Israel y Hamas llegaron a un acuerdo de paz respaldado por Estados Unidos y las potencias árabes Egipto, Qatar y Turquía. El intercambio de prisioneros puso fin a la crisis de rehenes que atravesaba Tel Aviv, pero consumó la libertad de cientos de presos palestinos condenados a prisión, reclusos que representan una amenaza para la reciente estabilidad obtenida en Medio Oriente.
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El intercambio entre Israel y Palestina
Con la injerencia clave de Donald Trump y con Egipto como sede y validación del mundo árabe, Israel consiguió poner fin a la larga crisis de los rehenes tras 737 días y recuperó a 20 personas con vida, a la espera de recuperar los 23 cuerpos restantes.
A cambio, sus fuerzas militares se retiraron paulatinamente de la Franja de Gaza, cesaron las operaciones y entregaron a un total de 1.968 palestinos que estaban retenidos en distintas instalaciones del servicio penitenciario israelí. Se trató de una condición impuesta por Hamas en las mesas de negociación.
El intercambio se hizo prácticamente en simultáneo y dejó atrás las dudas sobre el cumplimiento de las condiciones del acuerdo de paz.

Del total de prisioneros entregados por Israel, poco más de 1.700 habían sido detenidos en Gaza y sin haber comparecido ante la justicia por delitos, mientras que 250 fueron arrastrados por motivos de seguridad y condenados a cadena perpetua por delitos contra población israelí como asesinatos.
De este número reducido, 154 fueron deportados a Egipto, mientras que los 96 restantes fueron liberados entre Gaza, Cisjordania y Jerusalén después de pasar las revisiones médicas de la Cruz Roja.
Pese a haber logrado el regreso de los rehenes, la mayor causa israelí de los últimos años y que puso a prueba el gobierno de Benjamin Netanyahu, la liberación de casi 2.000 palestinos representa una amenaza de seguridad para Israel. ¿Cuáles son los motivos?
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¿Un acuerdo que fortalece el terrorismo?
El acuerdo de paz es un logro de la gestión de Donald Trump y una señal de fortalecimiento de los países de Medio Oriente más moderados como Egipto, Qatar y Turquía, aunque no aborda los problemas más profundos e históricos que motivaron distintos enfrentamientos a lo largo de los últimos años y el propio atentado del 7 de octubre de 2023.
La solución de los dos Estados permanece como un reclamo de la Autoridad Nacional Palestina (ANP) y los países integrantes de la Liga Árabe, la organización internacional que nuclea a los Estados árabes y musulmanes.

Sin embargo, los reclamos territoriales de la ANP no contemplan la pérdida de poder efectivo en los territorios palestinos, así como la degradación del tejido político y social en la Franja de Gaza tras 19 años de gobierno de Hamas.
La corriente yihadista sigue viva en el grupo terrorista que regresó a las calles apenas Israel se retiró del enclave y realizó sus primeros ataques contra clanes familiares, así como a civiles identificados como “colaboracionistas” de Tel Aviv. En las primeras 24 horas del acuerdo se registraron siete ejecuciones públicas sin ningún tipo de oposición.
La liberación de 1.968 prisioneros palestinos, 250 de ellos con cadenas perpetuas por asesinatos, no hace más que incrementar la larga fila de descontento por la campaña contra el terrorismo que llevó Israel en Medio Oriente y las profundas diferencias.
Respaldado por el acuerdo de paz y sin haber concedido su desmovilización, como exigía Trump, nada le impide a Hamas volver a gobernar en Gaza y alimente nuevamente la lucha armada contra el Estado de Israel.