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Rusia amenaza con reanudar ensayos nucleares en respuesta a declaraciones de Estados Unidos

Hace 35 años que el Kremlin no anunciaba este tipo de actividades por un tratado internacional que se lo impedía. ¿Vuelve la carrera armamentista?

Tras declaraciones cruzadas, Donald Trump y Vladímir Putin instaron a un posible reinicio de los ensayos nucleares,  en un preocupante giro a la política de contención que ambas potencias mantuvieron durante más de tres décadas. Rusia no realiza pruebas de este tipo desde 1990 y Estados Unidos, desde 1992, cuando ambos se comprometieron a respetar los principios del Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), pese a que nunca fue ratificado formalmente.

El intercambio de declaraciones se produjo luego de que el Kremlin anunciara la exitosa prueba de un torpedo de propulsión nuclear, lo que llevó a Estados Unidos a responder con la intención de iniciar nuevos ensayos

De esta manera, el presidente ruso solicitó a los ministerios y organismos gubernamentales la elaboración de propuestas conjuntas sobre un eventual inicio de los preparativos para reanudar los ensayos de armas nucleares

Rusia: su intención de reiniciar ensayos nucleares y el aumento de la tensión con Estados Unidos

El anuncio del presidente ruso, Vladímir Putin, de evaluar el reinicio de los ensayos nucleares marcó un punto de inflexión en la postura que el país mantenía desde comienzos de los años noventa. En una reunión con altos mandos militares, ordenó al Ministerio de Defensa y a otros organismos estatales presentar propuestas coordinadas para iniciar los preparativos de posibles pruebas atómicas

La instrucción se enmarca en una estrategia más amplia de fortalecimiento del poder disuasorio ruso, que incluye la modernización de su arsenal y el desarrollo de nuevos sistemas de lanzamiento y propulsión.

Donald Trump compartió su intención de reiniciar ejercicios nucleares, en la misma medida que Rusia lo haga.

El reciente ensayo del torpedo submarino Poseidón, que utiliza propulsores nucleares, fue interpretado por analistas como un mensaje directo a las potencias occidentales. Este tipo de armamento, capaz de desplazarse a grandes profundidades y con un alcance superior a los 9.000 kilómetros, refuerza la capacidad de respuesta rusa ante eventuales ataques. 

Por su parte, el presidente estadounidense, Donald Trump, anunció que había instruido al Departamento de Guerra a preparar pruebas “en igualdad de condiciones” frente a los programas de ensayo de otros países. Esto implicaría la reactivación de infraestructuras clausuradas, y destinar recursos abundantes a un proyecto de alto impacto político y ambiental.

Los tratados que frenaron la carrera armamentista

El Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE), adoptado por la Asamblea General de las Naciones Unidas en 1996, estableció la prohibición total de cualquier tipo de prueba nuclear, ya fuera subterránea, atmosférica o submarina. Su objetivo principal fue impedir el perfeccionamiento de nuevas armas atómicas y consolidar una política de contención global. 

Tanto Rusia como Estados Unidos lo firmaron, pero ninguno lo ratificó formalmente. Sin embargo, ambos respetaron sus disposiciones de manera voluntaria, lo que permitió mantener la suspensión de ensayos durante más de tres décadas. 

Boris Yeltsin y Bill Clinton firmaron en 1996 el Tratado de Prohibición Completa de los Ensayos Nucleares (TPCE).

El TPCE se convirtió así en un componente esencial del régimen internacional de no proliferación, junto con el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP) y los acuerdos bilaterales posteriores. 

Entre estos últimos, se destaca el New START, firmado en 2010 por Barack Obama y Dmitri Medvédev, que limitó el número de ojivas desplegadas y estableció mecanismos de verificación mutua entre Rusia y Estados Unidos

Este tratado, considerado la última pieza vigente del marco de control armamentista, fue suspendido por el Kremlin en 2023, aunque se comprometió a seguir respetando los límites numéricos establecidos. De igual forma, el tratado tiene previsto su vencimiento para febrero de 2026, y aún no se discutió su renovación.

Hasta el momento, el cumplimiento informal del TPCE y del New START había evitado que las potencias nucleares retomen las prácticas de ensayo y amplíen su arsenal. El actual intercambio de advertencias entre Rusia y Estados Unidos pone en evidencia la fragilidad de ese sistema y el riesgo de que desaparezcan los últimos límites que regulan el uso y desarrollo de armamento atómico.

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