Los laboristas pusieron fin a 14 años de administración conservadora y se enfrentan a los desafíos de un Reino Unido inmerso en una crisis económica.
Tras década y media de liderazgo conservador, el Partido Laborista logró un histórico resultado en las elecciones generales adelantadas por el primer ministro Rishi Sunak y sienta las bases del futuro gobierno de Reino Unido.
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Con una amplia mayoría de 412 escaños en el Parlamento, Keir Starmer será el próximo Primer Ministro y gobernará por cuatro años las islas británicas que se encuentran envueltas en una recesión económica.
¿Quién es Keir Starmer?
Con el apoyo de la Cámara de los Comunes y el aval del monarca de Carlos III, Starmer se convirtió en el primer líder de los laboristas en gobernar desde 2010. Barrister desde 1987, uno de los tantos abogados del nivel superior del sistema judicial británico, se especializó en la defensa de los derechos humanos y mantuvo una carrera durante dos décadas.
Por su servicio a la ley y a la justicia criminal fue nombrado Caballero en la Orden del Baño, la organización militar creada por Jorge I en 1725 y la cuarta más antigua del Reino Unido.
En 2007 incursionó fuertemente en la gestión, al desempeñarse como Director del Ministerio Público bajo la Procuraduría General para Inglaterra y Gales, y desde 2015 ocupa su primer cargo político como miembro de la Cámara de los Comunes.
Cinco años más tarde fue elegido como líder de los laboristas y de la oposición tras una elección interna en la que obtuvo más del 56% de los votos. Su ascenso produjo un reperfilamiento de su imagen dentro de su fuerza, con el objetivo de recuperar el protagonismo en la agenda política.
Keir Starmer mostró cierto descontento con el lineamiento político de sus predecesores en liderazgo laborista, Anthony Blair y Jeremy Corbyn, sobre todo de este último. Durante el tratamiento del Brexit, la salida del Reino Unido de la Unión Europea, Corbyn mantuvo una posición neutral en las negociaciones con el bloque europeo mientras que Starmer buscó revertir la separación.
El antisemitismo durante el mandato de Corbyn fue objeto de críticas de la opinión pública y Starmer pidió disculpas a la vez que tomó medidas. Expulsó a Jeremy Corbyn, un nombre pesado de la fuerza laborista, y a toda persona involucrada en las acusaciones.
El ex fiscal londinense profundizó el lavado de imagen en el Partido Laborista con la exclusión de figuras que se expresaron en contra de Israel y su campaña en la Franja de Gaza. Incluso instó a los representantes de la Cámara de los Comunes a oponerse al alto el fuego en Medio Oriente, de igual forma que los invitó a retirar las rúbricas que acusaban a Reino Unido de desempeñar un “papel provocador” en la invasión rusa a Ucrania.
Las consignas del líder del Partido Laborista
Sin embargo, no son todas diferencias. El político londinense adoptó parte de las medidas estrella de Corbyn como la eliminación de las tasas universitarias y la nacionalización de los servicios básicos clave para absorber los costos de la clase media y baja.
El Partido Laborista se comprometió a llevar adelante un Plan de Prosperidad Ecológica, que incluye una inversión anual de 34.000 millones de dólares. Los fondos se destinarán a una empresa de energía estatal que se llamará Gran Energía Británica, un nuevo Fondo Nacional de Riqueza y una serie de créditos fiscales para fomentar el desarrollo nacional de turbinas eólicas, acero ecológico y baterías para vehículos eléctricos.
Una de las intenciones es que por cada libra que gaste el Estado, los inversores privados aporten tres y contribuyan a eliminar los riesgos de la transición energética hacia la que se dirige el mundo.
Además, el político ratificó sus intenciones de moderar las banderas de centroizquierda que identifican al Partido Laborista, mientras proyecta una agenda más cercana a la clase media y baja.
La intención es derogar las leyes anti huelga, fomentar los acuerdos sectoriales para elevar los ingresos y la implementación de economías regionales en las que el gobierno británico sea un socio de las administraciones estatales y atraiga a actores del sector privado. El resultado, según los laboristas, debería ser un crecimiento del salario real, de la inversión y de la producción.
Austeridad fiscal, el posible futuro del Reino Unido
Durante la campaña, Starmer prometió un cambio de rumbo y cuidar las finanzas públicas, haciendo foco en el creciente costo de vida en las islas y en la reestructuración del Servicio Nacional de Salud que según el laborista está “sobrecargado y con exceso de personal” al igual que otros organismos estatales.
En esta línea, se inspiró en el marco fiscal adoptado por Gordon Brown en la década del 90. Consiste en la reducción de la deuda pública anclada al porcentaje del PIB, limitar los gastos corrientes a servicios públicos y beneficios sociales, y tomar préstamos que tengan únicamente como destino proyectos de capital.
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Bajo la administración de Keir Starmer, y la contundente mayoría laborista en la Cámara de los Comunes, Reino Unido buscará la austeridad fiscal como una de las estrategias para reducir los gastos, una necesidad frente a la recesión económica que atraviesan desde el tercer trimestre de 2023.
