Bélgica, sede de instituciones clave como la Unión Europea (UE) y la OTAN, atraviesa uno de sus momentos más delicados en décadas. Lo que durante años fue un ejemplo de prosperidad económica, hoy se ve opacado por el avance del narcotráfico y el incremento sostenido de la deuda pública. Ambos problemas amenazan con socavar la estabilidad política y financiera de uno de los países más influyentes de Europa.
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Organismos europeos advierten que el puerto de Amberes se transformó en uno de los principales focos del crimen organizado en el continente. Al mismo tiempo, informes económicos alertan que una deuda superior al 100% del PBI coloca al país en una posición de creciente vulnerabilidad dentro de la eurozona.
Bélgica: ¿la puerta de entrada del narcotráfico a Europa?
El puerto de Amberes, el segundo más grande del continente después de Róterdam, se convirtió en el principal punto de ingreso de cocaína a Europa.
Según datos de la Agencia Europea de Drogas (EUDA), cerca del 40% de la droga que llega al continente pasa por sus muelles. Solo en 2023, las autoridades incautaron 116 toneladas de cocaína, un récord histórico que reflejó la magnitud del problema.

Desde comienzos de la década de 2010, las autoridades advirtieron sobre el incremento sostenido de envíos procedentes de América Latina, especialmente desde Ecuador, Colombia y Brasil. Los grupos criminales utilizan contenedores marítimos ocultos entre cargas legales, aprovechando el alto volumen de comercio que pasa cada día por Amberes.
En ese sentido, el ministro de Justicia belga, Paul Van Tigchelt, reconoció que el narcotráfico representa una amenaza directa para la seguridad nacional y para la imagen internacional del país. En declaraciones recientes, sostuvo que la situación “no puede ser abordada solo a nivel local”, sino que requiere una respuesta coordinada entre los Estados miembros de la Unión Europea.
En esta línea, en el año 2024, el gobierno belga anunció un plan integral para combatir el narcotráfico, con mayor inversión en seguridad portuaria, cooperación judicial internacional y endurecimiento de penas.

La Comisión Europea, por su parte, propuso en 2024 reforzar los mecanismos de control en los puertos y mejorar el intercambio de información entre aduanas, policía y agencias judiciales. Sin embargo, uno de los principales desafíos es la infiltración del crimen organizado en sectores logísticos y laborales del puerto. Las autoridades detectaron casos de corrupción, filtraciones de información y cooptación de empleados portuarios.
Según la EUDA, Bélgica y Países Bajos se convirtieron en “centros europeos” para la distribución de cocaína. Desde Amberes, la droga se redistribuye hacia Alemania, Francia y España, utilizando tanto vías terrestres como fluviales.
Un déficit fiscal descontrolado para la eurozona
De acuerdo con los últimos datos de Eurostat, la deuda pública del país se ubica en torno al 106,8% del Producto Bruto Interno (PBI), una de las cifras más altas de toda la eurozona. El déficit presupuestario, que ronda el 4,4%, supera ampliamente el límite del 3% fijado por el Pacto de Estabilidad y Crecimiento de la Unión Europea.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) advirtió en su informe de septiembre de 2024 que, de mantenerse las tendencias actuales, el endeudamiento belga podría alcanzar el 200% del PBI hacia 2050, lo que pondría en serio riesgo la sostenibilidad de las finanzas públicas.

Entre las causas principales figuran el alto gasto en seguridad social, el envejecimiento poblacional, la presión sobre el sistema de salud y los costos de los subsidios energéticos.
Recientemente, la Agencia Federal de la Deuda advirtió que los niveles actuales son insostenibles sin una reforma del gasto público. Propuso reducir subsidios ineficientes, mejorar la recaudación impositiva y revisar el sistema de pensiones.
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A su vez, la Comisión Europea instó a Bélgica a presentar un plan de consolidación fiscal para los próximos cuatro años, priorizando medidas que contengan el déficit sin frenar el crecimiento económico.
Pese a las advertencias, los analistas señalan que el gobierno no implementó aún un plan integral de reducción del déficit. De esta manera, Bélgica se enfrenta al desafío de equilibrar sus cuentas sin afectar la inversión social y de recuperar la disciplina fiscal que durante décadas la caracterizó como uno de los países más sólidos del bloque europeo.




