El candidato reformador venció al conservador Saeed Jalili, candidato de Alí Jamenei, con una mayor participación del electorado de Irán y una propuesta de cambio.
Irán volverá a tener presidente elegido por la ciudadanía. A 45 días de la muerte de Ebrahim Raisi, Masoud Pezeshkian venció a Saeed Jalili en segunda vuelta y asumirá el cargo a principios de agosto. La victoria de Pezeshkian en las elecciones devuelve el poder de Teherán a los reformistas, y la convivencia con el ala clerical al mando del líder supremo Alí Jamenei.
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En DEF te contamos las repercusiones de las elecciones en Irán y las promesas de campaña que Pezeshkian buscará cumplir en su mandato.
Triunfo reformista en Irán
Masoud Pezeshkian sobrevivió al filtro de Ali Jamenei, a la primera vuelta y a la unión del voto conservador en la segunda instancia para hacerse con la presidencia de Irán. Con el 54,76% de los votos válidos, el candidato reformista venció a Saeed Jalili y el resultado fue ratificado por el Consejo de Guardianes.
La segunda vuelta tuvo una mayor participación electoral, que pasó del 39,93% el 28 de junio al 49,68% el 5 de julio. Pese al incremento de casi 10 puntos porcentuales, la cifra sigue lejos del número deseado para validar el acto democrático a ojos del pueblo iraní y de la comunidad internacional.

El noveno presidente de la República Islámica asumirá entre el 4 y el 5 de agosto, según informaciones oficiales, y tendrá aproximadamente dos semanas para constituir su gabinete de ministros, que deberá ser presentado para recibir el voto de confianza del Parlamento.
Pezeshkian se dirigió a la ciudadanía y agradeció a quienes participaron de los comicios: “Extenderemos la mano de la amistad a todos. Somos gente de este país y debemos utilizar los esfuerzos de todos para el progreso de la nación”.
El mandatario electo reconoció la disconformidad de los iraníes y dijo que “sus votos le dan esperanza a una sociedad sumida en un clima de insatisfacción“. Las protestas y el declive de la cantidad de votantes en los últimos siete años fueron una parte central de la campaña de los reformistas.

Más allá de las diferencias durante la carrera electoral, Saeed Jalili felicitó a Masoud Pezeshkian e invitó a todo el arco político a constituir una unidad en torno al nuevo gobierno.
Por su parte, Alí Jamenei aconsejó al presidente electo Pezeshkian a actuar “en continuidad con el camino” del fallecido Ebrahim Raisi, lo que se traduce en un pedido de seguir una línea más conservadora y sin buscar cambios trascendentales.
El esquema de poder de los Ayatolá
El sistema político de la República Islámica de Irán se divide en dos: el jefe de Gobierno y el jefe de Estado. El primero es el presidente, quien es electo por la ciudadanía y encabeza el poder ejecutivo, designa a sus ministros y expresa su lineamiento en el ámbito local, como la salud, la educación y la economía.
El segundo es el líder supremo, cargo ocupado por el ayatolá Alí Jamenei desde 1989, y tiene una injerencia omnipresente en distintos ámbitos. Tiene una voz indiscutida en la imposición de la religión a nivel social, en las relaciones exteriores y en el mando de las Fuerzas Armadas, tanto en el ejército tradicional como en los Cuerpos de la Guardia Revolucionaria.

Jamenei también mostró un rol proactivo e inflexible en las negociaciones del programa nuclear con las potencias mundiales, factor contribuyente al conflicto de los últimos años entre Teherán y la comunidad global.
¿Qué propone Pezeshkian?
En sus promesas de campaña, Masoud Pezeshkian sostuvo que buscará cambiar dos aspectos que actualmente están bajo el control del líder supremo. En un principìo, buscará un acercamiento a los países occidentales con el objetivo de reactivar el comercio y lograr la quita de las sanciones internacionales que recaen sobre Irán.
La segunda transformación de Pezeshkian apunta a sus críticas al accionar de las fuerzas de seguridad en las protestas de 2009 y 2022 y el repudió de la decisión de “querer implementar la fe religiosa mediante el uso de la fuerza”.
Su lema electoral fue “Para Irán”, que recuerda la canción símbolo de las manifestaciones desatadas por la muerte de Mahsa Amini en 2022 en manos de Gasht e Ershad, conocida como la “policía de la moral”. Al conocer la noticia del fallecimiento de Amini, el nuevo presidente repudió el hecho y llamó a la política, a la religión y a los medios de comunicación a “asumir la culpa y hacerse cargo”.

Las distintas fuerzas están bajo la esfera del Liderazgo Supremo y, por lo tanto, la estructura de poder se negó en reiteradas ocasiones a responsabilizarse por los heridos y fallecidos como consecuencia de las intervenciones policiales.
El reformista busca saldar viejas deudas de la política iraní: normalizar la actividad económica tras décadas de estancamiento y trabajar para eliminar la represión estatal.
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Estas dos decisiones deberán contar con el apoyo de Alí Jamenei, quien históricamente manejó la política internacional con consenso presidencial y no al revés. Pese a los obstáculos, el nuevo mandatario se mostró optimista de traer moderación y cambio a Irán: “No hice falsas promesas en esta elección, no dije nada que no pueda cumplir”.