Con el objetivo de reducir su dependencia del armamento entregado por sus países aliados, Ucrania apuesta a desarrollar sus propios misiles de largo alcance y drones de combate.
En los años previos a la invasión rusa, Ucrania comenzó a reforzar su industria de la defensa para hacer frente al escenario más temido. La guerra se desencadenó, finalmente, en febrero de 2022. Conscientes de la fuerte dependencia del armamento externo, los responsables de su programa bélico fueron adaptando la tecnología y hoy el país produce sus propios drones de combate y misiles de largo alcance.
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Palianytsia y Neptuno, con el sello ucraniano
Reflejo de estos avances en la industria de la defensa ucraniana son el dron Palianytsia, que tuvo su primera actuación exitosa en combate el pasado 24 de agosto, y el misil Neptuno, diseñado originalmente para atacar naves enemigas y luego adaptado para ser utilizado contra blancos en tierra.

Palianytsia -que toma el nombre de un tipo de pan ucraniano, que es impronunciable para los rusos– funciona, a la vez, como dron y misil. Es maniobrable, cuenta con un motor a reacción y posee una potente ojiva. Además, está dotado de distintos sistemas de guiado. Es lanzado desde una plataforma colocada en tierra firme y emplea un motor turbojet.

Por su parte, el Neptuno R-360 es una modificación ucraniana del misil de crucero ruso antibuque Kh-35. Diseñado originalmente para impactar buques de superficie de combate y buques de transporte, contaba con una ojiva de 150 kilogramos y un alcance de hasta 300 kilómetros. El misil modificado para blancos en tierra tiene ahora un alcance aproximado de 400 kilómetros y una ojiva de 350 kilos.

2023, un año clave para la industria militar ucraniana
Un personaje clave en este escenario bélico es el exministro de Industrias Estratégicas, Oleksandr Kamyshin, quien acaba de dejar el cargo luego de un año y medio al frente de esa cartera. Según destacó el propio Kamyshin en su cuenta de X (antes Twitter) antes de alejarse del Ministerio, en 2023 la producción de armamento militar se triplicó y, hasta septiembre de 2024, volvió a duplicarse.

“Kiev será el arsenal de Europa”, se había entusiasmado Kamyshin en agosto del año pasado, en una entrevista con el diario español El Confidencial. En diálogo con El País en marzo de este año, enfatizó que su país había podido “alcanzar objetivos dentro de Rusia con armas construidas en Ucrania”.
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Al mismo tiempo, admitió que Ucrania estaba intentando reducir la carga sobre sus aliados y que su industria militar produjera más desarrollos bélicos propios. Para ello, dijo, “es crucial contar con suficiente apoyo financiero de nuestros socios”.

La tecnología es un elemento clave en esta guerra. Ucrania ha sido bien provista de armamento por sus países aliados, pero también desarrolló sus propios sistemas de armas para resistir la invasión rusa y poder utilizarlos también en territorio enemigo.




