión por la cultura y la comida, especialmente durante su tiempo en París, donde Julia se enamoró profundamente de la cocina francesa.
Después de la guerra, la chef se sumergió en el mundo culinario, escribiendo “Mastering the Art of French Cooking” y el resto es historia.
Entre secretos y mentiras: el legado de John Le Carré
Otro caso es el de David John Moore Cornwell, conocido como John Le Carré, quien fue un destacado novelista cuyas obras definieron el thriller de espionaje en la Guerra Fría.
David Cornwell tuvo una infancia dura. En su autobiografía, “Volar en círculos”, menciona que de niño su padre era un criminal convicto y que fue enviado a un internado donde nunca estuvo a gusto y terminó huyendo a los 16 años.
En 1949, a los 19 años, Cornwell fue identificado por la inteligencia británica como un recluta potencial y empezó a trabajar como interrogador en alemán de individuos que querían irse de los países estalinistas hacia Occidente, debido a que él había estudiado en la Universidad de Berna, Suiza, lenguas extranjeras, y ahí también comenzó su pasión por la literatura.

Sus habilidades lingüísticas y su pasado inestable lo convirtieron en un recluta ideal para los servicios secretos, entre ellos el MI6. En medio de esto, escribió sus primeras tres novelas que fueron publicadas un tiempo después.
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Tras unos años en Alemania regresó a Inglaterra en 1952 para estudiar en Oxford y luego dio clases en el Colegio de Eton. Durante esta época siguió trabajando de manera encubierta para el servicio de inteligencia doméstico británico, MI5, espiando a grupos de izquierda.
Cornwell estaba descontento con la hipocresía de la dirección del MI5 y la rutina de su trabajo, además de estar cansado de llevar una doble vida y no poder disfrutar de la cotidianidad.
Por todo esto, se retiró, dio un par de clases en Universidades para finalmente publicar su primer libro “Llamada para el muerto” y de esa manera comenzar su prolífica carrera literaria brindando una visión única del mundo del espionaje y generando aclamación internacional.
Clásicos como “El espía que surgió del frío”, “El topo” y “El honorable colegial” destacan por su prosa tersa, pero lírica, explorando temas como la traición y la carga psicológica de una vida secreta. A lo largo de su carrera, aprovechó sus experiencias en el mundo del espionaje para cautivar a millones de lectores con sus novelas meticulosamente elaboradas.