Por primera vez, Rusia avanzó sobre las defensas de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) con las incursiones de drones en Polonia y Rumania. La guerra de Moscú sobre Ucrania ya excedió los límites de Kiev y se encendieron las alarmas en Europa ante una posible respuesta del bloque militar.
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OTAN vs. Moscú: las motivaciones de un largo conflicto
Durante años, la OTAN y Moscú, bajo la Unión Soviética y ya en la modernidad con la Federación Rusa, intentaron equilibrar fuerzas para evitar un conflicto a gran escala.
A raíz de la Guerra Fría y el rearme de Alemania Occidental, la URSS creó el Pacto de Varsovia en 1955, junto a las repúblicas socialistas de Europa del Este, como respuesta al progresivo alineamiento de Europa con Estados Unidos, Reino Unido y Francia.
En este sentido, el Kremlin constituyó en distintos momentos el Bloque del Este como un límite a las potencias occidentales. Ya sea en 1955 o en 1990, con el acuerdo de palabra entre el secretario de Estado de Estados Unidos, James Baker, y el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, que establecía que la OTAN no se expandiría hacia oriente.

Sin embargo, este pacto fue abandonado ante el deterioro del poder central de la URSS. En 1991, se concretó la reunificación alemana y Alemania del Este abandonó el lado soviético para formar parte del bloque occidental. Este fue el punto de partida para la posterior adhesión de países como Polonia, Hungría, la República Checa y Eslovaquia bajo el grupo de Visegrado.
De la misma forma sucedió con Albania, Bulgaria, Estonia, Letonia, Lituania, Macedonia, Rumania, Eslovaquia y Eslovenia, países que previamente habían estado bajo la esfera de poder de Moscú o directamente constituidas como repúblicas soviéticas.
La redefinición de la línea roja por parte de Rusia resultó ser Ucrania, que desde que anunció su pretensión de unirse a la OTAN fue objeto de presiones militares como la anexión de la Península de Crimea en 2014 y la invasión que inició el 24 de febrero de 2022 con foco en el Donbas, región históricamente vinculada a Moscú debido a la importante población de rusoparlantes en el este ucraniano.
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Artículo 5 o energía rusa, los dos escenarios para frenar a Vladímir Putin
La reciente agresión del Kremlin sobre Polonia y Rumanía, dos miembros de la OTAN, abre el juego para una reacción directa en el marco de la Alianza Atlántica. La organización militar había evitado ejercer medidas directas sobre Moscú por la guerra en Ucrania y eligió otras entidades como la Unión Europea para sancionar económica y financieramente a Vladímir Putin.
La incursión de drones rusos sobre territorio polaco provocó la invocación del artículo 4 de la Organización del Tratado del Atlántico Norte, que establece un marco de reuniones de los 32 miembros de la entidad para discutir una respuesta contra Rusia. Esto permitiría la aplicación del artículo 5, que establece el mecanismo de defensa colectiva ante la agresión de un Estado miembro.

Sin embargo, es improbable que la OTAN se embarque en un conflicto directo con una potencia mundial como Rusia, sobre todo porque no lo hizo durante la invasión a Ucrania que ya cursa su tercer año y tuvo consecuencias profundas sobre su población.
La otra vía es el endurecimiento de las sanciones, pero esta vez con otro foco. El presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, señaló que está dispuesto a imponer sanciones conjuntas sólo si los países de la Alianza Atlántica dejan de comprar el petróleo y gas ruso.
Países como Eslovaquia siguen dependiendo de la importación de energía e incluso Moscú constituyó un esquema para exportar crudo a través de terceros y así garantizarse un ingreso frente al aislamiento que le imponen los gobiernos de Estados Unidos y Europa.
Si logra constituirse una alternativa a la energía rusa en Europa, Trump podría abandonar las conversaciones que había iniciado con Putin en Alaska o al menos ejercer mayor presión sobre la economía de guerra de Rusia, que ya no se centra sobre Ucrania sino sobre Europa del Este.