Israel se convirtió en un actor central en el desarrollo de drones híbridos, una nueva generación de vehículos no tripulados que combinan capacidades aéreas y terrestres para operar en entornos extremadamente complejos, como túneles, edificios destruidos o zonas urbanas densas. En el contexto del conflicto contra Palestina, Israel se destacó por implementar nuevas tecnologías, esta vez en el sector de los drones.
Esta tecnología, que ya está revolucionando el campo de batalla en tiempo real, no solo está transformando la manera en que se hace la guerra, sino que también plantea interrogantes sobre el futuro de los conflictos armados, el rol de la automatización y la toma de decisiones.
- Te puede interesar: China lanza su nave nodriza de drones y acelera en la carrera armamentista global
Los modelos de drones híbridos de Israel
Uno de los modelos más innovadores es el Rooster, desarrollado por la startup israelí Robotican. Se trata de un dron híbrido que puede volar y también desplazarse por tierra gracias a un sistema de ruedas integrado. Su diseño está pensado para moverse dentro de túneles o edificios colapsados, como los que se encuentran en Gaza.
La clave de este dron es su versatilidad: puede volar durante unos 15 minutos, rodar durante 40 y mantenerse operativo durante un total de hasta 90 minutos. Además, está equipado con una jaula protectora que le permite sortear obstáculos sin perder estabilidad y puede cargar sensores que detectan gases, temperatura, radiación y otros elementos vitales para una misión de reconocimiento o rescate.

Otro modelo destacado es el Skylark 3 Hybrid, una aeronave de ala fija desarrollada por Israel Aerospace Industries (IAI), que incorpora un motor de combustión para el desplazamiento inicial y otro eléctrico para mantener el vuelo de manera sigilosa una vez en la zona de interés.
Este tipo de configuración extiende su alcance y tiempo de vuelo a la vez que reduce el ruido, una característica fundamental para misiones de vigilancia o infiltración en zonas sensibles. Su autonomía y capacidad de operar a grandes altitudes lo convierten en un recurso esencial para tareas de inteligencia, vigilancia y reconocimiento prolongadas.
El impacto en las guerras de los drones híbridos
El funcionamiento de estos drones híbridos se basa en la integración de dos tipos de propulsión: por un lado, el motor a combustible ofrece mayor potencia y autonomía para desplazamientos largos o rápidos. Por otro, el motor eléctrico permite operar de manera silenciosa y estable, lo que resulta esencial cuando se necesita pasar desapercibido.
Esta combinación mejora la adaptabilidad en el campo de batalla, ya que los drones pueden volar sobre zonas peligrosas o inestables, pero también descender y moverse entre escombros o estructuras cerradas, transmitiendo imágenes en tiempo real sin exponer a soldados.

Por un lado, ofrecen una capacidad de permanencia mucho mayor en el campo de operaciones respecto a los drones eléctricos convencionales. Por otro, su robustez técnica, incluyendo comunicaciones por fibra óptica resistentes a interferencias, permite operar incluso en entornos donde se emplean sistemas de jamming para inutilizar comunicaciones.
Además, gracias a softwares como XOS, desarrollados por la empresa israelí XTEND, es posible que un solo operador controle múltiples drones de forma simultánea, creando un sistema colaborativo en el que distintas unidades aéreas y terrestres se complementan para ejecutar tareas complejas como exploración, localización de enemigos o neutralización de amenazas.
Más allá de su eficacia táctica, estos drones también reducen significativamente el riesgo para el personal militar. Al poder explorar espacios cerrados o peligrosos sin necesidad de enviar soldados, se disminuyen las bajas humanas y se mejora la precisión en las operaciones. De hecho, muchas de estas misiones se basan en obtener inteligencia precisa antes de que una unidad entre físicamente en un lugar potencialmente hostil.
Europa ya trabaja en desarrollos propios que buscan incorporar este tipo de tecnología, siguiendo el ejemplo del campo de batalla ucraniano, donde los drones, aunque no híbridos, ya demostraron su importancia estratégica. Esta evolución tecnológica abre un nuevo capítulo en la historia de la guerra, en el que las máquinas no solo complementan a los humanos, sino que empiezan a operar de forma autónoma, coordinada y cada vez más decisiva.